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La natalidad y las reformas explican la nueva 'oleada migratoria' a Alemania

Dos variables explican la necesidad de mano de obra extranjera por parte de Alemania: su baja natalidad y su mayor flexibilidad laboral.

Que Alemania demande trabajadores extranjeros no es algo extraño. La crisis demográfica que padece desde hace años y las reformas estructurales impulsadas durante la última década explican, en gran medida, esta necesidad de mano de obra foránea.

En concreto, Alemania precisa, al menos, 500.000 inmigrantes anuales para mantener su economía y evitar el envejecimiento de la población, según aseguraba el presidente del Instituto Alemán de Estudios Económicos (DIW), Klaus Zimmermann, a finales de 2010.

"A partir de 2015 perderemos cada año 250.000 trabajadores. Entonces faltarán ya en el mercado tres millones de empleados, sobre todo fuerzas cualificadas. A la vez, los trabajadores serán cada vez mayores y aumentará el número de los no cualificados". Además, el retroceso de la población traerá consigo "un descenso del Producto Interior Bruto. El bienestar se reducirá, sobre todo en regiones despobladas como Mecklemburgo-Antepomerania. Nuestros sistemas de seguros sociales, como las pensiones, se verán financiados por cada vez menos trabajadores, lo que traerá consigo graves problemas financieros", advertía.

"Esto significa que habrá que incrementar la edad laboral hasta los 70 años. Y ni siquiera esto será suficiente. Necesitamos urgentemente mano de obra e inmigrante del extranjero, como mínimo 500.000 al año para asegurar nuestra economía", subrayaba entonces Zimmermann.

Estas estimaciones se han visto ratificadas por el reciente anuncio del Gobierno de Angela Merkel, que incide en la necesidad de incorporar entre 500.000 y 800.000 empleados, sobre todo ingenieros, arquitectos y técnicos, durante los próximos meses. Alemania, con un crecimiento económico del 3,6% y una tasa de desempleo de 6,9%, necesita incorporar cientos de miles de empleados cualificados para cubrir puestos en sectores como la ingeniería o las telecomunicaciones.

Esta demanda de trabajadores incluirá también la posibilidad de ofrecer trabajo a jóvenes españoles, siempre y cuando cumplan una serie de requisitos. De hecho, este tema será tratado durante la cumbre hispano-alemana prevista para el 3 de febrero en Madrid.

Hemorragia demográfica

Y es que, tal y como advertía el Instituto Alemán de Estudios Económicos, la población alemana resulta insuficiente para cubrir el aumento de las tasas de empleo propias de una economía que, en la actualidad, crece a buen ritmo. "Cada año hay menos alemanes, y los que quedan peinan más y más canas", según un informe demográfico elaborado por Alejandro Macarrón Larumbe, consultor de estrategia empresarial y corporate finance.

"Alemania lleva perdiendo población nativa desde, por lo menos, 1998". Es decir, el número de defunciones supera de un modo creciente al de nacimientos, acumulando ya una pérdida de población próxima a las 1,4 millones de personas hasta 2009. De hecho, "desde 2003 la inmigración ya no compensa la merma de población nativa".

De este modo, "en Alemania ya faltan cerca de 20 millones de personas con menos de 40 años para que por debajo de esta edad hubiese una estructura de edades rectangular, con la misma gente en todas las cohortes", incide el estudio. "Y harían falta al menos 33 millones de personas con menos de 40 años para que Alemania tuviese, por debajo de esta edad, una pirámide de población con una cierta pendiente (la mitad de pronunciada que la que hay en promedio entre las cohortes de 40-44 años y 65-69 años). Son cifras mareantes", advierte.

Es decir, Alemania carece de población nativa suficiente para se produzca el necesario relevo generacional. Sin embargo, este fenómeno no es, desde luego, exclusivo de la economía germana. España afronta su particular depresión demográfica, al igual que otros países desarrollados tales como Japón, o los países del este de Europa -la población de Ucrania pasó de 52 a 46 millones de personas entre 1993 y 2009-.

Reformas estructurales

Pero si algo diferencia a Alemania de España son, sin duda, las profundas reformas económicas aplicadas durante la última década, sobre todo, en materia laboral. De ahí que, no sólo los alemanes no tengan que emigrar sino que, además, las empresas germanas tengan que demandar mano de obra cualificada extra.

