El principal condenado por los atentados del 11-M, y también el único condenado como autor material, Jamal Zougam, ha declarado este jueves en los juzgados de Plaza de Castilla (Madrid) en el marco de la causa donde se investigan a dos ciudadanas rumanas que dijeron ver al marroquí en el vagón que estalló en la estación de Santa Eugenia aquel fatídico día.
Actualmente, las testigos protegidos C-65 y J-70 se encuentran imputadas por un delito de falso testimonio. Durante la instrucción y posterior juicio por los atentados del 11-M, ambas mujeres declararon que habían visto a Jamal Zougam en el citado tren. Sus testimonios fueron claves a la hora de condenar al marroquí ya que no se encontraron huellas del mismo en los coches o domicilios que se utilizaron para perpetrar los atentados del 11-M.
Posteriormente, a través de unas informaciones publicadas por el diario El Mundo, se evidenció que las ciudadanas rumanas podrían haber faltado a la verdad.
Pero lo cierto es que pese a las múltiples incógnitas que rodean a la masacre de Madrid, por primera vez una juez ha escuchado la versión del principal condenado y de su familia después de que el 11-M fuera sentenciado en firme.
Durante su declaración, según ha podido saber Libertad Digital, Jamal Zougam ha relatado detalladamente lo que hizo la noche del 10 de marzo de 2004 y la mañana del día 11 de marzo, cuando la noticia de la explosión de las bombas de los trenes le pilló durmiendo en casa. La noche anterior, tal como publicó este periódico en su día, Jamal Zougham estuvo en un gimnasio de la Plaza Elíptica de Madrid, donde los empleados del gimnasio le sitúan a las 12 de la noche. De modo que tampoco podía a esa hora encontrarse en la casa de Morata de Tajuña donde la versión oficial dice que se montaron las bombas.
"Mintieron por dinero"
Sobre las ciudadanas C-65 y J-70, el condenado como autor material del 11-M ha declarado que las "testigos rumanas mintieron por dinero" cuando le inculparon. Jamal Zougam está convencido de que ambas mujeres dijeron haberle visto en aquel tren de Santa Eugenia para a cambio recibir generosas indemnizaciones del Estado español.
Lo cierto es que la testigo J-70 tardó un año en denunciar a Zougam, y lo hizo justo dos semanas después de que se desestimase por segunda vez su solicitud de ser considerada víctima y se descartase que fuera en los trenes de los atentados. En quince días se convirtió en testigo protegido y fue declarada víctima de los atentados y cobró una indemnización de 48.000 euros.
Por su parte, la testigo C65 y su marido consiguieron tras inculpar al marroquí la nacionalidad española y casi 100.000 euros de indemnización.
Junto a Zougam han declarado durante cuatro horas y media ante la titular del Juzgado de Instrucción Número 39 de Madrid, Belén Sánchez, por este orden su madre Aicha, su hermanastro Mohamed Chaoui y su hermana Samira. Todos ellos han coincidido en afirmar que vieron el 11de Marzo de 2004, a la hora en que produjeron los atentados, a Jamal Zougam durmiendo en su casa, según informan las mismas fuentes consultadas.
Su hermana ha testificado que se levantó a las siete de la mañana para irse a trabajar y que mientras que estuvo en casa vio en la televisión las terribles imágenes que llegaban de los trenes. En ese momento, asegura que Zougam estaba durmiendo en la misma habitación que su hermano Mohamed Chaoui. Por su parte, éste ha declarado también que Jamal Zougam se encontraba a primera hora de la mañana en el domicilio familiar y que ambos se ducharon de forma seguida.
Estos testimonios tienen una gran relevancia ya que podría abrir la puerta a una posible revisión de los hechos probados en la sentencia del Tribunal Supremo donde se cerró la investigación del 11-M.