María Dolores de Cospedal aún no se había pronunciado sobre la reforma de la ley del aborto. Un silencio calculado que tuvo que romper al término del primer Comité Ejecutivo del año, cuando compareció en rueda de prensa. Si bien se encargó de dejar bien claro que hacía una valoración "como secretaria general" pero en ningún caso a título personal.
Por dos ocasiones, los periodistas le instaron sin éxito a que diera su opinión y no la del partido. Sólo minutos antes, varios homólogos regionales -ella es presidenta de Castilla-La Mancha- habían expresado su malestar con la reforma y apostado por un mayor "consenso". Pero ella se negó, aunque de sus palabras como máxima autoridad de Génova tras Mariano Rajoy se desprende que la norma sufrirá cambios, sin saber su profundidad.
"No me cabe la menor duda, tal y como ha manifestado el presidente del partido que se hará lo posible para que la futura ley concite el máximo consenso como lo tuvo la del 85, con la ratificación del Tribunal Constitucional", respondió Cospedal. Lo deja todo abierto, pero usó el término utilizado por José Antonio Monago o Alberto Núñez Feijóo.
PP y Gobierno "no son entes diferenciados"
Cospedal no ofreció a Gallardón palabras de respaldo. La relación entre ambos no es buena; de hecho, pocos días antes de presentarse la ley ella dijo que aún la desconocía. Algunos cargos próximos también señalan a la vicepresidenta, en tanto en cuanto se puso de perfil en la presentación de la ley y no dio "una respuesta política". Ante el silencio del Gobierno, arguyen, empezó el rosario de críticas internas. Si bien, Cospedal también quiso dejar claro que el PP "tiene que apoyar al Gobierno" y "quien considere que son cosas distintas está muy equivocado". Partido y Ejecutivo "no son dos entes diferencias", sentenció, tras presenciar un vivo debate en el órgano interno, reproducido ya a esa hora en la mayoría de medios de comunicación.
Pese a que el ministro de Justicia dijo que la esencia de la ley no se tocará, Cospedal habló de "todas las reuniones que hagan falta" para "poner temas en común". Esto es, abrir un marco de negociaciones sin detallar. Ante la cúpula popular, el presidente defendió el texto de Gallardón, que calificó de "equilibrado", pero emplazó al ministro a sentarse con los críticos.