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Ford B-Max 1.6 TDCI 95 CV Titanium: perfecto para la batalla diaria

Este modelo fusiona las ventajas de los utilitarios y de los monovolumen. Un coche muy práctico y accesible gracias a sus puertas traseras correderas.

Este modelo fusiona las ventajas de los utilitarios y de los monovolumen. Un coche muy práctico y accesible gracias a sus puertas traseras correderas.
Ford B-Max

Ford va un paso más allá en el B-Max con el invento de las puertas correderas. Esta idea la han aplicado ya bastantes marcas, sobre todo en algunos monovolumen de tamaño grande. El mismo Grand C-Max de Ford presenta este tipo de puertas deslizantes para acceder a las plazas posteriores, pero como en otros coches hay un pilar B –el que une el techo y el suelo en la zona central– que separa los asientos delanteros de los traseros. En el Ford B-Max dicha pieza desaparece, lo que le convierte en el modelo de cinco plazas de mejor accesibilidad del mercado.

El Opel Meriva, por ejemplo, ofrece un sistema de apertura opuesta en sus cuatro puertas, pero el pilar B permanece. Y otros modelos, como el Peugeot 1007, ya intentaron una fórmula parecida a la del B-Max pero con sólo dos puertas delanteras deslizantes, lo que obligaba a abatir los asientos delanteros para entrar con comodidad en la parte trasera. Ford, por tanto, ha perfeccionado este tipo de concepto con su easy access door system, que combina dos puertas delanteras de apertura convencional y otras dos traseras de corredera, pero sin que las cuatro queden separadas por un pilar central.

Una fórmula que beneficia principalmente a los pasajeros del asiento posterior, pero que también permite instalar con mayor comodidad una sillita infantil o introducir en el habitáculo un paquete voluminoso. Además, los asientos van más elevados que en un utilitario convencional –no olvidemos que el B-Max deriva del Fiesta–, lo que facilita cualquier operación de entrada o salida del vehículo, y también permite que los pasajeros contemplen mejor el entorno al circular. Incluso el respaldo del asiento del acompañante delantero se puede plegar fácilmente hacia adelante y, como la parte posterior es rígida, permite sentarse sobre ella o apoyar un objeto, con lo que siempre es más cómodo realizar cualquier tarea en las plazas traseras, algo muy útil en familias con niños pequeños.

¿Y hay algún aspecto que mejorar? Pues, por ejemplo, la ausencia de un sistema de accionamiento eléctrico que permita al conductor la operación de cierre de las puertas traseras, ya que los tiradores que hay para ello no se manejan con comodidad cuando los pasajeros ya se han ubicado en el interior. Según parece, Ford ha descartado la automatización del sistema para no encarecer el precio final del B-Max.

Y si alguien piensa en la seguridad en caso de choque lateral, que no se preocupe. Este modelo ha logrado cinco estrellas en los exigentes test de EuroNCAP, ya que sus puertas cuentan con varios refuerzos y un marco especial que hace que funcionen al unísono en caso de impacto para absorber la energía de la misma forma que lo haría el habitual pilar B.

Habitabilidad

La habitabilidad es otro de los puntos fuertes del B-Max, que conserva la misma distancia entre ejes que el Fiesta, pero que es 12 cm más largo y otros 12 más alto, y presenta una correcta cota de anchura en las plazas traseras –no hay reposabrazos laterales–, donde encontramos un asiento central más estrecho y menos ergónomico, como sucede en sus rivales. Los 318 litros del maletero –295 tiene un Fiesta– se aprovechan bien por las formas regulares de la zona de carga, pero están por debajo de lo que encontramos, por ejemplo, en un compacto como el Focus.

En cuanto a las sensaciones al volante en esta versión 1.6 TDCi 95 CV, se pueden calificar de satisfactorias. Los desarrollos de su cambio de cinco marchas no están planteados para una respuesta muy contundente, pero el par de 21,9 mkg mueve con soltura un conjunto que pesa 300 kilos más que el Fiesta. Este B-Max es un monovolumen de carácter tranquilo que gana en agilidad si no dejamos que el régimen de su motor baje de 1.800 rpm, lo que le faculta para moverse a buen ritmo por las vías rápidas próximas a las grandes ciudades.

En un viaje largo, con pasajeros y algo de equipaje, si la orografía es favorable es sencillo rodar a un crucero provechoso, pero cuando surgen repechos exigentes salen a relucir esas relaciones de cambio que mitigan su empuje. Es la contraprestación de un motor que funciona con suavidad en la mayor parte de situaciones –aunque se aprecia algo más de sonoridad que en el Focus– para aquilatar el consumo. Prueba de ello es que en nuestro recorrido habitual este B-Max ha registrado un gasto ponderado de sólo 5,2 litros, un brillante resultado para una unidad con neumáticos 205/45 R17, más anchos que los de serie, y con apenas 500 kilómetros de rodaje cuando cayó en nuestras manos.

Además, no se ayuda de sistema Stop&Start –sólo disponible en el B-Max gasolina de 120 CV– aunque sí cuenta con una serie de medidas que Ford denomina ECOnetic Technologies, como la dirección asistida eléctrica, un indicador de marcha recomendada o el sistema Ford Eco Mode, que refleja si la conducción es eficiente para ahorrar combustible.

La herencia del Fiesta

Y no menos gratificante es su comportamiento. Este pequeño monovolumen hereda del Fiesta el chasis, calcando frenos –de tambor en el eje trasero–, dirección y suspensiones, pero con el refuerzo del Torque Vectoring Control que mejora la motricidad y la estabilidad en curva. Ford ha dado con una puesta a punto sensacional, que aporta eficacia y confort a partes iguales y transmite seguridad en todo momento. Y el puesto de conducción también suma, con una palanca muy bien situada que aporta rapidez y precisión, un asiento que recoge bien el cuerpo y una dirección con asistencia eléctrica que ofrece un tacto excelente.

Por diseño, la parte central del salpicadero recuerda al Focus, con una estética de rasgos tecnológicos y un discutible universo de botones en el equipo de sonido. Enseguida se percibe la calidad en la fabricación, con una mayoría de materiales agradables a la vista y al tacto.

Nuestra unidad disponía del nivel Titanium, con un equipamiento más completo, pero esta variante TDCi 95 CV también está disponible con el nivel más básico Trend –desde 18.300 euros–, que ya ofrece aire acondicionado, bluetooth, volante de cuero, ordenador de viaje, asistente al arranque en pendiente y sistema SYNC. Entre las opciones el amplio techo panorámico o el sistema anticolisión, que frena automáticamente a menos de 30 km/h.

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