Febrero de 2003. Tres jóvenes delincuentes, a las órdenes del mafioso Luis Oropeza, asaltan la hacienda de 3.000 hectáreas que la compañía de ron Santa Teresa tiene en el valle venezolano de Aragua, a unos 70 kilómetros al sur de Caracas.
Los malhechores tendieron una emboscada y capturaron a Jimmy, el guardia de seguridad, pero las autoridades lograron arrestar a los tres en la misma finca. Allí les ofrecieron dos alternativas: ser entregados a la Policía e ir a la cárcel o devolver todo lo que habían robado y trabajar durante tres meses en la Hacienda Santa Teresa sin recibir nada a cambio para reparar los daños causados. Sin dudarlo eligieron la primera opción. La sorpresa llegó cuando, junto a los tres responsables del asalto, aparecieron voluntariamente en la hacienda otros compañeros de la banda solicitando esa misma oportunidad.
Así nació Proyecto Alcatraz
Fue el germen de lo que más adelante se bautizaría como Proyecto Alcatraz. Un programa de reinserción social para jóvenes y adultos con problemas, que a través de los valores del rugby forma a personas desfavorecidas que viven en entornos conflictivos o se encuentran encarcelados.
Un proyecto que acaba de cumplir 21 años y que está liderado por el presidente de Ron Santa Teresa, Alberto Vollmer. Y, al igual que la magnífica bebida que su compañía elabora, este programa también traspasa fronteras. Proyecto Alcatraz llega ahora a las cárceles españolas a través de la Fundación Rugby Cisneros con la disputa del I Torneo Nacional Rugby Penitenciario, el pasado 1 de junio en el Estadio Nacional Complutense (Madrid), con equipos de cinco prisiones que actualmente incluyen el rugby entre sus actividades formativas.
Entre ellos se encontraba el equipo de Alcalá-Meco Madrid II (Proyecto Alcatraz España - Fundación Rugby Cisneros), que ha sido el encargado de importar a nuestro país este magnífico proyecto para la reinserción social de delincuentes.
Rugby, ron y reinserción. La triple R de este Proyecto Alcatraz de Ron Santa Teresa y, en especial, de Alberto Vollmer. El presidente de la compañía es un apasionado del rugby, deporte que practicó durante sus estudios universitarios en Francia. Y a través del deporte del balón ovalado consigue transformar las vidas de miles de delincuentes en su país. A través del rugby y, sobre todo, de los cinco valores principales que transmite este deporte: respeto, disciplina, trabajo en equipo, espíritu deportivo y humildad.
"Siendo todos esos valores muy importantes, quizá el de la humildad sea el más importante de todos porque te permite aprender de tus propios errores. El rugby es el mejor deporte del mundo. Winston Churchill decía que el fútbol es un deporte de caballeros jugado por bárbaros y el rugby es un deporte de bárbaros jugado por caballeros. ¡Cuánta razón tenía!", afirma Vollmer durante una entrevista a Libertad Digital realizada durante una visita reciente a Madrid. "Nosotros nos encargamos de transmitir hasta el cansancio estos cinco valores. Queremos que los apliquen primero en una cancha de rugby y luego en la vida: si lo hacen así van a tener éxito y a aprovechar las oportunidades que se presenten", añade.
Los números son elocuentes: en estos más de 20 años, gracias en buena medida a Proyecto Alcatraz, la tasa de homicidios en Venezuela se ha reducido de 174 casos por 100.000 habitantes a tan sólo siete. "Hemos desarticulado más de 11 bandas delictivas, más 250 personas han pasado por el programa (más de 2.500 personas de manera indirecta entre familias y comunidades) y actualmente estamos trabajando en 34 centros penitenciarios a nivel nacional", apunta Vollmer. "El estado de Aragua ha pasado en estas dos décadas de ser uno de más violentos de Venezuela a uno de los que menos muertes registra".
Un camino lleno de espinas
Pero no todo ha sido un camino de rosas para este empresario caraqueño de 55 años, de origen alemán y miembro de la quinta generación familiar de Ron Santa Teresa —entre sus antepasados tiene a una prima del libertador Simón Bolívar—, pues las propias autoridades venezolanas se han encargado de ponerle no pocas piedras en el camino, pese a que la eficacia de este Proyecto Alcatraz ha quedado sobradamente demostrada.
