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Kate se convierte en princesa Catalina en la boda más empalagosa del año

El día de la enésima boda del año ha llegado. La novia es de las pocas que se salvan en una ceremonia donde se han visto algunos desastrosos estilismos.

El día de la enésima boda del año ha llegado. La novia es de las pocas que se salvan en una ceremonia donde se han visto algunos desastrosos estilismos.

Después de semanas y semanas hablando de boda, el día ha llegado. Kate Middleton ya se ha convertido en princesa Catalina y es ya la esposa del futuro heredero. La ceremonia fue tan edulcorada como se esperaba y los ciudadanos salieron por miles a las calles. Milagrosamente no llovió en Londres y eso hizo más vistoso el esperado desfile de asistentes.

Entre los variopintos 1.900 invitados a la boda hubo estilismos para todos los gustos. El protocolo imponía tocado o sombrero, y no todos estuvieron acertados, incluso entre aquellos más acostumbrados a ponérselo. Victoria Beckham lo intentó con uno a juego con un ajustado vestido gris. Posó sin sonreír con su marido. Después llegaron Elton John y David Furnish. No dejaron de cantar con entusiasmo en toda la boda.

Tras la llegada de los invitados más kitch le tocó el turno a la realeza europea y, por último, a la familia de los novios. En nombre de la Casa Real española acudieron los Príncipes de Asturias con la reina Sofía. Doña Letizia no arriesgó mucho con su vestido, de su eterno diseñador, Felipe Varela. De rosa palo, lo combinó con un sombrero de aire retro.

Cuarenta y cinco minutos antes de la llegada de Kate llegó el novio, el Príncipe Guillermo, en limusina. Con él iba su hermano, Enrique, del que dicen que ha prometido no beber en la ceremonia. Camilla, con el Príncipe Carlos, optó por los tonos beige combinados con una enorme pamela. Más llamativa –sin duda lo que quería- iba la reina Isabel II, de amarillo limón y que intentó mantener la sonrisa durante todo el trayecto. Poco antes habían aparecido sus nietas Beatriz y Eugenia, hijas del duque de York. El resto de invitados podía respirar tranquilo: el premio para a las peor vestidas iba a ser, seguro, para ellas.

Casi a las doce de la mañana llegó a la abadía Kate Middleton con un vestido color marfil de la firma Alexander McQueen, diseñado por su actual directora creativa, Sarah Burton. Muchos vieron en él, por su cuerpo de encaje, semejanzas con el que lució Grace Kelly en su boda con Rainiero. Otros, más malévolos, encontraron similitudes con el de Belén Esteban en su boda con Fran. En cualquier caso, el traje estaba a años luz del barroco diseño que lució la madre de su novio, Lady Di. La diseñadora Sarah Burton creó para Kate unas ceñidas mangas con abundante encaje y una cola de 2'70 metros, mucho más corta que el vestido de novia de Diana, que medía 7,02 metros

La hermana de Kate Middleton, Pippa, fue la encargada de sostener la cola a lo largo de la alfombra roja que cubría el pasillo central del la abadía de Westminster. Llamó la atención también el hecho de que Kate hubiera elegido llevar el pelo suelto, adornado con una diadema Cartier de 1936, cedida por la Reina, que la había recibido a su vez de la Reina Madre por su décimo octavo cumpleaños.

Con los invitados puestos en pie y mientras sonaba el himno "I was glad", Kate, a quien ahora se llama Catalina, caminó sonriente hasta el altar, donde la esperaban el príncipe Guillermo y su hermano Enrique, su padrino de boda. Según se pudo apreciar, al verla a su lado, Guillermo le susurró: "Estás preciosa".
 

En la ceremonia, Guillermo y Katherine leyeron unos votos escritos por ellos mismos:

Dios nuestro padre, te damos gracias por nuestras familias, por el amor que compartimos y por la felicidad en nuestro matrimonio.

En los trabajos de cada día mantén nuestra mirada firme en lo que es auténtico e importante en la vida y ayúdanos a ser generosos con nuestro tiempo, amor y energía.

Fortalecidos en nuestra unión, ayúdanos a servir y conforta a aquellos que sufren. Te lo pedimos en el espíritu de nuestro señor Jesucristo, Amén.

Rozando la una de la tarde, los ya duques de Cambridge se dieron el "sí quiero" frente al altar principal de la abadía, tras lo cual el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, les declaró marido y mujer. "Pronuncio que sean hombre y mujer juntos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén", dijo Williams.

Tras la ceremonia llegó el recorrido en carroza hasta el palacio de Buckingham, donde esperaba ansiosa una muchedumbre dispuesta a ver el beso de la pareja. Al final fueron dos. Aclamados por la multitud, Guillermo y Catalina estuvieron acompañados por su familia:la reina Isabel II y el duque de Edimburgo; los padres de Catalina, Michael y Carol; el príncipe Carlos y Camilla, duquesa de Cornualles.

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