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Así fue la boda del Príncipe Felipe y Letizia Ortiz

Hace 16 años Madrid vivió la primera boda de Estado desde Alfonso XIII con el enlace entre los Príncipes de Asturias.

Hace 16 años Madrid vivió la primera boda de Estado desde Alfonso XIII con el enlace entre los Príncipes de Asturias.

Tal día como hoy, 22 de mayo, pero de 2004, Libertad Digital dedicaba su portada exclusivamente a la boda de los Príncipes de Asturias. Aquel 22 de mayo, el Príncipe Felipe y su prometida, Doña Letizia Ortiz, pronunciaron la fórmula de compromiso matrimonial que les convirtió en marido y mujer.

Durante la ceremonia, el Príncipe de Asturias miró al Rey instantes antes de pronunciar su compromiso para pedir su consentimiento al enlace, que Don Juan Carlos ratificó con una inclinación de cabeza. El Cardenal Arzobispo de Madrid preguntó a los novios si llegaban a la ceremonia "sin ser coaccionados, libre y voluntariamente".

Ya con sus manos entrelazadas, el Príncipe Felipe dijo a su prometida: "Yo, Felipe, te recibo, Letizia, como esposa y me entrego a ti y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad todos los días de mi vida". La misma fórmula fue repetida por su prometida. Convertidos ya oficialmente en Príncipes de Asturias tras expresar su compromiso, los contrayentes se intercambiaron las alianzas y las trece monedas de oro utilizadas como arras.

Posteriormente, Antonio María Rouco entregó las arras al Príncipe, quien a su vez las depositó sobre las manos de Doña Letizia, y después ella repitió el gesto. La boda concluyó casi una hora y media después de que comenzara la ceremonia. En ese momento, los recién casados firmaron el acta matrimonial después de que lo hiciera Rouco Varela.

La anécdota de la ceremonia la protagonizaron los siete niños que acompañaron a los novios hasta el Altar Mayor de la Catedral de la Almudena y que alborotaron de tal manera durante la celebración que los tuvieron que apartar de la zona. El más inquieto fue el mayor de los sobrinos, Froilán, que provocó continuamente al resto de los primos. En un momento determinado, Felipe Juan Froilán propinó una patada a la más mayor de las niñas del cortejo, lo que provocó que una de sus cuidadoras les llevara a una zona más alejada al comprobar que no cesaban en sus juegos.

Durante la ceremonia, las calles de Madrid estuvieron vacías, salvo el centro que sería protagonista del recorrido de los recién casados. Los Príncipes de Asturias llegaron a la Basílica de Atocha. Allí, Letizia Ortiz depositó el ramo de novia a los pies de la virgen continuando la tradición de la Familia Real. Posteriormente, los novios se dirigieron al Palacio Real entre los saludos del público. Antes de llegar ahí, Don Felipe y Doña Letizia viajaron en un Rolls Royce Phantom IV, escoltados en un primer momento por motoristas en Harley Davidson y después por los cuerpos a caballo de la Guardia Real.

Ya en el Palacio Real y después de soportar la lluvia durante todo el recorrido, los Príncipes de Asturias salieron al balcón para saludar a los ciudadanos que estaban congregados en la Plaza de Oriente. Los recién casados se besaron en la mejilla respondiendo a la petición del público.

Al balcón central, situado encima de la puerta del Príncipe y adornado con el escudo Real, accedieron con posterioridad Don Juan Carlos y Doña Sofía y el resto de la Familia Real, así como los padres de la novia. Ante la insistencia de la gente, los recién casados volvieron a salir al balcón y de nuevo el Príncipe de Asturias besó en la mejilla a su ya esposa, quien sonreía y miraba a Don Felipe. Instantes después, Don Juan Carlos y Doña Sofía volvieron a salir para despedir a los ciudadanos desde el balcón del Palacio Real.

Durante el almuerzo celebrado en el mismo Palacio el Príncipe Felipe comenzó el brindis mostrando su felicidad: "No puedo ni quiero esconderlo, imagino que salta a la vista: Soy un hombre feliz. Y tengo la certeza de que esta condición me la da sentir la emoción de ver y protagonizar la realización de un deseo: Me he casado con la mujer que amo".

Agradeció asimismo las constantes muestras de cariño y generosidad llegadas de todos los puntos del país y tuvo palabras de recuerdo para los asesinados dos meses antes en los atentados del 11-M: "M de Madrid, M de mayo y M de memoria. En ella siempre estarán los ausentes, lo que no les fue permitida criminal y brutalmente seguir viviendo sus ilusiones y desvelos".

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