El objetivo de las medidas que (con el aplauso general de la “inteligencia” económica interior y exterior) el Gobierno socialista ha adoptado, en sumisión a las órdenes de la UE y de los USA, no responde a un objetivo de reactivar la economía.
La reducción de gasto público en una fase de recesión sólo alimenta la recesión. La corrección de las previsiones del PIB lo acredita.
El Gobierno, rendido a la ortodoxia económica de la UE, ha renunciado a la reactivación económica y se dispone a consolidar el empobrecimiento. Es decir, se dispone a repartir entre los distintos agentes económicos la pérdida de renta. A esto responde el incremento de impuestos y la reducción de retribuciones (hoy las de los empleados públicos, mañana las del resto).
Se trata de incrementar la “renta” del Estado. ¿Para qué?. No para reactivar la economía, desde luego, sino para reducir el déficit público. Es decir, entiéndase de una vez, para devolver los créditos del exterior que han venido a financiar el crecimiento pasado y que la actual recesión y el consiguiente déficit compromete. Los acreedores no están dispuestos a correr el riesgo de la quiebra del Estado, es más, el riesgo de la insolvencia general de España.
Entiéndase igualmente que el Gobierno de Zapatero, del PSOE, ha decidido que sean las familias y los trabajadores quienes paguen.
Hay alternativas, las hay, desde luego. Pero Zapatero, sumiso a los que nos mandan desde Bruselas o Berlín, no está dispuesto a afrontarlas.