(Libertad Digital) Al igual que en la peor semana de la ministra de la Vivienda, María Antonia Trujillo, en el mes de octubre que la han dejado como un cadáver político tras su frustrada dimisión, la semana pasada corrió como la pólvora en los mentideros políticos la posible dimisión del vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, y presunto hombre fuerte y creíble de Zapatero. Las continuas desautorizaciones llegaron a su máximo nivel con la polémica del Salario Mínimo Interprofesional y la operación de asalto al BBVA –con sus declaraciones de españolidad incluidas–. Detrás de ambas se ve la mano de Miguel Sebastián, jefe de la Oficina de Economía de Presidencia, ente no oficial pero que asesora a Zapatero, sobre el que mantiene una fuerte influencia.
El jueves 12 de enero por la mañana, fuentes cercanas a Economía, confirmaron a
El Semanal Digital, que la sede de su Departamento recibió cerca de un centenar de llamadas intentando confirmar lo que, al final, resultó ser un chisme. La dimisión del vicepresidente económico. Sin embargo, desde su propio gabinete expresaron a ese medio sus dudas sobre si estos sucesos no han dejado a Solbes como damnificado y en otros medios se ha especulado con la posibilidad de que Zapatero haya dado por amortizada su credibilidad internacional a la hora de echar a andar su controvertido Gobierno. Por otro lado, la intención de Solbes sería salir sin hacer ruido.
Antes de este hecho y de la amenaza de dimisión del
número dos de Caldera, el último suceso en producirse tuvo lugar a finales del mes pasado, cuando en la responsable del Ministerio de la Vivienda cesó a Gerardo Mingo Pinacho, subdirector de Arquitectura, por supuestas "incompatibilidades" entre su cargo público y un despacho privado. El departamento de
María Antonia Trujillo no dio más datos y se limitó a decir que había ordenado la apertura de una "información reservada". Casi en paralelo, la Cadena SER acusaba a Mingo de trabajar para una empresa que recibió contratos de Vivienda. Pero este alto funcionario llevaba desde 1994, cuando se estrenó con Felipe González, hasta este año con Zapatero.
La estancia de Trujillo en el Gobierno no ha sido precisamente un jardín de rosas, pero se agravó a mediados del mes de octubre, cuando la preocupación se apoderó de Moncloa en
la semana fatídica de la ministra de Vivienda tras la dimisión, a primeros de octubre, de su número dos
Javier Mauleón, por desavenencias con la política extremeña. La marcha de Mauleón cobró más importancia al tratarse, de un clásico y veterano de las administraciones socialistas. Según informaba la revista socialista
El Siglo, la versión extraoficial que circuló es la de incompatibilidad de caracteres, pero lo cierto es que, según precisó la revista, la marcha se habría producido por la “exasperante dificultad de Trujillo para tomar decisiones”. Desde ese momento, Trujillo ha caído en el ostracismo y desde el Gobierno se la quiere dar el mínimo protagonismo. Muchos analistas aseguran que será la primera en irse de este Ejecutivo, aunque podría no ser la única.
La cuota se atraganta. Dificultades con Narbona, Espinosa, Calvo y Álvarez
En el ministerio de Medio Ambiente. La mala gestión de la derogación del trasvase del Ebro por parte de la ministra acabó con la dimisión, también por motivos de salud, del director general del Agua, Juan López Martos. El caso es que el director general del Agua, de quien depende la elaboración, seguimiento y revisión del Plan Hidrológico Nacional”, según informaba la web del propio ministerio, verdadero número dos de Narbona, se despidió alegando “motivos de salud”.
Jesús Cacho informaba el domingo 24 de octubre el su dominical “Rueda de la Fortuna” del periódico El Mundo lo siguiente: “en realidad, y de acuerdo con fuentes de absoluta solvencia consultadas por quien esto suscribe, muy harto de, primero, soportar un minuto más el grado de talibanismo medioambiental de que hace gala la señora ministra y, segundo y principal, convencido de que el plan alternativo, en el caso de que merezca tal nombre, preparado por Narbona al trasvase del Ebro es una chapuza de padre y muy señor mío, porque no hay forma de cuadrar los números teniendo en cuenta el coste de las 20 desaladoras que propone la ministra como réplica al trasvase. En definitiva, López Martos está convencido en su fuero interno que el PHN del anterior Gobierno es mejor que el plan sustitutivo a base de desaladoras ideado por Narbona”.
A estas dimisiones, habría que sumar las peticiones de ceses desde la oposición y organizaciones sociales y sindicales. Tal es el caso de la ministra de Cultura y la de Agricultura, Carmen Calvo y Elena Espinosa. La limpieza de directores de museos, para sorpresa e indignación de los profesionales del sector y de los responsables de las mejores pinacotecas del mundo, ha hecho mella junto a desafortunadas declaraciones como la del IVA de discos y libros y la más reciente polémica del Archivo de Salamanca y el traslado de la Dama de Elche a la ministra de Cultura.
Por lo que respecta a la de Agricultura, las pésimas negociaciones en Bruselas y la deficiente gestión de la subida del gasóleo profesional han lanzado a los agricultores a la calle, a pesar de que su segundo, Fernando Moraleda, era secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores, UPA.
Sale mejor parada aunque no se libra la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, tras la polémica del plan Galician (que al parecer le ha llevado a mantener un duro enfrentamiento con José Blanco), su limitado Plan de Infraestructuras que amenaza con coger fuerza por la derivación de inversiones a Cataluña y Andalucía, la paralización de proyectos y el cambio de AVE por otro tipo de trenes (veremos la reacción de Ibarra la semana que viene).