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Puigdemont abroncó al cardenal Omella tras la misa en la Sagrada Familia

El presidente de la Generalidad siguió al arzobispo hasta la sacristía para criticar la homilía y censurar que le tratara de "autoridad autonómica".

El presidente de la Generalidad siguió al arzobispo hasta la sacristía para criticar la homilía y censurar que le tratara de "autoridad autonómica".
Omella conversa con Felipe VI tras la misa por las víctimas | EFE

Es inaceptable!", clamó dos veces Puigdemont en la sacristía de la Sagrada Familia, una vez concluida la misa "oficial" por los atentados de Barcelona y Cambrils. Se dirigía al cardenal y arzobispo de Barcelona Juan José Omella, que acababa de despedir a los Reyes, al presidente del Gobierno y al resto de autoridades que habían asistido a la ceremonia, que no fue ni misa de difuntos ni funeral de Estado, del pasado domingo 20 de agosto.

Omella dio mayor uso al idioma español, se ciñó al estricto protocolo al saludar a los presentes y predicó que "la unión nos hace fuertes mientras que la división nos corroe". El presidente de la Generalidad no salía de su asombro. Tratado por el cardenal como "autoridad autonómica". Inaudito.

Según cuenta el digital de actualidad religiosa "germinansgerminabit.org", Carles Puigdemont esperó a que el arzobispo entrara en la sacristía para reprocharle en tono poco amistoso el contenido de la homilía y la supuesta falta de respeto implícita en citarle por detrás del Rey y de Rajoy siendo el "President de Catalunya".

Delante de testigos concluyó la filípica con un sonoro y doble "¡es inaceptable!" tras el que Puigdemont se giró sobre los talones y se marchó dejando a un Omella entre perplejo y balbuciente. "Qué cómo se le había ocurrido pronunciar esa homilía y con ese tono", había tenido que escuchar Omella de boca del presidente autonómico que se subió al carro de su creación como cardenal en el Vaticano tras la complaciente nota con el proceso separatista que habían firmado a mediados de mayo los obispos catalanes.

Omella se había salido del guión establecido por la Generalidad tras los atentados, la simulación de un Estado catalán ante la incomparecencia del Estado español. Y trata al presidente regional de "autoridad autonómica". Es una de las mayores afrentas sufridas por Puigdemont en los últimos tiempos, viajes al extranjero aparte.

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