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PREMIO LÓPEZ DE LACALLE

Arregi: “El derecho a la vida sólo se puede defender con instituciones fuertes y legitimadas”

El ex consejero vasco de Cultura, Joseba Arregi, recibió este sábado en San Sebastián el Premio José Luis López de Lacalle. Durante el acto, afirmó que "el vacío institucional sólo favorece a los liberticidas", ya que "la vida y el derecho a la vida sólo se pueden defender con instituciones fuertes y legitimadas".

L D (EFE) Arregi pronunció estas palabras después de recibir el Premio de la Fundación José Luis López de Lacalle de manos de Mari Paz Artolazabal, la viuda del columnista de El Mundo del País Vasco asesinado por ETA el 7 de mayo del 2000. Al acto asistieron también los hijos de López de Lacalle, Aitziber y Alain, amigos del columnista asesinado como el escritor Raúl Guerra Garrido, la propietaria de la librería Lagun, María Teresa Castells, y su marido, el ex consejero vasco José Ramón Recalde, también víctima de ETA tras ser tiroteado por un pistolero de la banda el 14 de septiembre de 2000.

Arregi, ex consejero vasco de Cultura con el PNV, defendió la validez de Estatuto de Gernika al aseverar que "la revolución permanente, la puesta en duda de los marcos jurídicos e institucionales crea un vacío en el que sólo crecen y se ven favorecidos quienes están dispuestos a jugar sin atenerse a ninguna regla". "En nombre del nacionalismo y su radicalización estamos perdiendo la nación porque estamos perdiendo la sociedad de ciudadanos sin los cuales la nación se convierte necesaria e irremediablemente en imposición", agregó Arregi, quien actualmente es un militante de base del PNV.

Criticó que el nacionalismo entienda que tras la dictadura "sólo algunos tuvieron que hacer concesiones" y que "los demás no aportaron nada", por lo que reprochó que los nacionalistas crean "que están legitimados ahora, sin poner en riesgo la convivencia social, a reclamar en lo que su día cedieron". En su opinión, el verdadero "problema" que sufre el País Vasco consiste en "reconocernos mutuamente todos los vascos en y desde nuestra distinta forma de ser vascos", por lo que opinó que "si llegáramos a ese reconocimiento mutuo, el resto de problemas, el llamado conflicto y muchas otras cosas más podrían encontrar una solución adecuada".

Al ex consejero vasco le precedió en el uso de la palabra el escritor Raúl Guerra Garrido, quien protagonizó una emotiva y sombría alocución en la que expresó su "hastío" y "profundo aburrimiento" por la situación política vasca, ya que, según dijo, "es aburridísimo tener que explicar lo obvio". Consideró que la sociedad vasca se divide entre "indignos e indignados" y "padece el síndrome de Estocolmo más generalizado del mundo" por su pasividad ante la violencia, tras lo que recordó que el acto de este sábado tenía por objeto "recordar a un amigo asesinado" en un local, la Casa de Cultura Ernest Lluch, "levantado en recuerdo a otro amigo asesinado".

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