Los espectadores que permanecieran despejados tras las primeras horas del plúmbeo programa dominical “Aló Presidente”, pudieron conocer de primera mano la noticia de que Oliver Stone había accedido, tal vez por cansancio, a la petición insistente del presidente venezolano para que ruede otro documental sobre los éxitos de la revolución bolivariana.
Se trataría de la segunda parte de “Al sur de la frontera”, obra realizada por Stone para narrar al mundo su viaje a Sudamérica a principios del año pasado, en la que relata el ascenso al poder de Chávez y la visión de otros presidentes del subcontinente sobre los cambios producidos a consecuencia de la revolución marxista instaurada en la zona.
“A Stone le gusta repicar”, informó Chávez, en alusión a que al cineasta neoyorkino le gusta hacer un remake de los trabajos que dedica a los dictadores de izquierdas, preferentemente sudamericanos. Es lo que ocurrió con su trabajo a mayor gloria de Fidel Castro, “Comandante”, que conoció una secuela que llevó por título “looking for Fidel”. Si finalmente Stone lleva a cabo el encargo de Chávez, el dictador venezolano empatará con su amigo Castro en la particular clasificación de obras dedicadas por el cineasta norteamericano: 2 a 2.
Se desconoce el título que llevará esta nueva entrega de malvasía bolivariana, pero no así su contenido a tenor de las declaraciones del cineasta, para el cual, lo que está cometiendo Hugo Chávez en Venezuela no es el mayor retroceso en libertad ni una catástrofe económica, sino “una revolución humana, una revolución del amor, de la alegría, de la esperanza”, en definitiva una película que “no ha terminado, sigue todos los días, porque es el renacer de la esperanza”.
El cineasta “amenaza” con entregarle una copia de la cinta al presidente Barak Obama, aunque no ha aclarado si lo hará acompañado del “prota” del film.