"No siempre hemos contado con su apoyo y para nosotros es una aventura con mucho riesgo", sostiene Alberto Vollmer, que ha querido explicar a Libertad Digital cuál es el proceso que utilizan para tratar de reconducir las vidas de estos delincuentes venezolanos. "Primero hacemos una estimación de cuánto tiempo más pueden seguir vivos y generalmente esa esperanza de vida no supera los seis meses. Luego, en una segunda etapa, les hablamos del impacto en sus familias, transmitiéndoles lo que le puede pasar a un hijo sin su padre y, por último, en una tercera etapa que es la más efectiva, hacemos un estudio de sus estados financieros, contándoles cuáles son sus ingresos según los diferentes negocios como narcotráfico, sicaría, secuestros… pero también los gastos que hacen, por ejemplo, en armamento o munición. Y en ese flujo de caja siempre están quebrados. Cuando ellos entienden este concepto, se desploman, viendo que arriesgan sus vidas sin poder estar con sus familias. Es en ese momento cuando nos piden entrar en Proyecto Alcatraz", explica Vollmer.
Las segundas oportunidades
Y es que el presidente de Ron Santa Teresa es un firme defensor de la sociedad venezolana, independientemente de cuál sea la condición social de cada individuo: "Somos un pueblo emocional con mucha inteligencia, muy trabajador y con mucho nivel de creatividad. Así que, sí, creo en las segundas oportunidades. Hay mucho talento, personas con un potencial enorme, y muchas veces lo estamos desperdiciando", destaca un Alberto Vollmer que igualmente lamenta el rápido deterioro de la economía de Venezuela, un país que exporta principalmente petróleo, pero también otros productos como metales preciosos, acero, hierro, pescados y mariscos (cangrejo azul, camarones…) y, por supuesto, ron.
"Tenemos un país espectacular, lleno de oportunidades y de esperanza, pero lamentablemente estamos atrapados en un gran entuerto geopolítico. Actualmente somos la decimoquinta economía de Latinoamérica, cuando llegamos a ser una de las principales economías no sólo de LATAM sino del mundo. De hecho, en la década de los 70 llegamos a ser un país más rico que China y Japón, pero de 2013 a 2019 sufrimos una caída del 84 por ciento del PIB (…) Poder deshacer ese nudo va a ser muy complejo, pero yo nunca pierdo la esperanza", señala Vollmer a Libertad Digital.
Sorteando a la quiebra
En estos últimos tiempos, la compañía de Aragua ha tenido que esquivar sus propios problemas. A principios del siglo XXI, Santa Teresa se enfrentaba a la quiebra y logró sortearla gracias al buen manejo de los hermanos Alberto y Henrique Vollmer, tataranietos de Gustav Julius Vollmer, un alemán llegado desde Hamburgo que en 1796 fundó la Hacienda Santa Teresa en Revenga.
No es de extrañar, pues, que Alberto Vollmer saque pecho tanto de Ron Santa Teresa como de Proyecto Alcatraz. En cuanto a la compañía que preside, apunta que "el ron es una de las principales fuentes de ingresos para nuestro país y para mí es un motivo de orgullo ver a la gente bebiendo un sorbo de Santa Teresa 1796 en cualquier país del mundo, en los mercados más exigentes adonde conseguimos llevar un producto de altísima calidad. Este año cumplimos 228 años y los venezolanos también están orgullosos de Santa Teresa, asegurando que esa botella de 1796 que ven en otros países es como su hilo conductor que lo vincula con Venezuela. Así que podríamos decir que cada botella de Santa Teresa que hay en el mundo es territorio venezolano".
"En Santa Teresa tenemos un lema: ‘Intentemos ser incondicionalmente constructivos’. Se dice fácil, pero luego es difícil hacerlo. En nuestra compañía y en Proyecto Alcatraz queremos sacar lo mejor de cada individuo. Cada sorbo que damos a nuestro ron es un sorbo de esperanza para estos delincuentes pero también para el pueblo venezolano", añade Vollmer, que igualmente recuerda que este programa para la reinserción de presos, puesto en marcha hace ya más de 21 años, le ha permitido fortalecer relaciones con el Gobierno bolivariano de Hugo Chávez, primero, y Nicolás Maduro, después.
Un programa de reinserción en el que los delincuentes no sólo juegan al rugby, sino que también realizan formación profesional —principalmente mixología y coctelería— y se someten a sesiones de psicología. "Mucha gente me tachó de loco al dar la oportunidad a personas tan peligrosas, pero lo preferí antes que dejarlos en manos de una Policía corrupta y de un sistema judicial que no funciona. Tomamos la ley por nuestra mano. Dos décadas después se ha visto que el modelo no sólo funciona, sino que además es imitado e incluso exportado al mundo", finalizó Alberto Vollmer en la entrevista a Libertad Digital.