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La increíble historia de Kashafali: de mendigar y huir de la guerra a ser el campeón paralímpico más rápido

Salum Ageze Kashafali pasó infinidad de penurias en una infancia marcada por el terror. Ahora hace historia en Tokio.

Salum Ageze Kashafali pasó infinidad de penurias en una infancia marcada por el terror. Ahora hace historia en Tokio.
Salum Ageze Kashafali, ha hecho historia en Tokio | Agencias

Los Juegos Paralímpicos de Tokio nos están descubriendo historias increíbles de superación que ponen en el Olimpo de los dioses a sus protagonistas. La última en salir a la luz ha sido la del plusmarquista y oro paralímpico de los 100 metros en T12 (discapacidad visual), Salum Ageze Kashafali.

Kashafali consiguió el fin de semana pasado el hito de convertirse en el campeón paralímpico más rápido de la historia, se alzó con el oro en su modalidad y entre lágrimas emocionó a todos los espectadores sacando a la luz su increíble historia. "Vengo de la nada, de mendigar en la calle. Me trasladé a Noruega como refugiado y he pasado por muchas cosas, desde las balas hasta el hambre. Estar aquí como uno de los mejores significa mucho para mí", declaró ante los micrófonos.

Su historia, de la miseria a la gloria, esconde muchas más aristas, como su huída de la guerra en el Congo o la confianza que demostraron en él en su país de acogida, Noruega, donde entre entrenamiento y entrenamiento ejerce como profesor de matemáticas.

Nacido en 1993, la infancia de Kashafali estuvo marcada por el terror y la miseria entre balas, explosiones y el esfuerzo por "mantenerse vivos". El noruego cuenta cómo una noche se despertaron tras un bombardeo y al salir de casa todo estaba en llamas: "Lo primero que vimos después de salir por la puerta fue gente en el suelo. Simplemente esperas morir".

En 2004, a los nueve años, Kashafali, junto a su familia, consiguió comenzar a vez la luz al final del túnel tras huir de la guerra y aterrizar en Bergen, Noruega, algo que considera fue "como ganar la lotería. Fue una oportunidad entre un millón, pasar de mendigar comida a tener un techo. Eso es más grande que cualquier cosa que puedas imaginar", expresó.

A pesar de que para Kashafali el llegar a Noruega fue como volver a nacer, sus primeros pasos no fueron fáciles. Los primeros meses los pasó en un campo de refugiados y no fue a la escuela hasta que tuvo 13 años. No sabía leer, "ni siquiera podía escribir mi nombre". Aprendió por primera vez el alfabeto y los números en su adolescencia y hoy es profesor de Matemáticas en una escuela de Bergen. "Siempre les dije a mis padres que si alguna vez tenía la oportunidad de ir a la escuela, quería ser profesor. Me encanta enseñar". Kashafali reafirma lo que supuso para él llegar al país escandinavo: "Ir a Noruega me salvó la vida. Mi infancia no consistió en correr o jugar al fútbol, sino en encontrar comida y sobrevivir, así que llegar aquí fue como ganar la lotería y hacerme multimillonario".

Cuando parecía que las nubes comenzaban a escampar, Salum tuvo un nuevo escollo en su camino: la enfermedad de Stargardt, una degeneración precoz de la mácula de causa genética que habitualmente es diagnosticada en personas menores de 20 años. La mácula, la parte responsable de la visión central, queda afectada y se pierde la visión de esta área. A los 17 años tocó fondo cuando "llegó un punto en el que no podía ver nada", pero rápidamente supo reponerse y pasarse al atletismo, donde ganó su primera carrera.

Ahora, una década después, ha cumplido un sueño firmando los 100 metros más rápidos de la historia en unos Juegos Paralímpicos, llegando a la meta en su peculiar viaje, donde consiguió esquivar la muerte en plena Guerra Civil a ser campeón de unos Juegos.

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