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Los pactos de Ciudadanos: frena a Podemos y no impide que el PP gobierne

Terminadas las investiduras autonómicas, Rivera acumula argumentos para presentarse como el líder de la centralidad.

Terminadas las investiduras autonómicas, Rivera acumula argumentos para presentarse como el líder de la centralidad.

Terminadas, con la del socialista Javier Fernández en Asturias, las investiduras de los presidentes autonómicos, el mapa de los acuerdos permite hacer balance de la política de Ciudadanos, que por primera vez ha tenido que asumir decisiones estratégicas fuera de Cataluña. La formación naranja se quedó fuera de tres autonomías: Navarra, Castilla-La Mancha (pese a obtener casi un 9% de los votos) y Canarias; por razones obvias tampoco está, al menos de momento, en los parlamentos vasco y gallego, ambos con elecciones el año que viene. Se puede analizar, por tanto, su comportamiento en otras once regiones, excluida Cataluña donde habrá elecciones en septiembre.

Los fríos números dicen que los de Albert Rivera han dado tres síes, dos de ellos al PP y uno al PSOE, cuatro noes, ninguno a un gobernante popular, y cuatro abstenciones. También que, como ha sido su compromiso, no se entraría en gobierno alguno pues, repiten una y otra vez los líderes naranja "no pactamos a cambio de sillas".

Un análisis más profundo demuestra que Ciudadanos no ha impedido en ningún caso que el PP gobierne allí donde podía hacerlo. Ni en Madrid, donde en apenas dos semanas se llegó a un acuerdo en el que incluso la hoy presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, fue más allá en alguna de las propuestas de regeneración, como la eliminación del Consejo Consultivo; ni en La Rioja, aunque sí es cierto que los de Rivera forzaron el adiós de Pedro Sanz para dejar paso con su abstención a José Ignacio Ceniceros; ni en Castilla y León, donde se abstuvieron en la nueva investidura de Juan Vicente Herrera ni, finalmente, en Murcia, donde el voto naranja, como en Madrid, fue un SÍ al gobierno popular.

El tercer SÍ naranja tuvo distinto destinatario: el PSOE andaluz de Susana Díaz, quien firmó con Juan Marín el único acuerdo regional en el que aparecen las siglas de ambos partidos. Un SÍ precedido de varios noes y de una negociación pilotada por el número dos de Rivera, el vicesecretario general, José Manuel Villegas, en la que se cobraron las piezas de los expresidentes andaluces José Antonio Griñán y Manuel Chaves, imputados por el escándalo de los ERE. Además, se logró que Díaz asumiera la rebaja del IRPF autonómico o el apoyo a la cultura del emprendedor. Menos celo se puso en Canal Sur, donde no se exigió su despolitización como en el caso de Telemadrid. Preguntado por ello el día de la firma del acuerdo con Cifuentes, el líder naranja en Madrid, Ignacio Aguado, tuvo que admitir que el Ente público seguiría siendo "una herramienta de propaganda" en manos socialistas, como la que ha tenido el PP en la CAM.

En el capítulo de los noes de Ciudadanos, todos tienen un denominador común: los acuerdos con nacionalistas y/o Podemos. A los de Pablo Iglesias se les alejó del poder que podrían haber tocado en Madrid o Andalucía. Además, la formación naranja ha votado NO a Miguel Ángel Revilla en Cantabria (apoyado por el partido lila); al acuerdo de PSOE, Podemos, CHA e IU que ha hecho presidente de Aragón a Javier Lambán; a la socialista Francina Armengol, presidenta de Baleares gracias de nuevo a un acuerdo de los socialistas con Podemos y a Ximo Puig en Valencia, quien gobierna con los nacionalistas de Compromís.

En el caso valenciano las relaciones con el PSOE se tensaron más que nunca. Los portavoces de Ciudadanos, entre ellos el secretario de organización, Fran Hervías, acusaron a Pedro Sánchez de estar cometiendo el mismo error que José Luis Rodríguez Zapatero con su alianza, en Cataluña y en el Congreso, con ERC. De hecho, la formación naranja -convencida de que la comunidad y el ayuntamiento de la ciudad del Turia necesitaban un relevo tras décadas de gobiernos del PP salpicados por la corrupción- ofreció un amplio acuerdo a los socialistas para excluir a Compromís, partido al que Rivera tildó varias veces de "separatista". Un acuerdo que pasaba por hacer alcalde de Valencia al candidato de Ciudadanos, Fernando Giner, quien obtuvo más votos que los socialistas, y a Puig presidente de la Generalidad, liberado ya de la influencia de los de Mónica Oltra, a la que al final ha integrado como vicepresidenta y portavoz de su Ejecutivo.

¿Y para las generales?

Aunque en principio Ciudadanos considera adecuado 'iniciar el baile' con el partido más votado, y así ha sido significadamente en Madrid y Andalucía, no es una norma rígida al 100%. Lo demuestra el planteamiento aludido en Valencia y el que ya se hace para Cataluña, donde su candidata Inés Arrimadas aspira a "ganar" a la lista unitaria de Artur Mas y Oriol Junqueras.

De cara a las generales ha cundido la especie, a la que han dado carta de naturaleza columnistas de la prensa nacional como Raúl del Pozo o Ignacio Camacho, de que Rivera apostaría por apoyar un Gobierno del PP pero forzando la renuncia de Mariano Rajoy a favor de otro candidato.

Preguntado por esta posibilidad este lunes en una entrevista en esRadio, el eurodiputado y cabeza de lista por Barcelona para las generales, Juan Carlos Girauta, aseguraba que es algo que "no se ha discutido en ninguna reunión, ni de la Ejecutiva ni del grupo estratégico y yo no la he hablado con nadie". Para Girauta, el "automatismo" de que quienes no son ni PP ni PSOE son "bisagras" sólo puede que funcione "con el PSOE y Podemos" pero no con Ciudadanos. "Naturalmente quien gana, aunque sea por mayoría simple, tiene la iniciativa, pero de ese automatismo que se olviden porque no se va a dar, queremos oír las propuestas. No se nos convencerá ni con cargos, ni con ministerios ni con empresas públicas" sentenció el que es uno de los dirigentes más próximos a Albert Rivera.

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