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Los Golden State Warriors y el Real Madrid derriban el viejo cliché: el baloncesto ahora es para los pequeños

Los éxitos de californianos y madrileños confirman la tendencia creciente de que se puede ganar sin un pívot referente.

Los éxitos de californianos y madrileños confirman la tendencia creciente de que se puede ganar sin un pívot referente.
El Real Madrid campeón de Europa, un equipo liderado por sus "pequeños" | EFE

Hasta no hace tantos años, y quizá probablemente hoy se siga manteniendo en el pensamiento de muchos aficionados y, muy especialmente, entrenadores del baloncesto moderno, existía la teoría de que un equipo no podía ser campeón si no contaba con pívots absolutamente dominantes, de forma ideal en ambos tableros, pero que al menos lo hicieran en uno de ellos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, no resulta difícil observar cómo el deporte de la canasta está virando hacia otras latitudes, en las que no siempre mandan los centímetros, sino la explosividad y velocidad exterior.

Aún hoy, claro, siguen quedando equipos basados en el poderío interior de los jugadores que llegan donde nadie más puede alcanzar, pero, casualmente, los triunfadores a uno y otro lado del Atlántico de este curso baloncestístico, lo han hecho sin que en la nómina de sus jugadores más destacados en lo que a números y peso estadístico se refiere, aparezca un pívot. Una tendencia que viene ocurriendo en Europa y Estados Unidos en los últimos años, y que esta temporada, Real Madrid y Golden State Warriors se han encargado de refrendar.

Equipos basados en el talento y la velocidad exterior, de los Stephen Curry y Klay Thompson en los californianos, de Sergio Rodríguez y Llull en el Madrid, además de un Rudy Fernández cada año más maduro y con menos necesidad de protagonismo. Por dentro, los hombres claves son jugadores polivalentes, rudos en defensa e inteligentes en ataque, perfil en el que encajarían los Draymond Green o Gustavo Ayón, aunque obviamente aparezca valores seguros al poste, tales como David Lee o Felipe Reyes, que sin embargo también aportan la dureza necesaria en la pista defensiva. Aunque pueda parecer un brindis al sol, si se analizan se verán no pocas similitudes entre ambas plantillas. Sin ir más lejos, en ambos casos, cuando llegaron los momentos decisivos, o vinieron un poco mal dadas, los pívots más clásicos, lentos y pesados, Andrew Bogut y Ioannis Bourousis, desaparecieron del ecosistema. Otra coincidencia más.

En la entrevista que mantuvo Pablo Laso en esRadio tras vencer la Euroliga, declaró su opinión sobre la ausencia de pívots de poste verdaderamente dominantes en Europa, más allá Schorsanitis y el pujante Marjanovic, nuevo valor del Estrella Roja. Él mismo tuvo a Tomic, desde luego menos determinante de lo que es hoy día, pero suya fue la decisión de dejarle marchar. Bien es cierto que en la misma entrevista aclaró que para él "Tomic no es un jugador dominante clásico al poste, es otro tipo de pívot", pero el hecho es que el Real Madrid que vemos actualmente es fiel reflejo de lo que el vitoriano ha querido desde el momento en que prefirió tener a un Marcus Slaughter en nómina, un tipo grande capaz de defender a cualquiera (como Ayón), a un Tomic que amasase la pelota y al que surtir de balones.

El estilo blanco, por el contrario, pasa por interiores que no necesiten tanto tocar el balón, nada egoístas, y que surtan de balones a los exteriores llegado el caso, en un juego cada vez más colapsado por la línea de tres puntos. Tanto los campeones europeos, como los flamantes poseedores del anillo, basan gran parte de su anotación en el lanzamiento exterior.

No cabe duda de que el baloncesto está cambiando. Pocas modalidades evolucionaron tanto con el paso de los años como el deporte de la canasta. Tanto en reglamento, como en organización. Pero ahora ha llegado el momento de que ello pueda llegar a afectar incluso al eterno y más longevo cliché asociado a este maravilloso juego. Ese de que "es un deporte para altos". ¿Será verdad, que al fin, ha llegado la catarsis?

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