La séptima edición del reallity show musical Operación Triunfo finalizó con la victoria de Mario, un asturiano de veintitrés años, cuya mayor virtud parece ser la versatilidad pues lo mismo canta por Nino Bravo que por David Bisbal, sin olvidar a grandes mitos del pop como Tom Jones.
La gala final fue la que peor resultado de audiencia ha obtenido en las siete ediciones del reallity, con un 19% de share en contraposición con el casi setenta por ciento que obtuvo en su primera temporada.
En total fueron 2,3 millones de espectadores los que asistieron al último acto de un producto televisivo que languidece a pesar de los esfuerzos de sus responsables. Ni siquiera el circo organizado repetidas veces en el plató, con peleas dialécticas entre el presentador y una parte del jurado, ha conseguido que OT remonte el vuelo en los registros de audiencia.
Risto Mejide, jurado en las últimas ediciones de Operación Triunfo, ha confesado en una entrevista digital que no pudo ver la gala porque otros asuntos más importantes reclamaban su atención. En concreto, el famoso publicista afirmó estar leyendo las páginas amarillas mientras el asturiano imitaba a Bryan Adams en la gran final para alzarse con la victoria.
Lejos de los suculentos premios económicos que ofrecen los programas similares de otros países, el ganador de OT se lleva un contrato para grabar un disco y treinta mil euros en concepto de anticipo de royalties.
La concursanta favorita del público, la peruana Brenda Mau, se tuvo que conformar en esta ocasión con la segunda plaza. Felicidades a ambos.