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Kick Ass: Superhéroe amateur estúpido busca problemas. Razón aquí.

Podría pensarse que tras la revisión de los mitos del superhéroe de Kick Ass hay una parodia cínica y desencantada, o una deconstrucción grave y pomposa. Nada más lejos de la realidad: Kick Ass patea el trasero, en su propio territorio, a cintas de superhéroes mucho más caras como Iron Man 2, sin ir más lejos.

Podría pensarse que tras la revisión de los mitos del superhéroe de Kick Ass hay una parodia cínica y desencantada, o una deconstrucción grave y pomposa. Nada más lejos de la realidad: Kick Ass patea el trasero, en su propio territorio, a cintas de superhéroes mucho más caras como Iron Man 2, sin ir más lejos.

El tono de comedia grotesca y sarcástica y la violencia estilizada que adopta el film de Matthew Vaughn (Layer Cake, Stardust) acercan Kick Ass tanto a la referencialidad del Kill Bill de Tarantino como a la épica cotidiana el primer Spider-man de Sam Raimi. Esta vez, el salto mortal del film se encuentra en el tratamiento de una desaforada violencia no apta para todos, con colegiales que se enfrentan a mafiosos despiadados para vencerles con sus propias armas. Como la película de Tarantino, Kick Ass es un film poco realista, de espíritu gamberro y provocador, pero que en el fondo se revela deliciosamente tradicional a la hora de definir a sus personajes. Vaughn retrata con afecto, dulzura y descaro a sus protagonistas y trata de tutear directamente al espectador sin llegar a romper la cuarta pared, sin forzar la maquinaria. De modo que pese a todo, Kick Ass no es uno de esos films que buscan derribar mitos o acabar con el género, sino que lo renuevan con aires nuevos de frescura, destilando verdadero amor por el cómic de superhéroes, al que respeta y ama con ardor inusitado.

Por lo demás, Kick Ass es una colorista revisión del mismo desde un prisma sarcástico e irónico, deliciosamente freak, pero con más peso como película del que sus detractores declaran. Y todo esto lo logra respetando los tópicos y lugares comunes de aquello que toma como excusa. En Kick Ass encontramos desde el paria social convertido en justiciero enmascarado, a amores imposibles con la vecina de al lado, o la Némesis maligna del improvisado héroe. Y si el espectador acepta las reglas del film y no se escandaliza con alguno de sus exabruptos, Kick Ass puede ofrecerle un par de horas de deliciosa incorrección.

Hay que destacar a Chloe Moretz, la niña protagonista, que se revela como un enorme descubrimiento que destila verdadera química humorística con Nicolas Cage, cobrando inusitada importancia en los pasajes finales del film y en la mejor escena de la película, aquella en la que irrumpe a oscuras en el almacén donde dos de los protagonistas están siendo torturados (momento que destila tragedia, humor, violencia y espectáculo a partes iguales). Por no hablar de Mark Strong, visto en Robin Hood y uno de los actores más capacitados para ejercer de villano de los últimos años. Vaughn, pese a que no llega a definir del todo bien a los personajes e implicarnos en sus sentimientos, hace esfuerzos en el buen camino y crea situaciones emotivas y simpáticas que justifican la violencia irónica y el contenido geek del show.

Pero las virtudes de la película tampoco llegan a ocultar que Kick Ass tiene un desarrollo algo errático, que se viene abajo en algún momento debido a una deficiente y confusa peripecia, quizá porque que Vaughn comete el error de revelarnos demasiado pronto las intenciones de uno de sus personajes principales. La película pierde el empuje del comienzo y cae en alguna grave arritmia, pero se vuelve a recuperar una vez Vaughn afronta los fuegos artificiales finales. No obstante, creo que Kick Ass destaca por su tono de comedia irónica y que merece ser vista una y dos veces, si es necesario.

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