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ESTRENADA EL 8 DE ENERO

Teniente Corrupto: un raro a la caza de otro raro

Un autor haciendo un remake de otro autor. Ése es el principal atractivo del juego que nos propone Teniente Corrupto, alucinada propuesta que se mueve entre lo rutinario y lo grotesco. Werner Herzog versiona a Abel Ferrara en un film protagonizado por Nicolas Cage y Eva Mendes.

Un autor haciendo un remake de otro autor. Ése es el principal atractivo del juego que nos propone Teniente Corrupto, alucinada propuesta que se mueve entre lo rutinario y lo grotesco. Werner Herzog versiona a Abel Ferrara en un film protagonizado por Nicolas Cage y Eva Mendes.

Vaya por delante que la revisión, o remake, del Teniente Corrupto de Abel Ferrara es probablemente uno de los films más innecesarios estrenados en fechas recientes. El que otro autor de prestigio como Werner Herzog haya comparecido para dotar de atmósfera malsana y personal el evento sólo es eso, un movimiento defensivo para aparentar y guardar cierto prestigio a la idea.

Teniente Corrupto funciona a pesar de todo como una valida rareza, una rara avis dentro del thriller actual, y como una revisitación de un film al que no insulta (aunque tampoco aporte nada especial) sumando, eso sí, algunos puntos nuevos de renovada y malsana ironía. Por eso, el policía al que da vida Nicolas Cage resulta mejor investigador cuanto más colocado se pasea por las decadentes calles de la Nueva Orleans post-Katrina, mientras Herzog tergiversa el final de la anterior con un happy-end entre alucinatorio y perverso, que subraya el nuevo corazón autoparódico injertado al film.

Esto último lo refuerza la presencia de un Nicolas Cage absolutamente descocado, que paradójicamente parece entender mejor que nadie la naturaleza del nuevo material. El devaluado actor pone su faceta de histrión al servicio de Herzog en todo un festival de gestos en conmemoración al Klaus Kinski que el alemán odió y amó a partes iguales. Es Cage quien rubrica realmente el descenso a los infiernos del teniente con oficio y ganas, y quien da las claves de su subversiva resurrección posterior, malvada vuelta de tuerca al componente religioso del original de Ferrara.

Porque Herzog no parece estar del todo cómodo con el tema, y el componente reflexivo se queda algo corto pese a la peculiar moral que inyecta al film. Sus alucinadas aportaciones, delirios reptilescos y almas bailonas incluidas, no pasan de graciosas anécdotas en un film apático y ocasionalmente controvertido, muy bien ambientado, pero siempre amenazado por la rutina televisiva.

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