El Mundo opina que el debate no lo ganó nadie. "Rajoy resiste mientras Sánchez desaprovecha su gran oportunidad". Dice el editorial que fue un "fiasco", hubo monólogos demasiado largos sin apenas contrarréplicas ni interpelaciones directas, de hecho, hasta llegar al tema de la corrupción apena se vieron momentos de tensión". Vamos, un peñazo. Rajoy, "salio vivo de la confrontación" y "solo se vio afectado cuando se empezó a hablar de la corrupción", y mira que tenía que estar ya acostumbrado. Pedro Sánchez "no salió bien parado" y dio la impresión de que se iba empequeñeciendo durante las intervenciones". Y Pablo, en modo campaña, "se dirigió a Sánchez para reiterar su oferta de pacto". Con hambre de PSOE. Bien metidito en su papel de corderito, "lejos de la agresividad de otras ocasiones". Aguanta, chaval, en un par de semanas podrás volver a ser el déspota colérico que todos conocemos. "Ciudadanos también puede estar satisfecho de la participación de su líder, con intervenciones mucho más solidas que en el debate de la campaña del 20D (…) Marcó con contundencia su territorio frente a Rajoy y también fue quien atacó con mas argumentos a Iglesias". Para Raúl del Pozo Rivera "fue el más valiente. Le dio el cante a Mariano Rajoy advirtiéndole que no siguiera vendiendo humo. A Pablo Iglesias le aconsejó que no se disfrazara de socialdemócrata", que nos da la risa. "Albert Rivera atacó con gallardía y talento".
El País parece el moderador del debate. "Corrupción, empleo y recortes centran un debate sin ganador". No se molesta en editorializar, pero Rubén Amón dice que "Rajoy salió vivo". "Un debate contenido y prudente", en el que "Rajoy estaba y no estaba". Qué cosa tan extraña. ¿No sería que fue un momento al baño? "No estuvo el debate a la altura de la expectación ni pareció arrojar grandes novedades al desasosiego de los indecisos". Jabois echó de menos algunos temas. No se habló de cultura, ni de ciencia ni del Brexit, y eso que son las cosas que más interesan a la peña. "Este desinterés por lo que ocurre fuera se salvó al final con la política inmigratoria relacionada con los refugiados". Y menos mal que hablaron de violencia de género "menos de 30 segundos", sin duda el momento más interesante del debate.
ABC cree que "Sánchez, Rivera e Iglesias regalan el debate a Rajoy". "Convierten la confrontación en un ataque a tres bandas contra el candidato del PP, que este logró neutralizar tirando de experiencia". Bieito Rubido contenido, dice que no va a cometer "el error de decir quién ganó o quién perdió el debate, aunque parece claro que a Mariano Rajoy se le dan mejor la confrontaciones a cuatro que el cara a cara", deja caer. "Conviene que quien nos dirija llegue aprendido. Rivera, Sánchez e Iglesias parecían tres alumnos en practicas", dice en plan papagayo de Rajoy. El editorial, más de lo mismo, dice que Rajoy "fue superior en claridad de ideas, manejo de cifras y defensa de sus propuestas". Pedro Sánchez, "se mostró apremiado en marcar su territorio frente a Rajoy y frente a Pablo Iglesias, difuminando sus propuestas en una dialéctica de supervivencia, preocupado desde el primer minuto por la desmovilización del electorado socialista. Pablo Iglesias se movió subido a las encuestas que confirman un resultado superior al del PSOE, lo que hizo que se comportara como la alternativa a Rajoy, achicando el espacio de Sánchez para colocarlo en un segundo plano. Albert Rivera acreditó su telegenia en un mano a a mano con Iglesias, consciente de que tiene que romper el techo que le marcan las encuestas haciéndose hueco a izquierda y derecha". Y Pablo Iglesias "evitó estridencias populistas y, aunque levanto la voz a deshora y se puso en modo tertulia, intentó mostrar su mejor sonrisa de campaña, ensayada para seducir a moderados e incautos", que todavía queda alguno. Ignacio Camacho también opina que Rajoy "salió vivo de la encerrona e Iglesias, que se sabía vencedor en el debate externo en las redes, fue como casi siempre el más vehemente comunicador y el que mejor se adaptó a las expectativas de sus potenciales votantes", dice mimoso. Mientras, "Sánchez rechazó adrede la oportunidad de distanciarse de Podemos; no se atreve. Y la dureza de Rivera contra Rajoy sugirió tanto su intención de crecer a costa del PP como el punto de no retorno con la continuidad, si no de este gobierno, de este presidente". David Gistau los vio llegar a todos, pero se fijó especialmente en Pablo. "Pablo Iglesias se acercó a unos manifestantes de RTVE con su oportunismo característico: lo raro fue que no hiciera traer leprosos para sanarlos en vivo". Sí que es raro, sí, qué fallo tan gordo.
La Razón dice que "los pactos pierden el debate". "Rajoy se impone en una pugna electoral en que los ataques de Rivera y la batalla por ocupar la izquierda entre Sánchez e Iglesias dejan en el aire si habrá gobierno tras el 26-J". Concluye el editorial que "fue un debate de tres contra uno, lo que permitió a Rajoy poner en valor sus políticas frente a los aspirantes, que tuvieron serios problemas en diferenciarse unos de otros". Pues mira, uno que lleva coleta es Pablo Iglesias. Marhuenda es el único que ve claro que "si se sigue manteniendo el criterio de que los debates televisivos influyen en los indecisos, el de anoche sin duda habrá aclarado las ideas a una buena parte del 30% que todavía no sabe el sentido de su voto, según el CIS. En este sentido, Rajoy tiene más posibilidades de atraer hacia su candidato el voto de los que esperan soluciones claras", dice convencido. Lucas Haurie, sin embargo, no lo ve tan claro. "Si el propósito de los cuatro candidatos era convencer al tercio de indecisos para su causa, el ganador volvió a ser nadie". Menuda colleja te va a dar tu jefe. Ganó Rajoy, hombre.