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Cocaína, orgías e intentos de suicidio: la tormentosa vida de Bjorn Borg contada por su exmujer

"Iba por la calle y le pedía droga a cualquier transeúnte", relata Loredana Berté sobre el extenista, con el que estuvo casada durante cuatro años.

"Iba por la calle y le pedía droga a cualquier transeúnte", relata Loredana Berté sobre el extenista, con el que estuvo casada durante cuatro años.
Bjorn Borg y su exmujer, la cantante Loredana Bertè. | Cordon Press

La excantante italiana Loredana Bertè, quien fuera mujer de Bjorn Borg entre 1989-1993, ha publicado su autobiografía donde cuenta varios aspectos de su vida con capítulos dedicados a su relación con el tenista en una de sus épocas más oscuras. Drogas, orgías, armas de fuego, intentos de suicidio... Loredana no se deja nada en el tintero en este libro, titulado Traslocando. E andata cosi (Movimiento. Y así fue).

"A principios de los años 90", relata Loredana," su obsesión por la cocaína se había vuelto irremediable. Se había convertido en un peligro social", cuenta Bertè al inicio del capítulo que habla sobre Borg. "En Milán, Borg se bajaba en medio de la calle y le pedía droga a cualquiera que pasara por allí. Se quería meter. No le importaba nada, ni la reputación ni las consecuencias. Un día, cuando estaba en condiciones precarias, para evitar un escándalo, lo llevé con unos amigos transexuales y les dije: 'Cuidádmelo por dos días. Pago todo yo, pero llevároslo de aquí'".

Loredana habla del extenista como "una marioneta con gafas de sol" y "un hombre perdido". "Era una ruina", en aquellos tiempos en los que estuvieron juntos y que le pedía constantemente dinero en metálico para sus vicios. "Me pedía cinco millones de liras en contante y luego me informaban de que se había metido una caja entera de Rohypnol, la droga de los violadores. No cambiaba, siempre era lo mismo. El mismo hombre que en el 89 intentó suicidarse y se salvó por una limpieza de estómago".

Bertè cuenta historias que sucedían entre los dos. "Hacíamos juegos extraños. Desafíos entre dos locos como nosotros. Una vez me metió una pistola en la boca para jugar a la ruleta rusa. En el 91, para ver que yo también era capaz de tirar la casa por la ventana, me metí cien barbitúricos".

La cantante explica que debía haberlo dejado mucho antes con Iceborg. "No teníamos nada que decirnos. Todo estaba acabado mucho tiempo antes. Para intentar encontrar una pulsión erótica, Bjorn me decía que deberíamos probar a tener sexo con otra persona. Quería hacer una orgía y a mí me daba asco sólo de pensarlo".

Para cumplir su fantasía, Borg eligió un hotel en Palm Springs. "Alquiló toda la segunda planta para llenarla de prostitutas. Llamó personalmente a recepción y les pidió que se aseguraran de traerle chicas muy putas. Me daba asco. Se presentaron varias con abrigos de piel y fustas en las manos. Él se me acercaba de manera melosa y me intentaba convencer para hacerlo. 'Debes dar un paso adelante, Loredana, un salto mental', me decía. Yo fui seca. 'Tú eres tonto, yo te reviento la cabeza', le contesté. Me fui de allí y dormí por mi cuenta en otra habitación. A la mañana siguiente pedí en recepción una limusina para irme de allí. Me fui a Los Angeles a un hotel. Allí tiré la televisión al suelo, descolgué el teléfono y me tiré en la cama con los ojos llorosos. Todo había acabado. Para siempre. Sin saberlo, Bjorn Borg, el gran chico sueco con el que había soñado para sublimar el amor perfecto, se había perdido mucho tiempo atrás".

Pero esta afición a las drogas no sólo la tenía en la época en la que estuvieron casados, cuando Bjorn ya estaba retirado, sino que Loredana explica que el sueco también se drogaba cuando jugaba. "Su dependencia de la cocaína era monstruosa. Por culpa de la cocaína dejó ganar a McEnroe en la final de Wimbledon en 1981, para vergüenza de su madre que ya había hecho espacio en su casa para la copa".

En otro de los capítulos, Bertè cuenta un episodio vivido en la Casa Blanca, cuando George Bush padre era el presidente de Estados Unidos, que invitó a la pareja a pasar unos días. "Nos invitó el propio George Bush, el jefe de la CIA. Me pareció un belicista, un mentiroso y un sinvergüenza. Desde el primer momento que entré noté que quería dejarme de lado. Borg tuvo que jugar una partida de tenis junto a Bush hijo y su mujer me miraba seria, muy preocupada. Mientras, me invitan a ver el Despacho Oval. Allí había un enorme mapa del mundo de madera con algunos imanes color rojo sobre la ciudad de Moscú (...) Me llevan fuera para ver jugar a Borg y Bush, pero, tras un par de intercambios, comienza a llover. Bush entonces se acerca a Borg y le sugiere de terminar la partida en una habitación privada. 'Así me ganarás', le dijo en voz baja a Bjorn, que a su vez contestó: 'Y yo llamo a un par de chicas de un club (...) Durante una de las cenas en la Casa Blanca se encontraban allí un par de invitados de honor. Eran los Bin Laden, padre e hijo. Se movían como grandes amigos de la familia. Tenían negocios con él (Bush) y no hacían nada para ocultarlo".

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