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LA pasarela neptuno

Ana Rosa, musa democrática y Elena Anaya, plastificada

Otra semana de la pasarela Neptuno, donde las aberraciones estéticas a veces se perdonan... pero siempre se señalan.

Otra semana de la pasarela Neptuno, donde las aberraciones estéticas a veces se perdonan... pero siempre se señalan.

Aunque esta semana nuestros famosos se han comportado en materia estilística, hemos cazado aún algún que otro rezagado que ha escogido un atuendo, digamos, poco adecuado. Y como suele ser habitual en esta pasarela del despropósito, quienes meten la pata luciendo palmito tienen mucho que lucir, pero se empeñan en esconderlo bajo infames trapitos. 

Es el caso de Elena Anaya. Tras el consecuente deslumbramiento con la belleza de la joven intérprete, la atención se concentra en ese saco plastificado que lleva por vestido. La prenda logra combinar la sosería de su forma con lo excesivo de su textura, a medio camino entre el traje de buzo y el las lentejuelas de la vedette más casposa. Como la Pasarela Neptuno no entiende de marcas ni de firmas afamadas, nos da igual que el pie de foto nos advierta que el trapo es de Dior. Y vintage, para más inri. Los ojos sufren al verlo, y eso no es de recibo. 

Siendo justos, diremos que no le ayuda nada a Anaya el aspecto de su acompañante, otro de nuestros guapos patrios: Antonio Banderas. En un intento de apuesta por un look casual, el malagueño ha patinado por dos pequeños óvalos en sus codos: las coderas. ¿Jugará Antonio en el patio con sus amigos y se romperá el jersey? Lo dudamos. ¿Es un socialista noventero con chaqueta de pana?. Es evidente que tampoco. Pues eso son los dos eximentes posibles, fuera de ellos, ponerse coderas es casi casi blasfemia. Ten compasión, Antonio ¿qué van pensar de nosotros en Hollywood?. 

Otra que no ha acertado con el atuendo adecuado es Lolita Flores, de los Flores de toda la vida. En el periplo que les da a los de Hola por su casa, no pudo dejar de enseñar su esplendorosa cocina, y sus impresionantes dotes culinarias... para ello sacó sus mejores galas, se quitó el sujetador y se fue a la peluquería. Y ahí la tienen entre fogones, soplando un cazo con agujero, como quien sopla una sopita para que se enfríe. Igual, solo que la hija de la Faraona está soplando un montón de nada. Un agujero vacío. El aire. La sin materia. Un bravo por la naturalidad [sic] de Lolita.

De eso precisamente anda sobrada Ana Rosa Quintana, a la que le ha crecido un nuevo título. Si ya sabíamos que era madre madura, gurú del periodismo y de la literatura, la reina de las mañanas, editora de éxito y la pera limonera...ahora conocemos su otra faceta, en estos tiempos convulsos: "Musa de la democracia". Y es que a AR le tocó esta de presidenta de una mesa electoral en las pasadas elecciones, y ahí estuvo dando el callo. Todas las revisas destacan que lo hizo como "si fuera una ciudadana más". ¿Es una menos? El caso, es que nuestra Ana va a tener que asesorarse más sobre el look electoral, porque el elegido no es lo más acertado: mangas abullonadas, collares excesivos y demasiado a la vista... con todo el cariño, le prescribimos un poco menos de twitter y un poco más de ‘campechanismo’. Con todo el cariño, Anita.

Al que no le profesamos tanto amor es a Tommy Hilfiger. Este señor que hace polos a cascoporro y planta su caballito hasta en el carné de identidad se equivoca cuando se pone delante del espejo... A ver Tomás, repite conmigo: Azul pitufo, verde hulk y blanco...¡No combinan! Desoye las voces daltónicas que te aconsejan. Te hacen mal.

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