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SERIAL DE TRES ENTREGAS

El exministro Michavila se apropia de la autopsia de la Comisión Prim

Escándalo en la Asociación Bicentenario 2014 (II)

José María Michavila, ex ministro de Justicia con Aznar, actual consejero de Estado, fundador de la Sociedad Bicentenario de Prim, de la que redactó sus estatutos, escribe en El Mundo (27/12/2012) un artículo en el que literalmente se apropia para su asociación de los trabajos de la Comisión de Investigación científica que impulsó la autopsia para averiguar, con los adelantos de hoy, el gran misterio del siglo XIX.

El ex ministro, además de recordar el magnicidio al viejo estilo -sin tener en cuenta los avances realizados en su esclarecimiento por la citada Comisión Prim- como si no fuera con él, aborda al final del párrafo la apropiación indebida sin mayor conmoción: "La autopsia practicada, a impulso de la Asociación Bicentenario de Prim y de su Ayuntamiento natal, Reus, confirma que las cinco heridas de trabuco o pistola eran mortales"

Ya como ex ministro, Michavila debiera andar más enterado, pero desde luego como miembro de la Asociación Bicentenario, tendría que haber repasado sus apuntes. Y no les digo nada como consejero de Estado. No obstante este dislate hace que no desentone con otros miembros de la citada asociación, puesto que como fundador aparece con el general ex JEME del "Yak-42", Luis Alejandre Sintes y el ex ministro socialista de Defensa José Bono, que en su día destituyó a Alejandre, con el que ahora figura en un pañuelo sin mayor empacho, como colegas de la historia, en los tres primeros puestos de la peregrina asociación Bicentenario. Una asociación muy patrocinada por el cava y la caja de ahorros, que se presenta en sintonía con el Ayuntamiento de Reus.

Bono no se ha examinado todavía de Prim en público, pero ya sabemos lo que sabe el general de metales como el cinc, plomo y del libro de Pedrol Rius -por cierto la fuente de información de la mayoría de personas que hablan de Prim, sin saber-. Pedrol escribió después de haber accedido al sumario de Prim, pero lo que dice su libro y lo que hay en el sumario no es, ni mucho menos, lo mismo.

En el caso de José María Michavila el delito es mayor porque en su currículum figura como licenciado en Historia Contemporánea desde 1985. Es decir cuando un licenciado en historia escribe de su especialidad debe ser especialmente cuidadoso. Y, mire Vd., Michavila, ni Prim abandonaba el Congreso el 27 de diciembre de 1870, tras culminar su obra de "renovar la Monarquía", porque lo que hizo fue algo mucho más revolucionario que "renovar", como implantar una nueva dinastía tras hacerla votar en el Parlamento; ni recibió "cinco heridas de trabuco o pistola".

Y aunque esto no es de mi negociado, Prim no es el único catalán que ha presidido el Gobierno de España, como dice usted, porque se olvida del también catalán Francisco Pi y Margall que asumió la presidencia del Poder Ejecutivo de la Primera República en 1873.

Las heridas que recibió Prim en la calle del Turco, según como se cuenten, si como impactos o heridas, son distintas. En impactos recibió uno en el hombro izquierdo, con nueve proyectiles; otro en el codo izquierdo, y un tercero, en la mano derecha, que le medio amputó un dedo y le produjo un agujero en la palma, dañando los metacarpianos. Es decir, tres impactos, doce heridas abiertas. Después de esto Prim quedó fuera de la historia.

Además, según los forenses de entonces, señor exministro, las heridas del hombro eran de tipo mortal ut plurimum. Habría muerto desangrado o de shock hipovolémico, pero la Comisión Prim ha descubierto que los poderosos asesinos no esperaron, y los surcos que la momia del general tiene en el cuello, delatan que son compatibles con una estrangulación a lazo. Luego las heridas no fueron mortales porque le remataron antes.

Pero sí nos queda la duda de en qué manual de historia habrá copiado usted, señor exministro, lo de las cinco heridas, que no salen en ningún recuento. Desde luego hace mucho que abandonó usted sus estudios de historia y necesita un fuerte repaso.

