Invocando al llamado diálogo social, el Gobierno estuvo dos años sin aprobar una reforma laboral reclamada unánimemente dentro y fuera de España. Finalmente, por las presiones desde la UE, ha sido el Ejecutivo el que la ha aprobado con un decreto que tiene aún muchos cabos sueltos.
Uno de los protagonistas de estos meses de negociación ha sido Celestino Corbacho, el ministro de Trabajo a quien todas las quinielas ven fuera del Gobierno próximamente. Este domingo, en una entrevista en El País, admite entre líneas el error de empecinarse, como ha venido haciendo el presidente, en dilatar las negociaciones entre sindicatos y CEOE en busca de un acuerdo que finalmente no llegó.
Corbacho insiste en que la reforma no servirá para crear empleo "sino para evitar que se destruya" y confiesa que si se hubiera aprobado antes, "podría haber ayudado a contener una parte del empleo que se ha destruido". Añade que no se hizo antes "porque el Gobierno identificó que había que hacer esa reforma en el marco del diálogo social".
El periodista intenta, con poco éxito, que Corbacho aclare los puntos que siguen oscuros en la reforma laboral. En concreto, alude al despido objetivo y a las condiciones que permitirán al empresario utilizarlo. A la pregunta de qué entiende por "resultado negativo" en una empresa, término utilizado por el Ejecutivo para referirse a la condición para acogerse a él, responde Corbacho: "Por un resultado negativo entiendo lo que entendemos todos por un resultado negativo". Después, aclara que aluden a "causas económicas racionales" que, en todo caso, dependerán de que así lo vea también un juez.
El ministro insiste a lo largo de toda la entrevista en convencer de que él no ha abaratado el despido y se refiere también a la huelga de los sindicatos. Reconoce Corbacho que "han dado muestras más que sobradas de una altísima responsabilidad" y no se muestra preocupado por la huelga, aplazada hasta otoño.
Insiste en que no le preocupa dejar de ser ministro y, de hecho, considera que está al frente del "peor ministerio, aguantando ahí, sin perder la fuerza", en lo que parece, casi, una petición de auxilio. Reticente, viendo los resultados, a dar una cifra sobre la cota que alcanzará el paro, se refiere a la reforma de las pensiones y al documento enviado por el Gobierno a Bruselas en el que se aludía a ampliar el periodo de cómputo. Sobre ello, zanja la cuestión diciendo que no sabe lo que se dijo a Bruselas. "No soy el ministro que habla con Bruselas", aclara.