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El tenis masculino español, ante la travesía del desierto

Tras pasar los mejores años de su historia, el tenis masculino español afronta dudas en su próxima generación.

Tras pasar los mejores años de su historia, el tenis masculino español afronta dudas en su próxima generación.
Nadal, el gran referente de la generación dorada del tenis español | EFE

Desde el ocaso deportivo y la retirada de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, el tenis femenino español ha pasado por momentos muy delicados, en los que prácticamente ninguna jugadora era capaz de competir al primer nivel de forma regular, y sólo los mejores momentos de Vivi Ruano y Anabel Medina, tanto en individuales como en dobles, salvaron la situación durante bastantes años. Ahora, la aparición de Garbiñe Muguruza,y la definitiva explosión de Carla Suárez, vuelven a ser un punto de apoyo vertebrador para el éxito en las féminas españolas, con la joven Paula Badosa, ganadora del Roland Garros junior, apretando fuerte por detrás.

Sin embargo, el escenario en el sector masculino, empieza a tornarse preocupante. Bien es cierto que todavía hoy hasta 12 jugadores españoles se mantienen entre los 100 mejores de la ATP, y que, en el más alto nivel, aún deberían quedar buenos años para Rafa Nadal y quizá también para David Ferrer. No se deben obviar tampoco los buenos resultados en las últimas temporadas de Feliciano López, Tommy Robredo, o un Roberto Bautista-Agut de explosión tardía. Pero lo que es indiscutible es que el panorama para la raqueta española en el medio plazo resulta bastante poco alentador.

La generación de oro del tenis español, como ocurre con el baloncesto, parece envejecida. Ferrer, Feliciano y Robredo superan ampliamente los 30 años. Verdasco también ha superado la treintena ya, como Guillermo García-López. Nadal y Almagro lo harán próximamente. Cuando esto ocurrió con los Sergi Bruguera, Carlos Moyá, Álex Corretja, Albert Costa, o Juan Carlos Ferrero, siempre hubo un pujante relevo por detrás, pero, ¿Ahora?

En estos momentos, la incertidumbre es sin duda la nota predominante. Aunque lleve tiempo sin irrumpir una gran raqueta joven en el circuito mundial, en el que Raonic, Dimitrov, Kyrgios o Coric son las principales esperanzas de futuro, aún más peliagudo es el panorama en nuestro país. El citado caso de Bautista-Agut es un gran ejemplo de madurez que se hace esperar. Desde la temporada 2014, el castellonense viene logrando grandes resultados, se ha instaurado entre los 25 mejores del mundo, y ya ha debutado en Copa Davis, pero cuenta ya con 27 años, por lo que parecería muy arriesgado fiar la próxima generación en sus manos.

Así pues, ¿Hacia qué nombres mira el tenis español? De entre los jóvenes, el más maduro parece Pablo Carreño, reconocido como el jugador más mejorado del circuito mundial en 2013, pero al que le esta costando la explosión definitiva, y sigue fuera del Top-50 mundial a sus 23 años. Otros nombres que se miran de cerca son el granadino Roberto Carballés y el catalán Jordi Samper, en los que hay puestas fundadas esperanzas de que puedan ser jugadores competitivos, aunque ni mucho menos se pueda aventurar que vayan a estar en la elite mundial.

Por ello, el aficionado español debe disfrutar cada sorbo de lo que aún pueda dar la mejor generación que nunca haya habido en el país. Cada resto de Ferrer, cada puño al aire de Nadal, cada revés de Almagro, los aces de Feliciano y la irreverente derecha de Verdasco, así como la madurez infinita del eternamente joven Tommy Robredo. Háganlo, porque quizá, cuando desaparezcan, nadie venga a ocupar su lugar. Y si no, que le pregunten a las chicas, donde la travesía del desierto fue sin duda demasiado larga.

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