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La guardia pretoriana de Susana Díaz, 4: 'Chiqui' Jiménez Barrios, el listero

Su futuro en Andalucía, tras 33 años ininterrumpidos de cargos públicos, es una de las incógnitas que habrá que despejar.

Su futuro en Andalucía, tras 33 años ininterrumpidos de cargos públicos, es una de las incógnitas que habrá que despejar.
Manuel Jiménez Barrios | EFE

Dicen de un viejo castizo del PP andaluz que, degenerando como definió Belmonte, llego a un alto cargo del gobierno. Tras su nombramiento comentó con su esposa lo alto que habían llegado y que nunca habían soñado. Pues Manuel Jiménez Barrios, alias Chiqui, llegó a lo más alto, tal vez al máximo permitido por el principio de Peter, cuando quedó de virrey de Andalucía durante el preparto y parto de Susana Díaz. De todos modos, hoy por hoy, Chiqui es el hombre de Susana Díaz en la Junta, cuyo gobierno y misiones coordina y vigila. Jugador juvenil de balonmano, tal vez defensa, es parte esencial de su guardia pretoriana.

El malvado Paco Robles, en ABC, retrató sus maneras nada más ser proclamado presidente en funciones y escribió: "Cuando Susana Díaz se fue a Valme (el hospital) dejó a Manuel Jiménez Barrios, vulgo Chiqui, al frente de la Junta. Tiempo le faltó a Canal Sur, esa especie de Nodo progre en color, para sacar el reportaje de la visita oficial de Chiqui a Chiclana. Visita de Estado con mayúscula. Chiqui con che de Churchill. Algo histórico… Parecía el Obama de Cai".

Manuel Jiménez Barrios nació en 1957 en Bornos, en 1957 y estudió en la Universidad de Cádiz –Relaciones Laborales, concretamente–. Dicen sus adversarios que todo lo que ha llegado a ser lo ha sido por la traición perpetrada contra su cuna, el clan de Alcalá de los Gazules con extensiones en Chiclana, la ciudad más ilegal de Andalucía, donde llegó a haber casi 40.000 viviendas irregulares, práctica que él mismo no supo o quiso combatir cuando fue Alcalde. Por aquel despropósito, fue denunciado por Greenpeace e investigado por la Fiscalía de Cádiz. De todos modos, siempre ha sido un hombre de formas moderadas, lo que le valió el reconocimiento oficial incluso del PP de Chiclana.

Tras su paso al bando griñanista, fue diputado andaluz­ en 2012 y portavoz adjunto del Grupo Socialista, así como portavoz en la Comisión de Administración Local y Relaciones Institucionales. Antes había sido secretario general para el Deporte de la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte (2004­-2011), así como delegado del Gobierno de la Junta en Cádiz (2011­-2012).

Antes de su apoyo a Griñán nunca salió de la provincia de Cádiz. Además de alcalde de Chiclana, fue vicepresidente primero de la Diputación de Cádiz, fue vicepresidente segundo del Consejo de Administración de Unicaja y presidió brevemente, de 2003 a 2004, la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP). También presidió la Mancomunidad de Municipios de la Bahía de Cádiz.

El clan de Alcalá, dirigido aún por Luis Pizarro con los viejos rockeros del socialismo gaditano que apoyaron hasta el final a Manuel Chaves, se convirtió en enemigo declarado del sucesor, José Antonio Griñán, que no podía con el poder atesorado en la provincia de Cádiz tras años de dominio absoluto. Por eso, era necesario una traición desde dentro y fue Jiménez Barrios, entre otros, el Bruto que se pasó al bando griñanista, luego susanista, y fue recompensado con largueza por ello como salta a la vista. Naturalmente, cuando Pedro Sánchez ha viajado a Chiclana no se ha visto con el Chiqui sino con el alcalde José María Román, de la vieja guardia del PSOE de Cádiz.

Para no extendernos mucho en el tiempo, digamos que la mecha que encendió el fuego fue la actitud de la exalcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, hoy en la cárcel, que fue defendida a muerte tanto por José Antonio Griñán como por Susana Díaz. Sánchez se enfrentó con el clan de Alcalá y su mandamás efectivo y presidente de la Diputación de Cádiz, Paco González Cabañas, alias Billy el Niño, secretario provincial del PSOE gaditano por más señas. La conflagración fue decisiva y, de ella, Griñán logró sacar tajada por cuanto consiguió quebrar el rocoso clan. Además de Jiménez Barrios se alinearon con Griñán el propio secretario de Organización del PSOE de Cádiz, Juan Cornejo, hoy mano derecha de Susana Díaz en el partido; el vicepresidente tercero de la diputación Provincial, Francisco Menacho y José Luis Blanco, veterano dirigente del clan de los Gazules. Finalmente es conocido cómo Griñán eliminó al ex vicesecretario general y consejero de la Junta, Luis Pizarro, y se enemistó definitivamente con el propio Manuel Chaves.

