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La ayuda financiera a Grecia divide a los socios europeos

No sólo la ayuda financiera a la endeudada Grecia divide a los gobiernos europeos: también el diseño de la futura estrategia económica para el bloque amenaza con encender la cumbre que la Unión Europea celebrará a partir del próximo jueves en Bruselas.

Los gobernantes de la UE se reúnen el jueves y viernes en la capital belga con la intención de aprobar las líneas generales de un nuevo plan destinado a superar definitivamente la crisis y dotar a Europa a medio plazo de un crecimiento económico más sano y sostenible.

Se pretende que la crisis griega no 'contamine' la agenda de la cumbre propiamente dicha, para lo que continúa preparándose una reunión previa de los dieciséis miembros de la zona euro que decida sobre el mecanismo de una ayuda financiera eventual a Atenas.

Pero el Gobierno alemán sigue oponiéndose a un acuerdo sobre la cuestión en estos momentos, a pocas semanas de unas elecciones regionales clave para la coalición democristiano-liberal que dirige Angela Merkel.

La propuesta elaborada por la Comisión Europea sobre la nueva estrategia económica, principal tema del orden del día, suscita, por su lado, un sinfín de interrogantes.

Tanto es así que, si se trataran de incorporar todas las observaciones apuntadas el lunes por los ministros que prepararon el debate de los líderes, la cumbre acabaría el viernes sin conclusiones porque "son mutuamente contradictorias", según reconocían hoy fuentes diplomáticas.

Bajo el eslogan de "Europa 2020", la Comisión de la UE ha presentado un programa de modernización económica y reformas que trata de aprender de los errores del pasado, con menos objetivos cuantificados y reglas de vigilancia más estrechas.

Pero ni sobre los objetivos ni sobre las reglas hay consenso todavía entre los Veintisiete y la discusión se anuncia larga.

La principal novedad respecto a la fracasada "Estrategia de Lisboa" (2000-2010) es que se quiere involucrar en ella a los jefes de estado o gobierno.

Si se aceptara este principio, el Consejo Europeo se convertiría en el embrión de un auténtico "gobierno económico" de Europa, la pata que siempre ha faltado en el diseño de la unión "económica y monetaria" acordado en la histórica cumbre de Maastricht (1991) que dio origen al euro.

El presidente permanente, Herman Van Rompuy, apoya esta evolución y ha llegado a plantear a sus colegas la conveniencia de celebrar cumbres mensuales para dedicar toda la atención necesaria a la reconstrucción de la economía europea, seriamente debilitada por la crisis que llegó en 2008 de Estados Unidos.

Van Rompuy ha doblado su apuesta proponiendo, además, que los líderes europeos inauguren en la cena del jueves un debate sobre "el desafío de la competitividad" y los desequilibrios en las balanzas de pagos.

"Se trata de una novedad total", aseguraba hoy un veterano diplomático, ya que supone que entre los gobernantes europeos empiece a discutirse de impuestos, rentas salariales o mercados de trabajo, ámbitos todos considerados hasta ahora coto nacional.

Una frase de la carta de invitación enviada el martes por Van Rompuy ha provocado cierta alarma en algunas capitales.

Apuntaba el presidente del Consejo Europeo que "la necesidad de una acción política es especialmente apremiante en los estados miembros que exhiben amplios y persistentes déficit por cuenta corriente y grandes pérdidas de competitividad".

España, uno de los aludidos sin duda, afirma no temer este debate, porque va en la dirección de una mejor gobernanza europea y favorecerá con el tiempo la integración.

La vicepresidenta segunda, Elena Salgado, se ha adelantado a la iniciativa y ha propuesto a sus colegas del Eurogrupo que el caso español sea de los primeros en someterse en ese foro al examen de los pares.

El Gobierno español también apoya por otro lado la intención de la CE de establecer un paralelismo entre los dos procesos de vigilancia económica, el que persigue la reducción del déficit, regulado por el Pacto de estabilidad, y el referido a las reformas estructurales, articulado en torno a la nueva Estrategia UE2020.

España es una buena prueba de que no basta con cumplir el Pacto de estabilidad para ser considerado virtuoso, porque durante los años del "boom" inmobiliario el presupuesto español estuvo en equilibrio o superávit, y sin embargo España creó una burbuja cuyo estallido ha hundido al país en una pronunciada recesión.

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