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ESTRENO: 10 DE JULIO

Más allá de la duda: Con el buen oficio por bandera

Peter Hyams, director y guionista del film, fue uno de esos artesanos de los ochenta cuya labor ahora se antoja por comparación casi exquisita. Más allá de la duda es un convencional thriller de intriga que, sin embargo, da prueba de su oficio y su voluntad de hacer los deberes fiel a su estilo.

Peter Hyams, director y guionista del film, fue uno de esos artesanos de los ochenta cuya labor ahora se antoja por comparación casi exquisita. Más allá de la duda es un convencional thriller de intriga que, sin embargo, da prueba de su oficio y su voluntad de hacer los deberes fiel a su estilo.

Hyams, que siempre ha ejercido de director de fotografía en sus films, ha desarrollado a lo largo de décadas una interesante, por artesanal, labor en géneros como la ciencia ficción (2010: Odisea 2), el terror (The Relic) o el thriller (Los jueces de la noche, también con Michael Douglas).

Si su labor en las poco valoradas Testigo accidental o Atmósfera Cero es la de un mero artesano, este término debería ser revalorizado inmediatamente. En Más allá de la duda, remake del último film americano de Fritz Lang para la RKO, Hyams rueda y monta fiel a su estilo, anclado en formas comerciales pero de otra década, voluntariamente pasadas de moda y alejadas de excesos visuales.

Sin pasarse con la velocidad y renunciando a cualquier floritura estética o argumental, Hyams pone todas sus cartas de la intriga sobre la mesa desde el comienzo y desarrolla, con honradez, profesionalidad y buen pulso, un embrollo bastante funcional reforzado por la presencia de un Michael Douglas que está clamando a la industria una de esas resurrecciones a lo Tarantino, ejerciendo de villano como Dios manda.

Hyams se distrae dándole a la intriga un sabor añejo, que no televisivo o soso. Sólo así se entiende su uso de la elipsis o de la banda sonora, así como de los montajes que hace en ocasiones avanzar la historia con cierta inocencia, pero indudable eficacia. El director parece subrayar lo pasado de moda de su discurso para oponerlo al videoclip de turno y al exceso de fuegos de artificio de realizadores actuales.

Y pese a todo ello, entrega alguna notable escena de acción (esa espléndida persecución en coche en la que se finiquita a uno de los secundarios) y no subraya los giros inverosímiles de la artificiosa y entretenidísima intriga. El protagonismo, que bascula hábilmente entre los tres personajes principales sin que la cinta se resienta, retrata también a Hyams como un eficiente guionista.

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