Poco después, Griñán nombró a Francisco Menacho titular de la consejería de Gobernación y Justicia. A Manuel Jiménez Barrios, lo designó nuevo delegado de la Junta de Andalucía en Cádiz. La batalla final se dio en el congreso regional del PSOE, a cuyo término Paco González Cabaña acusó a Griñán de haber "comprado" voluntades. Lo cierto es que la división interna del PSOE de Cádiz, que llegó escindido al Congreso, provocó una votación que dio el poder, por dos votos a la lista encabezada por Chiqui Jiménez Barrios e Irene García y algunas sorpresas de traiciones añadidas. Cuando Susana Díaz llegó a la presidencia de la Junta en 2013, nombró a Jiménez Barrios su consejero de Presidencia y en 2015, vicepresidente de la Junta.

Pero no puede olvidarse que Chiqui entró de pintor de brocha gorda en la Diputación de Cádiz, naturalmente enchufado como denunció IU que publicó una lista donde su nombre aparecía, y consiguió una plaza de listero en el almacén de la institución gaditana. O sea, que pasaba lista, que vigilaba, que controlaba. Y lo sigue haciendo, porque ha sido nombrado listero vicetodo en la Junta andaluza.

Chiqui, que ya no es tan joven como exhibe su apodo, tuvo que ver con un hotel construido por el otrora famoso empresario Luis Portillo, bien relacionado con el PSOE de Manuel Chaves. Tan bien, que Chaves fue a inaugurar su hotel en Chiclana, un hotel plagado de irregularidades a pesar de sus cinco estrellas y que fue tratado de convertir en colección de apartamentos de venta libre. El propio Portillo, en una carta, reconocía la operación "horizontal" y dijo contar con el beneplácito del entonces alcalde, Manuel Jiménez Barrios, el Chiqui.

Es más, en la documentación que obra en el sumario del caso de los expedientes de regulación de empleo (ERE) irregulares que instruía la juez Alaya se puede constatar que la Junta concedió en 2003 al Ayuntamiento de Chiclana de la Frontera (Cádiz) una ayuda de 24.000 euros para la promoción de la Feria de Muestra y Turismo "Séptimo Centenario" con cargo a la partida 31L, el denominado "fondo de reptiles". Dinero que se pagó. El alcalde de Chiclana por aquel entonces era el Chiqui. Fue a declarar por el caso y fuese y no hubo nada. Archivado por la sustituta, la juez Nuñez Bolaños.

Por eso, Chiqui de Chiclana, conocedor como pocos del aparato interno del PSOE del que ha recorrido casi todo el escalafón –hasta sucedió a Leonardo Chaves en Deportes de la Junta tras coincidir con él en la empresa pública Estadio Olímpico de Sevilla–, sirve para muchas cosas de las entretelas, por ejemplo, para defender por qué se le quitaba la medalla de Andalucía a Isabel Pantoja y al mismo tiempo, defender que no se le quitara a Baltasar Garzón, expulsado de la judicatura y condenado por prevaricación. El listero perfecto, vamos.

Tuvo un importante papel cuando Susana Díaz se enfrentó con Izquierda Unida, su socio de gobierno, por respetar la legalidad e impedir el populismo de las irregularidades ligadas a la Corrala Utopía y una ocupación de viviendas. De hecho, se reunió con su vicepresidente en la Junta, Diego Valderas, y el coordinador de IU-A, Antonio Maíllo. La crisis se resolvió, pero la alianza PSOE-IU quedaba muerta.

Jiménez Barrios estuvo desde el principio en el primer amago de asalto de Susana Díaz a la dirección nacional del PSOE. De hecho, aun cuando Manuel Chaves y Luis Pizarro la animaron al triple salto mortal, la noche del lunes 9 de junio de 2015 Susana Díaz, por consejo de Griñán, prefirió esperara ganar unas elecciones andaluzas, decisión que comunicó a un grupo de elegidos de su guardia pretoriana: el consejero de la Presidencia, Manuel Jiménez Barrios; el secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo; el secretario general de la Presidencia, Máximo Díaz-Cano, y el portavoz del Gobierno, Miguel Ángel Vázquez.

Su futuro en Andalucía, tras 33 años ininterrumpidos de cargos públicos, es una de las incógnitas que habrá que despejar. Su escaso bagaje académico, es un diplomado tardío en Relaciones Laborales, no le permitiría ascender por la escala política en Madrid salvo en el partido, no en Ministerios que exigirían una mayor densidad curricular. Sin embargo, en Andalucía, donde ya es vicepresidente, tiene la posibilidad de mantener este puesto –pocos le ven como sucesor de Susana Díaz– con la nueva presidenta, o presidente, que habrá de venir si es que el PP andaluz Y Ciudadanos lo permiten. De momento, ya ha mostrado su incapacidad o imposibilidad de poner freno al desmadre de Canal Sur, que sigue con una dirección en funciones desde hace años y que ha sido acosada por la conexión de uno de sus directivos con el caso Ausbanc. Cuando las cosas son difíciles, Chiqui parece flaquear. Y los que vienen, naturalmente, son tiempos difíciles.

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