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La estrategia de Susana Díaz: extorsión fina al PP y dulce canto de sirena a Ciudadanos y Podemos

Será investida casi con seguridad en segunda vuelta, compondrá un gobierno monocolor y conservará todo el poder.

La estrategia global de Susana Díaz y el PSOE andaluz, que no sólo tiene en cuenta a Andalucía sino al futuro del PSOE nacional, pasa por una brillante operación de investidura que permita relanzar la imagen, bastante deteriorada de la lideresa, tras la operación elecciones del pasado 22 de marzo, hace casi mes y medio de inestabilidad, precisamente lo que se quería remediar con su convocatoria. Ahora se trata de mostrar en un show sin precedentes la capacidad de esta dirigente para obtener réditos políticos para el PSOE en las nuevas circunstancias de la política española, con dos nuevos invitados a la mesa y un PP discapacitado, probablemente el mismo escenario que tendremos cuando se conozcan los resultados de las elecciones generales de finales de año.

La brillantez está garantizada ya porque Susana Díaz ha conseguido abrir en canal el flanco de la oposición y dar a Andalucía y a su figura un alcance mediático nacional de nivel. De hecho, antes incluso de la celebración del pleno parlamentario de hoy, ya ha obtenido dos triunfos: uno, hacer que el PP de Rajoy descarte nuevas elecciones en Andalucía, lo que significa de hecho un seguro a todo riesgo para Susana Díaz a la que en última instancia dejarán gobernar y otro, el singular desarrollo de su posible pacto con Ciudadanos, referido sobre todo a las medidas anticorrupción, que está propiciando que se blanquee el negro pasado socialista en la materia. De hecho, Ciudadanos, alabado de forma inmisericorde por El País por su apoyo al régimen, ya ha anunciado incluso su abstención en segunda vuelta si la candidata socialista no es investida en la primera.

Mediáticamente, la Operación Investidura está resultando un filón para la promoción de la figura de Susana Díaz en la política nacional mientras su principal adversario interior, Pedro Sánchez, se entretiene con menudencias internas, como el baile de Carmona y las encuestas amigas o enemigas, y una escasa presencia mediática en la realidad municipal nacional.

Fina extorsión al PP andaluz

El PP andaluz no ha sabido qué hacer con una situación que se la ha escapado de las manos. Primero, porque ha obtenido un resultado electoral mucho peor de lo esperado motivando un desconcierto interior y una oposición creciente a la actual dirección andaluza, a la que se le vaticina otro batacazo en las elecciones municipales -lo que no gusta a los alcaldes de capitales, un poder fáctico dentro del PP de Andalucía -, y un último despeñamiento en las generales de finales de año.

Por si fuera poco, el PP andaluz no ha sabido contrarrestar la falacia original de Susana Díaz de hacer creer machaconamente que el resultado obtenido por el PSOE conduce, necesariamente, a un gobierno presidido por ella. De hecho, Javier Arenas obtuvo tres escaños más que ella en 2012 y ni el PSOE ni IU le dejaron gobernar. Como ya es habitual, el PP andaluz acaba aceptando como hecho consumado la imposición estratégica de Susana Díaz y su guardia pretoriana andaluza.

Pero es más. Es que el PSOE protogonizó un "golpe de Mesa" en la cámara andaluza que dejó fuera a una de sus diputadas de la Mesa del Parlamento andaluz al margen de toda legalidad, como cuando ya sea tarde certificarán los tribunales. Esto es, mientras el PSOE sacaba pecho y atizaba al PP andaluz, con el silencio cómplice de los supuestos "regeneradores" de la política andaluza, el PP no tuvo un comportamiento gallardo y valiente.

