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Luymar Hernández vuelve a competir 14 años después de un accidente que casi le cuesta la vida

La espada le perforó 30 centímetros por el globo ocular, dañando el tallo cerebral, el hipotálamo y parte del cerebro.

La espada le perforó 30 centímetros por el globo ocular, dañando el tallo cerebral, el hipotálamo y parte del cerebro.
Luymar Hernández en el entrenamiento. | Marca

Un acto discreto celebrado en el Club de Esgrima Cardenal Cisneros de Madrid anunciaba que, el próximo domingo, se podrá asistir en Valladolid a un acontecimiento irrepetible en la historia del deporte. Hace 14 años el venezolano Luymar Hernández, que aspiraba a medalla en los Juegos Olímpicos de Pekin, sufrió un brutal accidente que en toda la historia de la esgrima se ha dado sólo en dos ocasiones. El primero fue el soviético Vladimir Simirnov, que murió en 1982.

El segundo es Luymar cuando, durante un entrenamiento, la espada de su rival perforó la careta. Él y su entrenador estaban en un combate de entrenamiento. El técnico, José Pastor, intentó hacer un toque en la careta y Luymar decidió apuntar al muslo; los dos iban en ofensiva, pero la hoja de la espada de José rompió la careta de visor y la penetró; así como entró, salió, perforando 30 cm por el globo ocular dañando el tallo cerebral, el hipotálamo y parte del cerebro.

Ahí se desató el terror en una Sala de Armas acostumbrada a los gritos sí, pero de alegría. El horror tomó posesión de todos aquellos atletas, que boquiabiertos, presenciaban una escena dantesca adornada por el rojo de la sangre, años después, Luymar relata la ocurrido: "José Pastor que luego de que se da cuenta que la hoja rompió la máscara me tira al suelo, me quita la careta y me saca la lengua porque me estaba ahogando en sangre. Eso no lo recuerdo".

Entre gritos, llanto y caras de incredulidad, algunos tuvieron el valor de actuar. Montaron a Luymar en un carro para llevarlo al hospital del Seguro Social cercano a la Sala de Armas: "Tengo varias lagunas, recuerdos incompletos. Estando en el carro le pido a Moisés Requena (entrenador) que me diga qué tenía en la cara. Después vuelvo a tener conciencia y aparezco en una camilla y luego en una ambulancia. Me habían trasladado a la Clínica Razetti".

El horror no cesaba, y la incertidumbre menos: "Volví en sí cuando llego a la clínica, ahí me pasaron un recipiente porque estaba vomitando sangre. Recuerdo que a mi lado estaba Carlos Rodríguez, otro esgrimista, que esperaba mientras buscaban al neurocirujano de guardia".

El doctor apareció y puso manos a la obra. No había tiempo que perder, un segundo más, era un segundo menos de vida para Luymar: "El doctor Luis Nelson López actuó rápido. Me mandó a hacer una tomografía y allí recuerdo cuando me metieron en el tomógrafo, me sentía como dentro de una tumba, que estaba muerto. A pesar de la gravedad escuché cuando el médico le dijo a la enfermera que me inyectara algo, me agarró la vena y desperté un mes después".

Un mes después, cuando Luymar abrió los ojos, vio un hermoso color azul claro, comparado por él mismo como el del cielo. A menudo veía imágenes de personas que eran como ángeles, vestían de blanco y no tenían rostro.

No estaba muerto, tampoco se encontraba en el cielo, lo que él veía era la habitación 212 de la Clínica Razetti de Barquisimeto, y los" ángeles", aunque bien podrían serlo, eran doctores. Allí había sido mantenido un mes en coma inducido después de sufrir uno de los accidentes más inauditos de la historia de la esgrima y de todo el deporte.

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