El mundo de la Justicia, liderado por el titular de esta cartera, Rafael Catalá, ha homenajeado este jueves al fiscal jefe de Andalucía Luis Portero, asesinado hace más de 16 años por ETA, un hombre que destacó por su "humanidad" y que "marcó la estela y el camino" para conseguir una definitiva independencia judicial.
Así lo ha expresado Catalá en un acto organizado por la Fundación Luis Portero y la de Fundación Víctimas del Terrorismo, en el que han estado presentes, entre otros, el fiscal general del Estado, José Manuel Maza; el presidente de la Audiencia Nacional, José Ramón Navarro; la defensora del pueblo, Soledad Becerril, o altos mandos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil.
Catalá ha subrayado la labor de este "protector de la ley" que estuvo más de treinta años "al servicio de la Justicia" y que "brillantemente" expresó en más de una ocasión la necesidad de conseguir una independencia judicial. Incluso llegó a abogar por que la instrucción penal estuviese liderada por los fiscales, una iniciativa que lleva el Ministerio de Justicia en su hoja de ruta de esta legislatura.
En el homenaje, también ha abogado por "olvidar" a los "enemigos del Estado" y ha lamentado que se escriba "con mayúsculas" el nombre de la banda asesina. En su opinión, dichas siglas "merecerían ser borradas y olvidadas para siempre de nuestra historia como verdaderos enemigos del Estado, de los ciudadanos, de la libertad, del Estado de Derecho".
A continuación ha dicho que si actuáramos así "nos estaríamos equivocando": para "quienes habéis sufrido en vuestras propias carnes" el sufrimiento de ETA, "tenemos el deber y la obligación de recordar lo que sucedió, transmitirlo" y "honrar con ello a las víctimas del terrorismo".
El asesinato de Luis Portero
Fue el 9 de octubre de 2000, el día de su santo, cuando dos terroristas de ETA asesinaron de un tiro a Luis Portero en el momento en el que entraba en el portal de su casa. Hoy, un vídeo de 27 minutos, "Luis Portero García, una vida ejemplar", ha recorrido la trayectoria personal y profesional de este madrileño afincado en Andalucía, de fuertes convicciones religiosas, de hablar pausado y claro, que sabía escuchar a los demás, sencillo y exquisitamente educado, como le definían los más cercanos.
Fue, según ha recalcado su mujer, María Rosario de la Torre, un "fiscal incómodo para el poder que nunca admitió presiones del poder político" y que promovió algunas de las principales causas de corrupción de la época como el caso Guerra, el fraude de los PER de Andalucía o la operación Tajo.
Su esposa ha rememorado las palabras de su marido cuando subrayaba que la independencia del juez había de ir unida indisolublemente a la concepción del estado constitucional, porque entendía que no podía haber un modelo socialista o conservador de la Justicia, sino solo el que marca la Carta Magna.