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Rivera enseña sus cartas: aspira a presidir un Gobierno de coalición

Crece el convencimiento en Ciudadanos de que podrían obtener el apoyo del PSOE para llegar a La Moncloa.

En Ciudadanos todo ha sucedido en este 2015 que termina de forma vertiginosa. Aunque ahora suene a broma, la expansión nacional del partido, siempre postergada desde su nacimiento en 2006, era una especulación a principios de año. Con más fundamento que antes, pero una especulación al fin y al cabo. Cuando Susana Díaz convocó anticipadamente las elecciones para marzo hubo quien argumentó que concurrir a esos comicios entrañaba un gran riesgo, después algunos se conformaban con obtener un representante y los primeros sondeos que otorgaban 6 o 7 diputados eran vistos como excesivamente optimistas. La candidatura de Juan Marín -el único que tuvo el arrojo y la audacia de encabezarla, pues otros lo rechazaron- obtuvo finalmente nueve representantes, en todas las provincias menos una y, lo más importante, se convirtió en la llave del nuevo Gobierno.

Ahora, y tras el éxito sin precedentes de las catalanas -segundo partido en toda Cataluña y en todas y cada una de sus provincias- Albert Rivera está lanzado, máxime tras haber triunfado en la que siempre fue su apuesta: dejar paso a Inés Arrimadas en Cataluña, aún en el momento más delicado, para centrarse en la candidatura a la presidencia del Gobierno. "Imagínate que ahora, con la que está cayendo en Cataluña, Albert abandonase su escaño, sería una imagen terrible", aseguraba esta semana uno de sus más próximos.

Después de las catalanas, todo ha ido a mejor, con unas encuestas que sitúan al partido naranja por primera vez por encima de Podemos y muy cerca de PP y PSOE. "Estamos los tres en seis puntos" afirmaba este miércoles Rivera en una rueda de prensa en Madrid a las preguntas de una periodista chilena, uno de tantos informadores extranjeros que últimamente acuden a sus convocatorias. La periodista sudamericana le planteaba la posibilidad de que España tuviera por primera vez un "presidente catalán" e incluso, en una aproximación a la política española carente de profundidad, si podría formar Gobierno con Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Iglesias. Rivera sonreía y aseguraba que le gustaba más lo primero. Sin embargo, el político centrista, que hasta hace bien poco renegaba de los Gobiernos de coalición, y que repetía una y otra vez, como hizo la pasada primavera durante la campaña de las municipales y autonómicas, aquello de "no negociaremos votos por sillas" -precepto cumplido hasta ahora allí donde Ciudadanos ha pactado, caso de Andalucía o Madrid- ha variado sensiblemente su discurso. En la misma rueda de prensa del miércoles comenzó a abrir una nueva puerta, ya que, dijo: "Vamos a una nueva etapa en la que habrá cosas que no prevemos. A lo mejor un partido gana y otro le pone condiciones. Yo ya he dicho que no voy a estar de vicepresidente o de ministro de otro partido. Quienes no lo han dicho son los demás. No sé, si gana Ciudadanos, si los otros van a renunciar a estar de vicepresidentes y de ministros nuestros o van a dejarnos que gobernemos como un Gobierno monocolor. Sugiero que planteen la pregunta".

El líder naranja comienza así a ablandar el terreno para una posibilidad de la que se habla ya en las reuniones de estrategia del partido y que está relacionada con la hipótesis Borgen, la serie danesa en la que la líder de los moderados (trasunto de Ciudadanos) llega a primera ministra con el apoyo de los laboristas, pese a no ser la más votada. "Tendremos que hacer un poco de daneses" aseguraba en referencia a ella el pasado 1 de noviembre Rivera. En el cuartel general naranja están convencidos de poder llegar ya a La Moncloa pese a no ser los más votados. Si quedasen segundos, en Ciudadanos no tienen duda de que podrían obtener el apoyo del PSOE para gobernar, primero porque ese pacto, el que siempre dicen preferir los españoles en las encuestas, anula la otra alianza posible, la contra natura PP-Podemos; segundo, porque se pondría a Pedro Sánchez entre la espada de Ciudadanos y la pared de los populares. Naturalmente, todo ello si la aritmética no lo impide.

Por tanto, Rivera jugará de aquí al 20 de diciembre claramente a la presidencia, y este miércoles en Madrid empezó a poner a prueba el discurso: "Un Gobierno tiene que tener un rumbo, un equipo, una estrategia, un timón y alguien que marque ese liderazgo. A partir de ahí, si hay que negociar con otros que quieren poner terceras personas o independientes, lo hablaremos. No cierro las puertas al talento". El candidato de Ciudadanos a la presidencia del Gobierno ponía dos ejemplos de esa filosofía: "He visto a Obama incorporar a Hillary Clinton, a la que ganó las primarias, y a otra gente propuesta por el partido republicano. He visto a Sarkozy incorporar a gente del partido socialista [por ejemplo, su primer ministro de Exteriores, Bernard Kouchner]. Los buenos liderazgos no temen al talento, ni siquiera a aquel que tiene matices ideológicos".

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