Si quiere consultar ahora, no lo haga con el catedrático de historia Emilio de Diego, colaborador y conferenciante de la Asociación Bicentenario, porque aunque lo tenga a mano, en su libro sobre Prim, La forja de una espada (Planeta, 2003) dice en la página 376 que el principal asesino de a pie del general, cabecilla de los sicarios, regresó a España en 1885, cuando cualquiera sabe que José Paul y Angulo desapareció de sus ambientes habituales cuando el atentado y no regresó jamás, muriendo en París.

Tampoco le pregunte usted nada al también catedrático de historia cordobés Juan Carlos Poyato, autor de una novela reciente Sangre en la Calle del Turco porque, sin saber cómo llevar la contraria, dice que Paca Agüero llevó al cirujano Sánchez de Toca a ver a Prim, cuando es histórico que a Paca la mantuvieron al margen de la gravedad de las heridas de su marido, y mucho más, de los propósitos de rematarlo. Quien al parecer trató de llevar a Sánchez de Toca en una célebre anécdota fue el amigo del general y diputado Ricardo Muñiz, de quien, ya fallecido, se publicaron una especie de memorias por editores que, según denuncia Valle Inclán, ya en 1935, en Ahora, estaban implicados en el magnicidio y que falsearon el contenido del libro, añadiendo lo que quisieron y haciendo desaparecer el original. Por lo demás, hasta recientemente un descendiente de Sánchez de Toca concluía que es posible que de verdad le llevaran a ver "un cadáver", como cuenta la anécdota.

Poyato, aunque es historiador, se confiesa medievalista, con lo que este error debe pasar por la frivolidad de escribir una novela.

Y mucho menos se le ocurra, señor Michavilla, por lo que más quiera, pasar consulta con el supuesto historiador e hispanista irlandés Ian Gibson, que además de no saber dónde está el cadáver de Lorca, ni quién lo mató, ni nada por el estilo, como se ha demostrado en las recientes excavaciones de la memoria histórica, de lo que rematadamente no sabe nada es de Prim, ni del siglo XIX. Ni siquiera sabe el suficiente español para investigarlo, porque aunque lleva aquí muchos años, todavía no coge los giros idiomáticos. En mi tesis doctoral, me encontré hace ya tiempo con un libro llamado Cela, el hombre que quiso ganar, del tal Gibson, donde dice que el Premio Nobel no menciona en La familia de Pascual Duarte en qué trabaja el protagonista de la novela más traducida en español, después de El Quijote. No voy a desvelarle aquí en qué página se desmiente la ignorancia de Gibson, por si quiere aprender, que lea de nuevo La familia de Pascual Duarte y así mejora su herramienta, ya que ejerce de crítico literario e historiador sin merecerlo. Aun así, le premiaron recientemente su librito sobre Prim, en el que se inspira en Valle Inclán –inspira y expira- con el equivalente a veinte millones de pesetas –general, ¿cuántos denarios diría usted?-, mientras la editorial se cubría de gloria con el premio adjudicado a este señor, al que en su país no le aguantarían ni la mitad de los errores que lleva cometidos en nuestra historia.

En fin, señor ex ministro Michavila, si quiere saber algo de Prim, salga de la Asociación Bicentenario para que le dé el aire, y lea algo por ahí. Por ejemplo pida en Libertad Digital los artículos que hemos publicado en exclusiva –siempre gratis total-, adelantando la investigación pionera y el examen final de tomografía axial, ya referencia en otros países. La Comisión Investigadora ha colgado en Internet una guía para la comunidad científica internacional, con la que se puede encontrar rápidamente en el laberíntico sumario lo más interesante de las aportaciones recientes sin que le cueste a nadie ni un euro. Siendo Vd. del gremio judicial –ex ministro de Justicia- y del Consejo de Estado, no tendrá problemas para acceder a los tomos, y si quiere algo de la Comisión Prim, sepa que las conclusiones son gratuitas como todo el esfuerzo investigador.

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