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El español Marc Tur pierde la medalla de los 50 kilómetros marcha tras ser superado a 100 metros de la meta

El atleta balear fue el encargado de romper la carrera desde el grupo perseguidor, pero acabó desfondado en el último kilómetro.

El atleta balear fue el encargado de romper la carrera desde el grupo perseguidor, pero acabó desfondado en el último kilómetro.
EFE

Hay veces en las que el deporte, tan hermoso en ocasiones, no puede ser más cruel. Algo así deberá pensar Marc Tur, que a sus 26 años vio cómo se le escapaba, en plena agonía final, lo que parecía una más que merecida medalla en la larguísima prueba de los 50 kilómetros marcha de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Por delante marchaba el campeón olímpico, el polaco Dawid Tomala, cuya escapa mediada la prueba le reportó ventajas de más de tres minutos sobre un grupo perseguidor en el que Tur fue el encargado de hacer la selección final a cinco kilómetros de meta. Poco a poco, el ritmo del ibicenco descolgó a todos sus rivales. Cayeron el japonés Kawano, el canadiense Dunfee y el portugués Vieira, de modo que Tur se quedó solo junto al alemán Jonathan Hilbert a poco más de tres kilómetros del final, en lo que parecía una garantía de plata y bronce. La ventaja de Tomala, pese a que caía con enorme rapidez, parecía suficiente para que el centroeuropeo lograra el oro.

A un kilómetro de meta, todo seguía igual. Tomala, bandera polaca en mano, ya paladeaba el triunfo, mientras Hilbert y Tur, incluso hablando en ocasiones entre ellos, parecían dispuestos a repartirse las otras dos preseas. Por detrás, Dunfee había logrado superar a Vieira, pero marchaba a más de 20 segundos del alemán y el español que, eso sí, contaban con dos penalizaciones y tenían el riesgo de recibir una tercera que les obligaría a parar y les dejaría sin opciones.

Habían pasado casi 4 horas desde que comenzó la prueba y la fatiga era evidente. Con menos de un kilómetro, Hilbert logró descolgar a Tur, que aun así contaba con suficiente ventaja sobre Dunfee, parecía. Nada hacía indicar que la segunda medalla del atletismo español en Tokio, tras la de Ana Peleteiro, podía escaparse. Pero de pronto, la cara del español cambió y reflejó toda la fatiga que no había mostrado en toda la carrera. Su ritmo cayó a plomo y Dunfee olió la sangre. Tur, de hecho, admitió más tarde en la Cadena Cope que se sintió mareado en esos eternos metros finales, con la medalla de bronce al alcance de la mano.

Tomala entró en meta tras 3 horas, 50 minutos y 8 segundos y se erigió en campeón olímpico, aunque su renta final no llegó al minuto sobre Hilbert, lanzado hacia la plata. Por detrás, lo increíble. Mientras el teutón pasaba la línea de meta en segunda posición, Evan Dunfee cazaba, a poco más de cien metros de meta, a Marc Tur, dejándolo atrás ante la impotencia del español, cuyo ingente esfuerzo de 50 kilómetros le tenía reservado el disgusto de su vida en plena extenuación.

Tur llegó a meta destrozado físicamente, pagando el castigo de haber sido el animador de la carrera en el grupo perseguidor. El deporte, que muchas veces deja imágenes épicas en positivo, también permite cazar el drama en directo. Eso, tal cual, es lo que le ocurrió a Marc Tur, merecedor durante 50000 metros de un premio que se le escapó en los cien últimos. No lo olvidará en su vida. Es la maldita magia del olimpismo.

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