El pasado 22 de octubre se produjo la excarcelación -en tiempo record- de la etarra Inés del Río, al día siguiente de que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo -TEDH- ordenara la abolición de la doctrina Parot en España. El líder batasuno Arnaldo Otegi celebraba la liberación de la terrorista y subía a su perfil de Twitter una fotografía en la que aparecía del Río sonriendo.
Este domingo, la prensa recoge dos visiones de esa fotografía: la de la del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y la de una víctima de la terrorista, Enrique González. Muy poco tienen que ver la una con la otra.
Fernández Díaz declara en ABC que "esa fotografía refleja, aunque parezca paradójico, la derrota de ETA". El titular de Interior justifica su peculiar razonamiento diciendo que "la de Estrasburgo es una interpretación jurídica que les homologa a efectos prácticos con asesinos en serie o violadores" y va más allá para interpretar los sentimientos de la etarra Inés del Río: "Esa cara de felicidad de Inés del Río no es la de quien ha conseguido sus objetivos, sino el rostro de la impotencia porque ETA sabe perfectamente que ha sido derrotada por el Estado de derecho".
Radicalmente distinta es la versión de Enrique González. Inés del Río intentó asesinarlo dos veces en apenas siete meses. Del primer atentado, en la plaza de la República Argentina en 1985, el guardia civil escapó con heridas de metralla en la pierna. Del segundo, en la calle Juan Bravo en 1986, se libró porque el azar le colocó ese día en un furgón distinto al que fue atacado por los terroristas de ETA. En Crónica le preguntan qué sintió al ver la sonrisa de la etarra de vuelta a casa. Responde la víctima: "Que al final ella ha ganado y que yo soy nuevamente la víctima. Mi condena ha sido muchísimo más dura que la suya... Yo aún no he salido de la cárcel. De mi cárcel".