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Rajoy cede a la presión y se compromete a despejar las "dudas" sobre Bárcenas

El presidente irá al Parlamento a intentar recuperar la confianza de la opinión pública. "Éste es el momento", defiende, para dar su "versión".

"No me van a torcer el brazo", les dijo Mariano Rajoy a los principales empresarios del país en un encuentro privado en la Moncloa la semana pasada. Pero la presión ha sido enorme, tanto mediática como política. Y, finalmente, el presidente ha acabado cediendo y anunciando su comparecencia a petición propia en el Parlamento. Moncloa asegura que nadie le ha marcado el paso: la decisión se tomó, según su versión, la semana pasada, tras la declaración de Luis Bárcenas en sede judicial. "Comparece porque él lo ha querido, no a rastras de nadie", declaró ya por la tarde María Dolores de Cospedal, en una alegato "de sus tiempos".

"Creo y pienso que éste es el momento adecuado para que me explique en el Parlamento y aclare dudas que, legítimamente, tenga mucha gente", se defendió el presidente, que en ningún momento citó al que fuera su hombre de confianza. El anuncio llega tras un mes de julio terrible para el Ejecutivo, incapaz de salir del bucle y recuperar la iniciativa política. En el PP, diputados y altos cargos aseguraban que "nada" les decían sobre los planes de Rajoy: "Que diga lo que quiere hacer, pero que lo diga ya, porque no podemos seguir con esta sensación de incertidumbre", declaraba este mismo lunes un miembro de los cuadros medios. Durante toda la semana, el Gobierno se negó a aclarar en qué formato tomaría la palabra el presidente. "No está decidido", repetían, a la par que crecía la sensación de crisis. La última decisión la tomará el jefe, resumió un asesor el viernes.

La incógnita se mantuvo hasta este lunes. Rajoy quería hacer el anuncio él mismo y así intentar recuperar la iniciativa y ganar algo de oxígeno. Según el presidente, nada ha tenido que ver su giro estratégico con la amenaza de una moción de censura por parte del PSOE. Su entorno añade que tampoco han influido los medios de comunicación. "Ayer -el domingo- hablé con el presidente de las Cortes y le dije que iba a presentar una solicitud de comparecencia en la última parte de este mes o en agosto", desveló Rajoy en una rueda de prensa junto con su homólogo rumano, Víctor Ponta. Fuentes del Ejecutivo recalcaron que aún no hay fecha, pero todo apunta a que será la próxima semana: el martes o el miércoles en un pleno extraordinario. Lo que queda descartado por completo, tal y como avanzó este diario, es que el presidente haga balance en una rueda de prensa sin límite de preguntas. El balance, se justificaron, se hará en el Parlamento.

La pregunta del periodista rumano

A Rajoy se le vio nervioso. Se le notaba, entre otras cosas, porque no abandonó su tic en las piernas, que no paraba de mover. También porque se comunicó visualmente o por gestos con sus principales asesores, sentados en primera fila, con la conferencia en marcha. Le descuadró que, a bocajarro, el primer periodista -rumano- le preguntara si iba a comparecer. Si algo le preocupa al Ejecutivo es que cale una imagen de inestabilidad política en el extranjero, aunque también es cierto que el nivel de expectación había menguado bastante con respecto a la semana pasada. Para muchos populares, la imagen de una moción de censura sería demoledora fuera, y ahondaría en la sensación de incertidumbre.

Para el presidente, ahora es "el momento oportuno". Se encomendó a resolver las "dudas" de los españoles, que admite son muchas, en el "sitio" adecuado. También planteará lo que hará "en el futuro", lo que ha generado de sopetón muchas dudas incluso en el PP. De nuevo en los mentideros políticos se habla de una hipotética crisis de Gobierno, siendo lo único claro que Rajoy quiere agotar el mandato. "Creo que ya empezamos a ver algunos datos económicos positivos, hay que seguir trabajando", se justificó. Llegó a decir que "la economía española pronto remontará el vuelo" y se declaró deseoso "de que los españoles vieran que estas políticas producen efectos".

Alarma por el deterioro de la imagen

Pero, a pesar de intentar aparentar cierta normalidad en el anuncio, el giro estratégico es evidente y ha pesado mucho el deterioro de su imagen. La alarma en los círculos populares ante el desgaste es real. Las últimas encuestas han venido a corroborar a ojos de altos cargos populares que había que hacer algo de forma urgente: "Creen que somos unos chorizos", se lamentaban. "Qué duda cabe que esto no le hace ningún bien. Son muchos días de malos titulares, también en la prensa extranjera. Rajoy será como una roca, sí, pero su imagen queda dañada", es la tesis más generalizada entre diputados.

Rajoy escuchó a sus más próximos, y se decidió a dar el paso. Ahora toca revertir la situación y recuperar la iniciativa, reconocen en privado. En otras palabras, se busca conectar con la opinión pública y que vuelvan a creer en el presidente, que incluso cambió el tono. Reivindicó su forma de hacer política, pero no como en otras ocasiones: "Me han hecho un sinfín de preguntas orales en el Congreso y en el Senado, y nadie me ha preguntado en este asunto. Nadie", contestó. "He respondido sobre este asunto", insistió ante la prensa española, que preguntó exclusivamente por Bárcenas y sus derivadas en unas preguntas pactadas a las que no se sumó el rotativo ABC. Si bien, el propio Rajoy reconoció: "En cualquier caso, es bueno hacer balance de muchas cosas y aclarar algunas dudas".

Ahora, Moncloa se centra en preparar una comparecencia en la que quieren evitar a toda costa que se hable sólo de Bárcenas. Pretenden que sea un balance en el que prime la economía. En el gabinete afirman que ya hay indicadores muy positivos -la EPA va a ser muy buena- y que Rajoy puede sacar pecho porque "lo peor ya ha pasado". Además, dicen, el jefe del Ejecutivo gana en el rifirrafe parlamentario, que se preparará a fondo. Explicaciones para una sociedad que, según los sondeos, cree hoy más en la palabra del extesorero que en la de su presidente.

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