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Joe Hammond, el hombre al que la NBA se le quedaba pequeña

Los Lakers se lanzaron a por él como solución a los invencibles Celtics. Hammond rechazó la oferta porque ganaba mucho más traficando droga.

Los Lakers se lanzaron a por él como solución a los invencibles Celtics. Hammond rechazó la oferta porque ganaba mucho más traficando droga.
Joe Hammond | Archivo

Probablemente, el nombre de Joe Hammond diga muy poco en España. Sin embargo, en Nueva York evoca grandes recuerdos a aquellos que tuvieron la suerte de verle jugar. No llegó a ningún equipo de instituto. Tampoco a la NBA, aunque se pelearan por él. Pero está considerado uno de los más grandes jugadores de baloncesto callejero en la historia. Un hombre que rechazó ser una estrella, porque era feliz con la vida que tenía. Aunque eso le acarreara grandes problemas en el futuro.

Considerado uno de los cinco mejores jugadores de la historia del baloncesto callejero. Pero para muchos simplemente es el mejor. Porque los demás tuvieron la oportunidad de la NBA y no consiguieron lo que se esperaba. De Hammond nunca se sabrá.

Complicado desde el comienzo

Hammond nunca pisó las clases. Su escuela eran las ligas de verano de Harlem. Su primer curso fue en el Torneo de Rucker, oportunidad que aprovechaban la mayoría de jugadores de instituto para mejorar y darse a conocer. Hammond era quien más brillaba entre todos ellos, por su lanzamiento, su intensidad, y sobre todo sus mates… Por eso fue conocido como ‘El destructor’.

Estamos hablando de un jugador que en aquellos partidos solía meter 40 o 50 puntos por partido, incluso cuando se enfrentaba a jugadores profesionales. Especialmente recordado es el día que se midió a un tal Julius Erving, cuando éste estaba arrancando su carrera en la NBA.

Hammond anotó 50 puntos por 39 de Julius Erving, en un duelo que aún hoy es recordado, y recibió el premio a mejor jugador del campeonato. Y eso que había llegado a la cancha en el descanso… Un duelo que por cierto relata a la perfección Gonzalo Vázquez en su serial sobre leyendas del playground.

Tras aquellas continuadas exhibiciones, Los Angeles Lakers se desplazaron expresamente hasta Nueva York para abordar su fichaje. Llevaban tres temporadas consecutivas siendo subcampeones, y pensaban que con Hammond podían dar con la pieza que les faltaba.

Se acogieron a la Hardship Clause (de cuyo ‘creador’ ya hemos contado aquí la historia), que permitía contratar jugadores que no hubieran terminado sus estudios, y le ofrecieron a Hammond una suculenta oferta: 50 mil dólares, un coche y una casa en Los Ángeles, un lujo que supuestamente no podría despreciar.

Pero Hammond rechazó. No le importaba ni lo más mínimo que una franquicia como los Lakers se hubieran interesado en él. La oferta no le convencía: tenía debajo del colchón de su cama mucho más dinero conseguido a través de la droga que traficaba. Hablamos de uno de los narcos más importantes del este de Harlem en los años setenta.

"Aquellos tipos debían pensar que le estaban ofreciendo el mundo a un miserable negro del guetto pero yo no necesitaba para nada su dinero. Vendía droga y jugaba a los dados en la calle desde que tenía diez años. Con quince tenía una cuenta secreta de mi padre en el banco de unos 50 mil dólares y cuando los Lakers me hicieron la oferta tenía unos 200 mil pavos en mi apartamento. Yo ganaba miles de dólares vendiendo heroína, cocaína, 'crack' y marihuana. ¿Para qué necesitaba los 50 mil dólares de los Lakers? Lo único que hice fue decirles que yo merecía lo mismo que sus jugadores porque en realidad era mucho mejor que la mayoría de ellos, pero rechazaron pagarme más. Ellos no podían entender cómo un pordiosero podría estar regateándoles así y por supuesto tampoco yo les dije por qué".

Lo que otros habrían soñado fue algo que Hammond rechazó hasta la saciedad. Pero aquello también sirvió para que nadie más quisiera nunca contratarle. Siguió jugando en la calle, siguió traficando y amasando dinero. Pero poco a poco, tanto uno como otro se fueron agotando…Las nuevas hordas delictivas le adelantaron en el negocio, y los jóvenes jugadores que acudían a Harlem le iban ganando terreno. No en la calidad, imposible; pero sí en el físico y la velocidad.

Hasta que se encontró solo. Entonces recurrió a todo su dinero para rodearse de gente y despilfarrarlo en juergas, aventuras y mujeres. Poco después, seguía solo, y ahora sin un duro. Cuando intentó volver al negocio, ya consumía demasiado como para sacar algo en limpio. "Ahora miro atrás, y veo que fui un cabezahueca".

Y así, comenzó el declive del que pudo ser uno de los más grandes, pero nunca quiso. Pensó que con el tráfico de drogas podría ganar mucho más dinero para siempre. Se equivocó. Hoy, malvive después de pasar un par de ocasiones por prisión, en lugar de ser recordado como una leyenda de la NBA.

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