Finalmente, el PP andaluz se ve finamente extorsionado por un PSOE hábil en situar a sus adversarios contra las cuerdas de la mano de su división mediática fácilmente reconocible, desde Canal Sur, del que ningún emergente ha hablado curiosamente, a El País, pasando por algunos sectores del grupo Joly. La extorsión fina consiste en amenazar al PP andaluz con la convocatoria de unas nuevas elecciones advirtiéndole que en tal caso, el batacazo popular sería mayor porque sería presentado como el boicoteador de la "estabilidad" otorgada por las urnas a Susana Díaz y como enemigo de Andalucía, otra vez y de nuevo. Si a ese se le une que ha trascendido que Rajoy no quiere nuevas elecciones en Andalucía, pues ya está descrito el cuadro: apaleado en las urnas, humillado en el Parlamento, aislado por el PSOE y por la oposición y temeroso de presentarse como lo que fue, el partido del cambio, el PP andaluz no tiene demasiadas opciones y las que podría tener, no las quiere utilizar.

De dulces cantos de sirena a la extorsión gruesa

Estos cantos conllevan un peligro incubándose en su desarrollo, como ya comprobó Izquierda Unida. Si un partido que estaba en el gobierno con un vicepresidente y dos consejerías, fue incapaz de condicionar la política socialista de Susana Díaz hasta el punto de que cuando se plantó lo echaron, unos partidos sin experiencia andaluza ni nacional, que no quieren estar presentes en el gobierno, no podrán controlar el cumplimiento de los pactos o acuerdos que firmen. Pero en caso de que no los firmaran, comenzará la operación "extorsión gruesa" situándolos ante la opinión pública como cómplices de la derecha andaluza en la desestabilización del régimen, poco antes de unas elecciones municipales.

Ciudadanos es el partido que más ha arriesgado. Ya se sabía que su presidente andaluz, Juan Marín, sentía querencia por un acuerdo con el PSOE, querencia que ya había sentido en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda donde ya lo había ensayado desde hace años. Pero se ignoraba que Albert Rivera tuviera la misma querencia, cosa que ha demostrado sin anestesia en los últimos días.

Por una parte, ha contribuido a salvar al PSOE andaluz del estigma de la corrupción sellando un acuerdo, aún desconocido, precisamente sobre la materia y dejando pistas para conseguir nuevos acuerdos en otras materias como economía, empleo, etc...Por la otra, desvía el objetivo de la regeneración de la vida pública andaluza algo que sólo podrá conseguirse desde dentro de un régimen que seguirá decidiendo el futuro andaluz.

Que el diario El País lo haya colmado de elogios hoy mismo no significa otra cosa que lo que está haciendo es exactamente lo que el PSOE andaluz y su régimen pretendía que hiciera. Que luego el PSOE cumpla o no lo acordado, ya no podrá controlarlo una vez investida Susana Díaz.

Podemos es el segundo y principal partido cuyo concurso es necesario para que Susana Díaz sea investida. Conjuntamente con Ciudadanos o con Izquierda Unida, que no parece estar por la labor por seguir desdentada tras el último mandoble del PSOE, es quien puede, con su abstención, dejar gobernar a la candidata. Su problema es que si no lo hace, la división comunicacional socialista lo presentará con un partido cerril, cómplice en la práctica de la derecha e incapaz de llegar a acuerdos. Ello conllevaría el botafumeiro político para Ciudadanos, consagrado ante los andaluces como partido de consenso y de futuro.

El caso es que el poder de Podemos en esta ceremonia es muy superior al de Ciudadanos, que no puede con su mera abstención, producir la investidura. Si Podemos no consiente al final abstenerse en favor de Susana Díaz, sólo quedará el PP y los pregoneros del régimen lo subrayarán machaconamente una y otra vez en los próximos meses, aquí y en el resto de la geografía nacional. Esa sería su extorsión "gruesa".

Como se ve, todo un panorama más que favorable a Susana Díaz que, muy probablemente, obtendrá la investidura seguramente en segunda vuelta, compondrá un gobierno monocolor que le dará el poder de nombrar a más de 5.000 cargos de confianza sólo en la Junta y en la administración paralela que mantendrá, y que podrá jugar con todos sus adversarios cuando comience a incumplir lo que firme hoy. Sólo podría temer un pacto regenerador de todos contra ella, pacto que, ya es evidente, ninguno de los partidos quiere.

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