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Que se mueran los feos: Vodevil televisivo divertido pero sin chicha

Javier Cámara es Eliseo, un joven feo y cojo. Vive encerrado en el pueblo con su madre y su tío, y para colmo tiene que aguantar a su cuñada Nati (Carmen Machi), que tampoco es precisamente una belleza. Juntos tratarán de hacerse cargo de la granja en la nueva comedia del creador de 7 vidas y Aída.

Javier Cámara es Eliseo, un joven feo y cojo. Vive encerrado en el pueblo con su madre y su tío, y para colmo tiene que aguantar a su cuñada Nati (Carmen Machi), que tampoco es precisamente una belleza. Juntos tratarán de hacerse cargo de la granja en la nueva comedia del creador de 7 vidas y Aída.

El sentido del humor que destila Que se mueran los feos es heredero directo de teleseries como 7 vidas o Aída. Nacho G. Velilla, guionista, director y productor de estas últimas, es también responsable de la película protagonizada por Javier Cámara y Carmen Machi, un film con la misma afición al chascarrillo directo y llano de aquellas, pero también aquejado de los mismos vicios.

Y es que la sombra de la televisión es alargada, y Velilla no quiere o no puede usar herramientas cinematográficas para poner en escena el film y aportar algo diferente. La dirección de actores y el ritmo que imprime como director no se diferencia de su labor televisiva, y limita el alcance de la película. No obstante, la ausencia de pretensiones del film hace digeribles los defectos de su descuidada puesta en escena, además de la completa inutilidad de unas subtramas sentimentales que, sólo suponemos, trataban de complementar a la principal, pero que en realidad sólo rellenan metraje.

No obstante y pese a los altibajos que esto genera, todos los actores están bien y el film depara momentos realmente divertidos, la mayoría debidos a la soltura y puntería del reparto a la hora de lanzar los dardos. No obstante, el humor que destila Velilla carece de verdadera mala sombra, y pese al ocasional trazo grueso es, en el fondo, amable y sentimental. Episodios que se pretenden frescos y modernos (como la historia que envuelve al personaje de Ingrid Rubio) al final destilan una moral bastante mustia, y precipitan un desenlace conformista que rehúye todo asomo de incorrección política.

Todo ello no impide que nos encontremos ante un film francamente  gracioso. Una comedia amable que maquilla con humor negro un fondo blandito y algodonoso. Pero es por ello que Que se mueran los feos agrada relativamente y nos mantiene en vilo de una forma razonable, siempre a la espera del siguiente chiste y el próximo chascarrillo. Velilla cumple aquí con lo prometido y todo el argumento es una excusa para hilar gamberradas. Además, se sirve, ya lo hemos dicho, de un reparto en estado de gracia, muy agradable y bien cohesionado, en el que consiguen destacar Javier Cámara, Juan Diego y Julián López.

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