Probablemente ustedes no sepan que España dispone de un vasto programa presupuestario para informatizar las aulas de los centros públicos denominado, en un alarde de originalidad, "Programa Escuela 2.0".
Se trata de una ideíca muy sostenible del ministerio de Gabilondo -el fraile; no el seminarista-, que pretende compensar la burricie proteica que provoca la LOGSE y sus secuelas con el regalo indiscriminado de ordenadores a los aspirantes a desempleados que inundan las aulas del sistema público de enseñanza.
El hecho de que los papás puedan o no pagarse por su cuenta el capricho de los retoños carece de importancia, pues las subvenciones, amigos, como saben los que nos siguen, son un fenómeno universal que no discrimina entre pobres, ricos o sindicalistas.
Aquí las comunidades autónomas tienen un papel importante, dado que las competencias en materia de educación ya están transferidas a las autonomías, como lo demuestra el concurso público que hoy anuncia el Principado de Asturias para la adquisición de 1.250 ordenadores miniportátiles.
Llama la atención la escasa información sobre los precios de mercado de estos artilugios con que cuentan los técnicos de contratación pública del principado, porque con un presupuesto inicial de 380.000 euros, resulta que Asturias está dispuesta a pagar miniportátiles a un precio de 304 euros la unidad.
Si tenemos en cuenta que el precio medio de un aparato de estos está en torno a 200 euros, y que una adquisición de 1.250 unidades ha de llevar aparejada forzosamente un descuento sustancial, o las comisiones en el principado son mucho mayores que en la Cataluña convergente o el proveedor agraciado con el contrato va a hacer el negocio del siglo, vendiendo un producto un cincuenta por ciento más caro de su precio en el escaparate de un comercio minorista.
En cuanto al papel de los sindicatos denominados mayoritarios, hoy el BOE nos regala los sentidos, especialmente el del ahorro, con la convocatoria de unas subvenciones para que los sindicatos mayoritarios -ya saben ustedes a cuáles nos referimos- puedan tener un número aparente de liberados en la enseñanza privada sostenida con fondos públicos, sector que, al parecer, carece de un número decente de luchadores por el proletariado financiados con cargo al erario público.
1.200.000 euros es lo que vamos a entregar a los sindicatos, ejem, mayoritarios, para que liberen de la penosa obligación de trabajar a unos 30 miembros y miembras de sus aparatos, que es para lo que da semejante dispendio calculados en 40.000 euros anuales los emolumentos de esta tropa.
¿Cuál va a ser la labor de estos esforzados paladines del proletariado enseñante? Pues la misma convocatoria de subvenciones nos lo dice cuando explica que el objetivo es que los sindicatos agraciados "dispongan de los recursos económicos precisos para el mantenimiento de representantes sindicales que, con carácter de exclusividad, intervengan en la negociación de materias relativas al papel de ordenación y coordinación del sistema educativo que corresponden a la Administración General del Estado".
En otras palabras, su única misión conocida será asistir a las reuniones que convoque Gabilondo, actividad que, hasta los sindicalistas más desaforados tendrán que convenir, no es precisamente de las que provocan un excesivo estrés laboral.
Y si usted vive en Galicia y quiere convertirse en autónomo, sepa que la Xunta arroja hoy una intensa granizada de confeti presupuestario en forma de subvenciones a las que podrá acogerse sea cual sea su situación.
Hay trinque para los menores de 30 años, para las mujeres, para los inmigrantes, para los trabajadores, varones heterosexuales, que ya no cumplen los 40, las hay para ayudar a pagar los préstamos, para financiar inversiones, para garantizarte una paga los primeros meses, para cursos de formación, para asistencia técnica, etc. Etc.; y si no usted no encaja en uno de estas decenas de subgrupos, no se preocupe que el tito Núñez Feijóo está en todo: también hay una ayuda "excepcional", con la que podrá usted trincar también su parte del pastel, por más bizarra que sea su condición. Igualdad ante todo, o lo que es lo mismo: Ningún español sin subvención. Estamos que salimos de la crisis enseguida.