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Endesa desaparece engullida por la estatal y endeudada Enel

Endesa se integra irremediablemente en Enel, una empresa italiana propiedad en un 30% del Estado italiana y cargada con una deuda de 51.000 millones de euros que piensa enjugar con los activos de la ex eléctrica española. 

La que un día fue primera eléctrica española y multinacional de bandera pertenece a Enel, una empresa italiana controlada por el Estado. El triste sino de la compañía española lo marcó José Luis Rodríguez Zapatero cuando, en la anterior legislatura, entregó en bandeja de plata la empresa presidida por Manuel Pizarro al Gobierno italiano, el del Berlusconi, vía la familia Entrecanales, dinastía político-empresarial bien recibida en Moncloa y siempre al quite para llevarse un pelotazo con apoyo político.

Fueron ellos, los Entrecanales y su Acciona, los que hicieron el gran negocio liquidando su parte y llevándose una jugosa plusvalía de casi 2.000 millones de euros. Enel, una compañía participada en un 21% por el ministerio de finanzas italiano y un 10% por una caja pública, pésimamente gestionada y cargada de deudas, se comió el pastel que los jóvenes turcos del ministerio de Industria le pusieron delante de sus narices.

Fue un extraordinario festín que, sin embargo, le está costando mucho digerir. Enel pagó muy cara la acción de Endesa; de hecho, lo hizo endeudándose y ahora, casi tres años después del atracón, tiene que ir amortizando como pueda esa insoportable carga.

A Endesa, pues, le queda sólo un camino: desaparecer engullida por sus actuales dueños y asumir los costes que eso supondrá para la numerosa plantilla de Endesa. Algunas de las divisiones de Endesa ya han sido integradas dentro de Enel como, por ejemplo, la división de Trading de energía. Endesa disponía de su propia división con su propio personal, hoy, el Trading de Endesa es historia y sólo existe el de Enel. Una ecuación sencilla: los trabajadores españoles pierden, los italianos ganan, y, paradójicamente, todo por culpa del presidente de Gobierno español.

Como sucursal que es de una compañía extranjera con sede en Roma (Enel fue fundada como monopolio por el Estado italiano), todas las decisiones importantes se toman allí, y no en el madrileño Campo de las Naciones. Su presidente, Borja Prado Eulate –hijo de Manuel Prado y Colón de Carvajal–, ejerce de relaciones públicas y copia al dictado lo que le dictan los ejecutivos italianos desplazados hasta Madrid. La meta, a la que Prado se apunta entusiasta, es la desintegración completa de Endesa, o alterando los términos, su absorción por parte de una empresa estatal, elefantiásica y endeudada que ni siquiera tiene su página web en castellano.

El desmontaje de Endesa

Después de las turbulencias que han vapuleado a Endesa en los últimos cuatro años panorama es desalentador. Estrangulada por sus dueños y sin apenas inversiones, sería la ex empresa española la que correría con el saneamiento de Enel, que actualmente tiene una deuda de 51.000 millones de euros. Todo hace suponer que la liquidación de esa deuda correrá a cargo de la rentable Endesa, modelo de gestión durante muchos años. Como primer y más temido efecto secundario, podría producirse un impresionante recorte de personal que afectaría a la plantilla española y no, naturalmente, a la italiana.

La más que posible entrega de los activos en energía renovable de Endesa a su dueña implicaría una descapitalización de la primera, obligada a acometer desinversiones por sus nuevos amos italianos, cuyos intereses en España representa el hijo de Prado y Colón de Carvajal, su equipo directivo y un Consejo de Administración que padece una metástasis de italianos. Y es un italiano, Andrea Brentan, el que manda de verdad en Endesa, “y mucho”, según aseguran desde en interior de la empresa. Brentan entró como consejero en Endesa en tiempos de Entrecanales y se hizo con el poder absoluto de la eléctrica a raíz de la salida de éste, hoy es Consejero Delegado ejecutivo y omnipotente.

Brentan es, según parece, el piloto del desmontaje de Endesa, cuyas piezas aún útiles pasarán a sustentar el edificio de Enel. Probablemente por esa razón Giorgio Napolitano, presidente de la República Italiana, le concedió el verano pasado la “Orden de la estrella de la solidaridad italiana”, un galardón que el presidente concede a los que han hecho, desde fuera de Italia, una importante contribución al desarrollo del país. Y Brentan, sin duda, a costa de Endesa, está contribuyendo al desarrollo de Italia.

Entretanto, Endesa, que no es ni sombra de lo que fue, calla y otorga asegurando en una perífrasis propia del que ya ha pecado y no quiere admitirlo que “en la actualidad no existe ninguna decisión definitiva sobre esta hipótesis de trabajo”. Pero no, fuentes de la máxima solvencia han revelado a Libertad Digital que el objetivo es “integrar a Endesa en Enel, lo que supone una buena decisión empresarial aunque no deja de ser triste como país, porque Endesa era una gran multinacional española y hoy ya no es más que una extremidad del Estado italiano”.

Los italianos han arrasado de este modo una compañía que era muy rentable y de capital nacional, una empresa modelo internacionalizada que generaba valor para sus accionistas y riqueza para el país. Lo que, en unos cinco años, quedé del otrora radiante emblema de la globalización a la española será puramente testimonial. La economía nacional, muy escasa de multinacionales, y los trabajadores deben agradecérselo a Zapatero que fue quien abrió la caja de los truenos hace ya un lustro cuando, desde el ministerio, se propició una opa hostil a la eléctrica para entregársela a Gas Natural. La operación salió peor que mal y hoy los únicos beneficiados de todo aquel jaleo son, por este orden, la familia Entrecanales, la endeudada Enel y la miríada de directivos, con Borja de Prado a la cabeza, que facilitan la fagocitación. Todos los demás han perdido en la jugada, empezando por los empleados de la empresa y terminando por la ciudad de Madrid, que ve como una importante multinacional desaparece.

Enel Greenpower

El primer capítulo en la italianización acelerada de Endesa se escribirá en breve con el traspaso de sus activos “renovables” a una tercera compañía que nada tiene que ver con Endesa y sí con la casa matriz. Se llama Enel Greenpower, una sociedad creada hace dos años para gestionar y sacar buena tajada de parques eólicos y solares, centrales geotérmicas, de biomasa e hidroeléctricas. De este modo, los 804 megavátios “verdes” que posee Endesa pasarían en su totalidad a Enel Greenpower. Una vez engordada con los activos españoles, la empresa podría salir a bolsa con objeto de reducir la deuda del armatoste estatal del que depende.

Este no sería, con todo, el primer tijeretazo en el patrimonio renovable de Endesa. Cuando Acciona salió del capital de la eléctrica se llevó consigo otros 2.000 megavátios eólicos y minihidráulicos. Los esfuerzos de una década han quedado en nada y sirven ahora para cubrir deudas ajenas. Era lo que los mejor informados ya se figuraban cuando se produjo la entrada de la eléctrica italiana de la mano de Acciona en el accionariado de Endesa, lo que no se esperaba es que el proceso de desmantelación iba a ser tan rápido.

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