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Los Juegos Olímpicos Intercalados, los Juegos 'olvidados' que salvaron el movimiento olímpico

Únicamente se celebraron en una ocasión, en 1906, pero su irrupción salvó a unos Juegos Olímpicos que pasaban por un momento crítico.

Únicamente se celebraron en una ocasión, en 1906, pero su irrupción salvó a unos Juegos Olímpicos que pasaban por un momento crítico.
Imagen del Estadio Olímpico de Atensa, escenario principal de los primeros y únicos Juegos Olímpicos Intercalados | Archivo

Seguramente para la mayoría de nuestros lectores les suene desconocido. Es normal, no se preocupen. Tan solo se celebraron en una ocasión, hace ya más de 125 años. Sus registros no han sido nunca reconocidos. Y ningún deportista trascendió más allá de la competición. Por algo se les considera también los Juegos ‘olvidados’.

Sin embargo, su disputa significó el espaldarazo para consolidar unos Juegos Olímpicos que, tras sus últimas ediciones, habían quedado tocados. Muy tocados. Hasta el punto de amenazar con su desaparición. Probablemente, de no haber sido por aquellos Juegos Olímpicos Intercalados, así hubiera sido. Por eso es de justicia recordarlos, y dignificarlos.

El ideal griego

En realidad, la idea de estos Juegos surgió desde el comienzo. Desde el momento en que se recuperaron los Juegos Olímpicos en la Era Moderna. La idea de Grecia, cuna del olimpismo, y de muchos otros que permitieron restaurar tan importante evento deportivo a finales del siglo XIX, era la de que los Juegos se disputaran siempre en territorio heleno.

Pero no era la idea de Pierre de Coubertin, el gran impulsor de los Juegos Olímpicos Modernos. En su cabeza estaba el hecho de que si se iba a tratar de una competición mundial, su celebración también debía repartirse por todo el planeta.

Por eso, los Juegos Olímpicos de 1896, los primeros de la Era Moderna, se celebraron en Atenas, sí. Pero en 1900 se llevaron a París, Francia. Y en 1904 a San Luis, Estados Unidos.

Con lo que no contaba nadie es con que tras el éxito de la primera edición, las dos siguientes serían un auténtico fracaso. Quedaron eclipsadas por la celebración de la Exposición Universal. Los Juegos corrían entonces el riesgo de ser difuminados dentro de un evento que gozaba de mucho mayor prestigio y seguimiento.

Grecia aprovechó la situación para reclamar una vez más que los Juegos debían seguir celebrándose siempre en Atenas. Tal y como había ocurrido en los Juegos Olímpicos Antiguos.

Fue entonces cuando se decidió tomar una decisión salomónica: entre cada edición de los Juegos Olímpicos, se celebrarían otros en Atenas. Es decir, pasarían a celebrarse cada dos años, alternando sede en Grecia con otra en distintos países.

Así, entre la edición de San Luis de 1904 y la ya concedida de Londres de 1908, se disputarían otros Juegos Olímpicos en Atenas en 1906. Concretamente entre el 22 de abril y el 2 de mayo de ese año.

Y lo cierto es que aquellos Juegos resultaron todo un éxito. Más de 900 atletas procedentes de 20 países participaron en un total de 13 deportes: atletismo, ciclismo, esgrima, fútbol (en la que está considerada la primera ocasión en que el deporte rey gozó de cierta oficialidad), gimnasia, halterofilia, lucha, natación, piragüismo, tenis y vela.

En total 78 eventos, la mayor parte de ellos celebrados en el Estadio Panathinaiko, el gran referente de los Juegos de 1986, y que dejaron un medallero liderado por Francia (15 oros, 9 platas y 16 bronces, para un total de 40 medallas), seguido por Estados Unidos y la anfitriona Grecia. España no participó (no lo haría hasta 1920, a excepción de algunos atletas -8- que pudieron hacerlo en París 1900)

El legado de aquellos Juegos

Tras el éxito de aquella edición, la idea de mantener unos Juegos Olímpicos cada cuatro años en Atenas, alternándose con una edición cambiante también cada cuatro años, se consolidó. Sin embargo Grecia fue consciente casi de inmediato de que, por muy romántico que fuera, no sería posible organizar una edición cada cuatro años. La complejidad organizativa y sobre todo económica era demasiado elevada.

Así, decidió renunciar a la celebración para 1910. La mente estaba puesta para 1914, pero los apoyos para entonces se habían reducido enormemente. Las pocas opciones que le quedaban se diluyeron de inmediato cuando estalló la Primera Guerra Mundial.

De ese modo, los denominados Juegos Alternativos desaparecieron del mapa. Y las medallas y marcas obtenidas por los deportistas participantes en 1906 no serían reconocidas como oficiales por el Comité Olímpico Internacional.

Sin embargo, en la opinión de la mayoría de historiadores del deporte, su celebración fue crucial para salvar los Juegos Olímpicos.

Y no sólo por incorporar elementos que se convertirían en símbolos de los Juegos Olímpicos en las futuras ediciones. No en vano en Atenas 1906 se celebró por primera vez el desfile inaugural de los deportistas bajo la bandera de su país; fue la primera ocasión en la que se dispuso de una villa olímpica; y fue la primera ocasión también en que el campeonato de fútbol contó con selecciones nacionales. La idea de intercalar ediciones sirvió además para, mucho más tarde, hacer lo mismo entre los Juegos Olímpicos de Verano y los Juegos Olímpicos de Invierno.

Pero fue sobre todo porque en unos años en que el futuro de los Juegos Olímpicos estaba más en entredicho que nunca, el regreso a sus orígenes, a la cuna del olimpismo, y el éxito organizativo y participativo de la cita, supuso una revitalización del olimpismo. Revitalización que se certificó con la celebración de los Juegos de Londres en 1908.

No hay duda de que los Juegos Olímpicos Intercalados, los Juegos ‘olvidados’, fueron los responsables de que el movimiento olímpico continuara, y pudiera llegar hasta lo que es hoy: el evento deportivo más grande del planeta.

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