Los pitidos a los miembros de la Familia Real se han convertido este mes en un hábito: los últimos, los que recibió la Reina Sofía el sábado en el Auditorio Nacional de Madrid. Desde Zarzuela se culpa a una crisis económica que dura ya un lustro: "Es la reacción de la calle contra el poder, no contra la Monarquía", afirma un portavoz en El Mundo.
Los gestores de Zarzuela estudian los incidentes pormenorizadamente, y subrayan el "componente político" en ellos, pero excluyen que se trate de una protesta debida al deterioro de la institución monárquica en particular. En el caso de la pitada a los Príncipes en el Liceo de Barcelona, los abucheos provinieron de los jóvenes instalados en la zona superior, con entradas baratas, y no de abajo, donde están los abonados. Es erróneo, por lo tanto, según la reflexión que se hace en Zarzuela, concluir que la burguesía catalana le estaba dando la espalda a la Familia Real.
De la misma manera, los incidentes en la inauguración del AVE a Alicante serían, interpretan en Zarzuela, un claro rechazo al PP. En Albacete se subió María Dolores de Cospedal, y en Alicante les esperaban el presidente Alberto Fabra y la alcaldesa imputada Sonia Castedo. "La cosa iba contra el PP y al Príncipe le tocó", señalan fuentes de la Casa del Rey.
También le tocó este sábado a la Reina. Irónicamente, Doña Sofía es, junto al Príncipe, el valor más sólido de la Familia Real. Del mismo modo, este pasado viernes en el Teatro Real, la Reina pareció que recibió una pitada pero en realidad la protesta iba destinada al ministro Wert.