Estos días arranca el Campeonato de Wimbledon. Uno de los cuatro Grand Slam que se disputan a lo largo del año. Para muchos, el más importante de todos. Y el más antiguo: se disputa desde 1887.
Seguro que se habrán fijado: durante las tres semanas que dura el torneo, todos los tenistas y las tenistas que participan visten de blanco. No es casualidad: es una norma del campeonato. Pero, ¿por qué?
Todo se debe, precisamente, a la antigüedad del torneo. Cuando arrancó, allá por el mes de julio de 1877, los miembros del "All England Lawn Tennis and Croquet Club", que fueron quienes lo disputaron, vistieron todos de blanco. Simplemente por estilismo. O por clasismo, se podría decir. Por aquel entonces las clases más pudientes –que eran, al fin y al cabo, las que jugaban al tenis– vestían de blanco para mostrar al resto precisamente eso, que eran de clase alta.
El blanco era un color pulcro. Limpio. De gente ‘que no se ensuciaba’. Mientras que los trabajadores vestían con colores, pues de ese modo disimulaban mejor las manchas que continuamente padecían al realizar sus labores.
Así que, efectivamente, aquellos primeros tenistas que jugaron en Wimbledon lo hicieron de blanco, para mantener aquel distintivo. Algo que, conviene reseñar, no era algo exclusivo ni de Wimbledon ni del tenis.
Con el paso de los años, y con la apertura del Campeonato a tenistas de otras procedencias, se fueron incorporando otras vestimentas. Aunque los miembros del All England Lawn Tennis and Croquet Club seguían abogando por el uso del blanco.
Hasta el punto que en 1963, y al ver que aquella idea se iba perdiendo, la organización decidió incorporar una nueva regla: la vestimenta de todos los tenistas y las tenistas debía ser blanca.
Hecha la ley, hecha la trampa: a finales de los 80 y comienzos de los 90 los tenistas, buscando romper con la norma, comenzaron a usar diferentes tonalidades de blanco (perla, crema,hueso…). Así que en 1995 se estipuló que todos los competidores debían vestir "de blanco puro". En 2014, además, se incluyeron también todo tipo de accesorios, prendas íntimas, e incluso las suelas de los zapatos.
"Los competidores deben vestirse con un atuendo acorde para el tenis que es completamente blanco y esto se aplica desde el momento en el que el jugador entra en los alrededores de la cancha", establece exactamente el reglamento.
Una norma que se sigue manteniendo hasta hoy, aunque en los últimos años se han ido haciendo pequeñas concesiones: se puede ver la marca deportiva de la vestimenta (con un tamaño que no se considere excesivo), y también pequeñas franjas, siempre que estas no superen el centímetro de grosor.