Barcelona se ha convertido en una pista americana para los violentos que atentan contra el turismo. La absoluta falta de respuesta por parte de las autoridades municipales y de la Generalidad indigna al sector y alienta a las diversas facciones que integran la Candidatura de Unidad Popular (CUP). Arran, el grupo que actúa a modo de juventudes de la CUP, reivindicó el ataque terrorista a un bus turístico a plena luz del día por parte de varios encapuchados que llegaron a blandir un cuchillo. La impunidad animó a sus componentes a pinchar las bicicletas de alquiler de varias empresas días después mientras radicales de Mallorca o el País Vasco tomaban nota de tales prácticas y se apuntaban al acoso al turista.
Ahora se ha sumado a la "kale borroka" el partido Endavant (Adelante), una formación creada en el año 2000 y liderada por la diputada Anna Gabriel. En su cuenta de Twitter exponen un vídeo de las "hazañas" perpetradas la pasada madrugada en el centro de Barcelona. El vídeo arranca con una pintada en una pared que ilustra la campaña de los antisistema: "Tourism kills the city. Tourists go home. You are not welcome".
Aturem les rodes del capital !
— Endavant CiutatVella (@endavantcv) 4 de agosto de 2017
Defensem els barris.#AutoDefensa #ProuBarricidi
No és #turismofòbia, és lluita de classes. pic.twitter.com/S9VZpQckGq
Después aparecen los letreros de empresas dedicadas al alquiler de bicicletas. También graban como pinchan las ruedas de las que están aparcadas en la calle y sellan con silicona la cerradura de una consigna de maletas. Endavant llama a la movilización con el mensaje que encabeza el vídeo: "¡Paremos las ruedas del capital! Defendamos los barrios. No es turismofobia, es lucha de clases".
Impunidad absoluta
Los diez diputados de la CUP en el parlamento regional y sus tres concejales en Barcelona han mostrado su apoyo a la violencia contra el turismo. Las tímidas condenas nacionalistas, basadas en que las imágenes de encapuchados amedrentado turistas perjudican el proceso separatista, no han hecho mella en las facciones que componen la CUP, sino todo lo contrario. El Ayuntamiento de Barcelona tardó casi una semana en presentar una denuncia por los destrozos en el autobús asaltado mientras que aún se está a la espera de algúna reacción del nuevo consejero de Interior, Joaquim Forn.
En ese contexto, la CUP ha radicalizado más si cabe su discurso y amenaza con convertir Barcelona en una ciudad hostil contra los visitantes. Proliferan las pintadas y carteles en las calles contra su presencia con la firma de los radicales mientras la alcaldesa Ada Colau y su equipo de gobierno, no precisamente partidarios del turismo, miran para otro lado.