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ESTRENO: 5 DE MARZO

Millenium 3: La reina en el palacio de las corrientes de aire. Piérdete, Salander

Ha sido insultada, perseguida, golpeada, secuestrada, violada, enterrada viva y acribillada. Pero Lisbeth Salander sigue viva y coleando, dispuesta a destapar una conspiración secreta de poderosas fuerzas. Mientras, Michael Blomkvist escarba en su oscuro pasado y pronto encuentra sus huellas.

Ha sido insultada, perseguida, golpeada, secuestrada, violada, enterrada viva y acribillada. Pero Lisbeth Salander sigue viva y coleando, dispuesta a destapar una conspiración secreta de poderosas fuerzas. Mientras, Michael Blomkvist escarba en su oscuro pasado y pronto encuentra sus huellas.

La tercera entrega de las adaptaciones cinematográficas de la saga literaria de Stieg Larsson parece de todo menos eso, una película. A lo largo de un tempo dilatado hasta la extenuación, Daniel Alfredson repite los vicios de las anteriores entregas y demuestra que aquí nadie ha aprendido nada. Millenium 3: La reina en el palacio de las corrientes de aire es un film tan eterno como su título, de una narrativa inane e inhóspita; un film donde, literalmente, nunca pasa nada y que ya ni siquiera juega la baza de la sorpresa.

De ese modo, uno nunca pregunta ni se quiere explicar los motivos de una investigación que avanza por puro Deux ex machina, producto de una nefasta adaptación en la que prima la sucesión de diálogos informativos para hacer avanzar la trama por encima de cualquier otra cosa. Alfredson y sus guionistas reprimen toda acción o actividad de sus personajes en beneficio de una sucesión de escenas inconexas que ni crean suspense, ni ambiente, ni ya digamos un mínimo espectáculo. La puesta en escena del invento, de una frialdad y sosería inimaginable, anula cualquier conato de interés que se derive del libreto o el material literario de Larsson.

Anulado el factor sorpresa de la primera parte, ni la eficaz Noomi Rapace puede ya hacer nada para animar el cotarro. Su Lisbeth Salander permanece durante toda la película atada a la cama de un hospital o sentada en el banquillo de un juicio que nos trae sin cuidado, dejando a la actriz con las manos atadas y permitiendo que la trama se derive por vericuetos conspiranoicos de un perfil bajísimo.

El feminismo de pacotilla ni escandaliza ni conmueve, y el escenario nórdico no aporta nada. Millenium 3 es el film más aséptico, impersonal y bajo cero que nos podíamos echar a las espaldas. No se permite a sí mismo cualquier asomo de tensión, acción, romance, erotismo o drama. En su descargo podemos afirmar que es más soportable que la gélida segunda parte –ésta, al menos, tiene algo parecido a un clímax-, y que la factura televisiva del evento no llega ni para ofender. Lo dicho, lo de la saga Millenium en el cine ha sido un espejismo de agárrate.

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