"Alemania lleva años haciendo reformas estructurales para mejorar la productividad y competitividad de sus empresas, y ha logrado relanzar su formidable maquinaria económica, tras casi 20 años de estancamiento económico estructural por haberse pasado de generosos con su Estado de Bienestar y con sus compatriotas orientales" tras la reunificación del país, indica Macarrón.

Mayor flexibilidad laboral

La Bundesagentur für Arbei (Agencia Federal de Empleo) no termina de dar crédito a las extrañas fuerzas que están operando en el mercado laboral alemán. Han pasado de dar malas noticias durante más de diez años a ver cómo la industria nacional importa trabajadores del extranjero.

Un tercio de los nuevos trabajos creados en Alemania viene de las agencias de empleo, empresas privadas que buscan trabajo para los más cualificados. No es, con todo, el único sector que sube. El auge económico alemán demanda también empleados en la construcción, la restauración y el sector sanitario. Las empresas se aprovechan de la recién adquirida flexibilidad laboral que ofrece la legislación alemana desde la aprobación de los planes Hartz.

Los datos son concluyentes. Más de un 75% de los nuevos empleos (los generados en el último año) son a tiempo completo, lo que prueba que los empresarios intuyen que la bonanza no es flor de un día. A lo largo de la última década, los sucesivos gobiernos alemanes han ido abriendo el abanico de nuevos tipos de contratación. Uno de los modos que encontraron para mantener el desempleo a raya en los peores años de la recesión fue promover la contratación temporal y los horarios partidos. Cuando una empresa iba mal se la invitaba a llegar a acuerdos con los sindicatos para reducir el horario y reducir la carga salarial sin verse obligada a efectuar dolorosos despidos masivos como los que, de 2008 a esta parte, se han hecho tristemente célebres en España.

Con lo que los empresarios alemanes se han quedado es con la temporalidad, útil herramienta traída del otro lado del Atlántico, que está obrando milagros en las cifras de paro, que, en plena crisis internacional, rondan el 7% de la población activa más numerosa de Europa, unos 40 millones de personas. De los contratados durante el último ejercicio, las tres cuartas partes han firmado contratos temporales, lo que coloca a los trabajadores alemanes en una dinámica de empleo poco continental y muy norteamericana.

No tienen el mismo trabajo para toda la vida pero, al menos, tienen trabajo, y además bien remunerado. Lo que más se demanda en Alemania son empleos con un alto nivel de cualificación que cubran las bajas que dejan los jubilados o que formen parte de la expansión de las empresas. Lo que a estas alturas parece más que obvio es que si los empresarios alemanes no encuentran esa mano de obra dentro del país la van a buscar fuera, a países de la Unión Europea como Irlanda, España o Portugal que están enviando a sus titulados superiores a la cola del paro.

Las regiones punteras del país, las que concentran las principales industrias, se encuentran actualmente en lo que se podría denominar pleno empleo técnico: Baden-Württemberg, estado donde se encuentran sedes como la de Mercedes, Bosch o Porsche, cerró 2010 con un irrisorio 4,3% de tasa de desempleo; Baviera, hogar de BMW, Siemens y Audi, fue más lejos aún, con sólo un 4% al cierre del año; Hessen, estado en el que se encuentra Fráncfort, capital del euro y de la banca, está en el 6,5%; Renania del Norte-Westfalia, el estado más poblado industrial del país, en el 8,1%; Baja Sajonia, patria chica de los Volkswagen, en el 7,1%; Renania-Palatinado, en el 5,4% y la ciudad libre de Hamburgo, principal puerto de Alemania, en el 7,4%. Así pues, el motor del país -los antiguos länder de la RFA- tira con fuerza.

Mientras, en el este la situación es diferente, aunque no dramática: sólo Berlín, Brandenburgo y la costa del Báltico, feudos de la izquierda alemana, se acercan -aunque no superan- las tasas "españolas", con un 12,8%, 10,7% y un 12,7%, respectivamente.

La ventaja que tiene Alemania (y que no tiene España) es que sus regiones más atrasadas son también las menos pobladas. Así, Brandeburgo tiene sólo unos dos millones y medio de habitantes frente a los 18 millones de Renania del Norte-Westfalia. Ambos estados tienen una superficie similar. Esto ha hecho posible que el número absoluto de desempleados esté en torno a los tres millones en un país de 82 millones de habitantes.

Sólo un dato que lo resume todo. El número de puestos vacantes que la Agencia Federal de Empleo estima para el mes pasado está a los mismos niveles que en el mes de febrero de 2007, momento cumbre de la expansión económica que precedió a la crisis.

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