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Japón, Portugal y el petróleo hunden las Bolsas

Unos ganan, los renovables, otros pierden, las eléctricas. La rebaja de Portugal y el encarecimiento del crudo han hecho el resto.

La Bolsa de Fráncfort lleva una semana para olvidar. Desde que se produjo el terremoto en Japón el pasado viernes el índice de referencia DAX ha perdido más de 700 enteros y hoy ya se sitúa ligeramente por encima de los 6.500 puntos. Resumiendo, a los inversores alemanes el terremoto les está saliendo carísimo. El parqué se ha dejado en unos días lo que le costó ganar en varios meses.

Las pérdidas de Fráncfort tienen espejos donde mirarse. Ninguna de las grandes Bolsas de comercio mundiales están de enhorabuena. El FTSE 100 de Londres ha pasado de los 5.974 puntos del pasado miércoles a los 5.695 con los que ha cerrado hoy. El IBEX no levanta cabeza y se ha quedado al borde de los 10.000 puntos, el mismo lugar del gráfico por donde andaba a mediados de enero tras el espectacular repunte de la segunda semana del año.

Parece claro que, después de las pérdidas humanas que ha habido que lamentar y los destrozos ocasionados por el tsunami, la primera víctima del terremoto han sido las Bolsas mundiales. No se ha salvado ni una. Las expectativas de un enfriamiento generalizado han llevado a los inversores a vender a toda pastilla para recoger lo que puedan mientras puedan. El dinero es muy cobarde, tal vez porque está muy bien informado.

Precisamente por eso parte del capital recuperado de unos sitios ha ido a parar a otros. Los índices bursátiles se han despeñado, cierto, pero no todos sus componentes. Las empresas eléctricas han pagado el pato de la central nuclear de Fukushima viendo como su acción perdía valor por momentos. Ante la duda, los inversores se han retirado de posiciones que podrían volverse realmente incómodas si a los Gobiernos europeos les da por meter mano al sector nuclear.

Los números no engañan. Las alemanas E.On y RWE se han dejado en el parqué cerca del 10% de su cotización antes de la catástrofe. Ambas han arrastrado a la baja a la Bolsa de Fráncfort. Obviamente no han sido las únicas. En España, Endesa ha pasado de los 22 euros a los que se vendía su acción el viernes a los 20 de hoy. Iberdrola ha perdido menos y su filial de renovables ha mantenido el tipo.

Esa es la otra cara de la moneda, las empresas del sector renovable, cuya acción ha vivido una breve primavera cortejada por todos. Es de esperar que, a causa de la histeria colectiva desatada en Europa contra la energía nuclear, los Gobiernos se vuelvan a plantear unas centrales que, hasta ayer, evitaban por su alto coste. Todo, al final, es política, especialmente en el sector energético.

El resto de valores están a la baja no tanto por el terremoto del Pacífico como por el de Oriente Medio, que sigue su curso a pesar de que la prensa occidental lo ha olvidado por completo. La gasolina está de nuevo en máximos históricos y la situación, lejos de mejorar, empeora en Libia y Bahrein. Por otro lado Moody’s ha rebajado la calificación a Portugal ocasionando un pequeño temblor entre los tenedores de deuda portuguesa, es decir, entre la banca española, que hoy ha caído a plomo sin que el BBVA o el Santander pudiesen hacer nada para impedirlo.

Pero, en definitiva, lo que ha arrastrado los mercados a la baja ha sido la incertidumbre que ha generado el terremoto sumada al desconcierto que están generando ahora ciertos políticos en plena campaña electoral. Cuando la situación se serene podrán hacerse las cuentas pertinentes de cuánto ha costado en términos bursátiles la crisis del tsunami. Entretanto habrá que conformarse con vaivenes y bajismo generalizado.

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