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Los Warriors aparecen en la final el día que LeBron vuelve a ser humano (82-103)

Aumentar el ritmo de juego, la aparición de Barnes y Greene en ataque, el partidazo de Iguodala y la humanización de LeBron, claves.

4ª Final de la NBA: Warriors-Cavaliers

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Aumentar el ritmo de juego, la aparición de Barnes y Greene en ataque, el partidazo de Iguodala y la humanización de LeBron, claves.
Iguodala, que llegó a pedir el traspaso por su escaso protagonismo durante la temporada, fue el líder de los Warriors | EFE

Han vuelto. Los Golden State Warriors aparecieron, por fin, en las finales de la NBA. Si el otro día resucitaba Sthepen Curry, hoy era su equipo, esa sinfonía coral, la que volvía a escena. Justo en el momento clave. Comandados por un Iguodala excepcional tanto en defensa -dejó a LeBron James en 20 puntos-, como en ataque -22 puntos con 8 de 15 en tiros, incluidos 4 triples para firmar su anotación más alta de la temporada-, Golden State dio un puñetazo en la mesa en el estado de Ohio.

Era un partido fundamental para el devenir de la serie -con el triunfo los de la bahía de San Francisco ponen el 2-2- y ahí se vio a los verdaderos Warriors, y por primera vez, se notó la pizarra de Steve Kerr -su small ball con Iguodala en lugar de Bogut -lamentable serie la que está completando el australiano de origen croata- en el quinteto inicial fue el factor X del encuentro.

Golden State volvió a recuperar sensaciones espoleados por un ritmo de juego mucho más agitado que en partidos anteriores. Renunció Kerr a la pintura -Mozgov, 28 puntos y 10 rebotes, y la Roca Thompson, 12 puntos y 13 rebotes, hicieron mucho daño bajo tableros -16 rebotes ofensivos entre ambos-, pero el peaje mereció la pena. Hoy se jugó, casi todo el encuentro, a lo que quiso la franquicia californiana.

Otro de los factores fundamentales en el partido fue el desgaste físico de los Cavs. La intensidad extrema mostrada en los anteriores encuentros hizo mella en un equipo que cuenta con una rotación muy corta -sólo 7 jugadores y medio, lo que queda de Mike Miller-. Tanto Dellavedova -salió del Quicken Loans Arena el martes en ambulancia de los calambres que tenía-, como un LeBron humanizado - sólo se jugó 22 tiros de campo y 10 tiros libres- notaron la falta de oxígeno.

Y eso que de partida los Cavaliers, taladrando la pintura con un Mozgov sublime, se pusieron 7-0. Pero pronto se vio que esta película era distinta. Los indios de Cleveland no conseguían su objetivo de jugar en el barro. Los vaqueros de la bahía de San Francisco corrían y enchufaban mucho más. Con un ritmo de juego frenético -donde verdaderamente salen a relucir todas sus virtudes-, y una gran circulación de balón en ataque, los de Kerr ponían distancia en el marcador (24-31 al final de primer cuarto)

Esta vez si daban señales de vida tanto Draymond Greene -17 puntos y 16 rebotes-, como Harrison Barnes -14 puntos y 2 triples-. Incluso Livingston con su jugadita al poste aportaba en ataque. Al descanso 42-54, con los Warriors tocando su mejor sinfonía coral. Y es que ni siquiera necesitaron una buen primera mitad de sus dos metralletas -Klay Thompson volvió a hacer un mal partido y sólo anotó 9 puntos-, y Curry estuvo algo tímido en ataque durante los primeros 24 minutos- para poner tierra de por medio.

El segundo tiempo comenzó con el mismo guión que el primero. Los Cavs ajustaron su defensa, anestesiaron el ritmo de partido y apoyados por Timofey Mozgov y un Lebron James que aprovechó la barra libre en la pintura de Golden State para hincharse a bandejas, los de Blatt se pusieron a un sólo punto.

Ahí supieron sufrir los Warriors. De nuevo demostraron ser un equipo camaleónico y sacaron su versión más obrera. Se pusieron el mono de albañil y realizaron grandes labores de intendencia -apretaron en defensa: el perímetro de los Cavs, Delly, cortacircuitos Smith y Shumpert firmaron un pírrico 7 de 35 en el lanzamiento, y retiraron la alfombra roja a LeBron y sus penetraciones- y trabajando con el martillo pilón -veían aro con extrema facilidad liderados por un Iguodala que recordó al Andre de los Sixers-, sacaron adelante un partido clave.

Al igual que en la segunda parte del tercer partido, la entrada de David Lee -ayudó a cerrar el grifo interior y aportó 9 puntos- y el despertar de Sthepen Curry -se puso el traje de bailarina de Claqué en el segundo periodo para terminar firmado 22 puntos y 4 triples-, fueron claves en el resurgir de los de la Bahía de San Francisco.

Al inicio del último cuarto los Warriors se pusieron 15 arriba y finiquitaron el partido -jamás perdieron una ventaja igual o superior en toda la temporada-. Al final terminaron ganando de paliza (82-103).

Golden State nunca perdió 3 partidos consecutivos y no iba a ser menos en el momento clave de la temporada. Las caras de los jugadores eran distintas. La confianza ha vuelto al equipo campeón de la Regular Season. Estos Warriors se parecen más así mismos.

Lo único que les falta a los de Oakland es juntar un gran partido de los Splash Brothers -Klay Thompson y Sthepen Curry-. Tendrán una nueva oportunidad en el 5º encuentro, un Pivotal Game que se disputa la madrugada del domingo al lunes en el Oracle Arena. ¿Volveremos a ver a LeBron disfrazarse de extraterrestre? ¿Recuperarán sus escuderos la intensidad extrema?

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