Tal día como hoy, 8 de octubre, pero de 2013, Libertad Digital contaba en su portada el proyecto de Ordenanza de Convivencia Ciudadana de Madrid según la cual no se puede ni acampar, ni escupir, ni hacer necesidades fisiológicas, leer las cartas del tarot, ni tirar chicles, papeles, colillas o cáscaras en la calle.
Tampoco permitía las actividades de videncia, masajes, peluquería, piercings, ni las de los gorrillas. También estaba prohibido ofrecer la limpieza de los parabrisas de los coches en los semáforos o ejercer la mendicidad a las puertas de los centros educativos, de atención social, hospitales, establecimientos comerciales o empresariales.
En un claro mensaje a los movimientos similares al 15-M, la ordenanza no permitía por impropio el hecho de acampar o instalar elementos estables en el espacio público, sólo si se cuenta con la debida autorización o cocinar en la calle. Otras prohibiciones era la de las apuestas con dinero o bienes en la vía pública o la práctica de acrobacias fuera de las áreas creadas para esos fines. Igualmente quedaba prohibido beber alcohol en la calle o la venta ambulante no autorizada. Además, el Ayuntamiento de Madrid podría sancionar con multas de entre 750 a 3.000 euros a los clientes de los servicios de prostitución en espacios públicos que insistan en hacer uso de los mismos después de ser apercibidos por la Policía.
Una de las voces discordantes a la Ordenanza fue la del presidente de la Comunidad de Madrid. Ignacio González confesó que "le ha sorprendido un poco" porque él es "bastante liberal" a la hora de permitir actuaciones públicas. Reconoció que no conocía en profundidad el contenido de la normativa, pero que era un asunto que competía a Ana Botella y que "habrá que estar a lo que allí se diga". No obstante, a nivel persona se declaró a favor de "dar libertad", en general, a la hora de permitir las actuaciones en la vía pública, "siempre dentro del marco de la legalidad".
La última polémica entre la alcaldesa y el presidente de la Comunidad llegó a cuenta la de idea de Ana Botella de restringir el tráfico en las zonas de alrededor de la Puerta del Sol. Según la edil, el plan era "ir peatonalizando más las zonas del centro". Una medida, que según ella, buscaba que Madrid fuera una ciudad "limpia" y cada vez "con más bicicletas, más coches eléctricos y menos coches en el centro".
Según Ana Botella, estaban hablando con vecinos y comerciantes de las zonas que se verían afectadas para llegar con ellos "al mayor acuerdo posible". Pero a Ignacio González tampoco le gustó la medida: "Yo soy poco partidario de prohibir las cosas, creo que nosotros trabajamos para que la gente pueda elegir libremente lo que quiera". Defendió que la lucha por el medio ambiente era compatible con permitir la libre movilidad de los ciudadanos. Además, aseguró que no era partidario "de que determinadas medidas se conviertan en limitaciones o dificultades a la movilidad de los ciudadanos y mucho menos que eso se convierta en una vía, muchas veces, de exceso de infracciones".