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La aviación naval española cumple un siglo: del hidroavión al caza de despegue vertical

Las aeronaves españolas han protagonizado varios hitos mundiales, como el primer desembarco aeronaval de la historia.

Las aeronaves españolas han protagonizado varios hitos mundiales, como el primer desembarco aeronaval de la historia.
Centenario de la Aviación Naval

El 15 de septiembre de 1917, el entonces ministro de la Marina, el almirante Manuel de Flórez y Carrió, puso sobre la mesa del entonces Rey de España, Alfonso XIII, un Real Decreto en el que se aprobaba la creación de la aviación naval española. La firma suponía pasar en solo unas décadas de plantear la guerra en el mar únicamente en la superficie a desarrollarla en tres planos espaciales: la superficie (buques), lo subacuático (submarinos) y el cielo (aviones).

El texto del Real Decreto desarrollaba tres ejes de actuación muy claros para poder desarrollar esta nueva capacidad de la Armada. El primero, la creación de una Escuela de Aviación Naval para formar y adiestrar al personal. El segundo, la creación de una industria para fabricar el material aéreo necesario. En tercer lugar, la construcción de tres estaciones aeronavales en las bases de Cádiz, Ferrol y Cartagena.

En abril de 1918 se pone al frente de la responsabilidad de organizar la aviación naval al capitán de corbeta Pedro María Cardona Prieto, que toma rápidamente sus primeras decisiones. Establece de forma provisional la Escuela de Aviación Naval en Barcelona (en terrenos que ahora ocupa el aeropuerto de El Prat) y con los pocos medios económicos de que dispone lleva a cabo las primeras adquisiciones de material.

Las primeras compras son tres aviones Avro 504K de adiestramiento, que podían operar tanto con ruedas como con flotadores, y que tenían una aceptable capacidad de bombardeo, y dos cazas Martinsyde F-6 Buzzard para misiones de reconocimiento y bombardeo. Se encargan también hidroaviones Macchi M-18 para operar directamente desde el mar. El entrenamiento inicial corre a cargo de instructores extranjeros y hasta 1921 no se organiza el primer curso oficial de piloto naval.

A finales de 1921 se produce un punto de inflexión. España, que había sido neutral durante la Primera Guerra Mundial, recibe de Alemania un gran vapor como compensación por las pérdidas de la marina mercante en el conflicto. El mismo sufre una drástica modificación y se convierte en el Dédalo, el primer portaeronaves de la Armada, y además en el primer buque de la época capaz de operar simultáneamente dirigibles semirrígidos, globos cautivos o hidroaviones Macchi M-18.

Las aeronaves de la Armada protagonizan sus primeras acciones de combate en 1922. Tres años más tarde, en 1925, el portaaeronaves Dédalo y los aparatos aéreos de la Armada tienen el protagonismo del desembarco de Alhucemas. Ellos protagonizan el primer desembarco aeronaval de la historia, volviendo a escribir con letras de oro una nueva hazaña de los militares españoles en la historia militar mundial.

Acabada la guerra de África en 1926, la aviación naval consigue varios éxitos antes de la desgracia que supuso la Guerra Civil. El primero, que un hidroavión fabricado en Cádiz por la empresa nacional CASA y pilotado por el teniente de navío Juan Manuel Durán González cruzase el Atlántico Sur. El segundo, la toma del autogiro Cierva el 7 de marzo del 1934 en el Dédalo, fondeado en el puerto de Valencia, siendo la primera toma de una aeronave de ala rotatoria a bordo de un buque en el mundo.

Desaparición y renacimiento

Durante el conflicto interno español, ambos bandos unificaron la aviación militar y naval. Terminado el mismo, la creación del Ejército del Aire supuso la desaparición de la especialidad aérea en la Armada. La única aeronave de la que dispuso entre 1939 y 1954 fue el hidroavión Heinkel He-114A del Ejército del Aire perteneciente a la llamada "Aviación de Cooperación" y que estaba desplegado a bordo del crucero ligero Miguel de Cervantes.

La firma del Convenio de Cooperación Militar y Económica con los Estados Unidos supuso la luz al final del túnel. El constructor norteamericano Bell hizo una oferta de helicópteros ligeros al Ejército del Aire, que fue rechazada. El ministro de Marina estuvo alerta y se comprometió a la compra de tres Bell-47. En enero de 1954 fueron recibidas las unidades, hicieron su primer vuelo en junio de ese año y en 1955 aterrizaron por primera vez en un buque que estaba navegando.

En 1957, la escuadrilla de helicópteros ligeros Bell-47 de la Armada se mueve de Marín a Rota, para aprovecharse de la presencia de las tropas de la US Navy en esta base y se apuesta por la compra de siete helicópteros medios Sikorsky S-55 de lucha antisubmarina para crear una segunda escuadrilla. En 1964 se encargan cuatro unidades del helicóptero Augusta Bell-204 y, unos meses después, se aprueba la adquisición de seis unidades del Sikorsky SH-3D SeaKing.

En 1967 se produjo otro hito importante. Estados Unidos entregó a España el portaaviones ligero USS Cabot –activo en la Segunda Guerra Mundial en el área del Pacífico–, que fue rebautizado como Dédalo –mismo nombre que el primer portaaeronaves español–, convirtiéndose en el buque insignia de la Armada durante dos décadas. Para operar en el mismo, como ala fija embarcada, se adquirieron cuatro aviones de hélice Piper PA-24 Comanche.

El Ejército del Aire decidió no matricular las avionetas para evitar que operasen. Las tiranteces entre ambos ejércitos duraron hasta 1976, cuando llegaron a nuestro país los primeros cazas de despegue vertical Harrier AV-8A Matador, adquiridos de segundo mano a la Marina de los Estados Unidos. Un año después, en 1977, consiguió la Armada que los pequeños Comanche fueron matriculados por el Aire. Nunca llegarían a entrar en servicio.

Durante los cuarenta años de democracia, la aviación naval de la Armada ha ido adaptándose y modernizándose para cumplir con los estándares de calidad que le exigen los tiempos actuales. El Dédalo fue sustituido por el Príncipe de Asturias y este, a su vez, por el Juan Carlos I. Los primeros Harrier AV-8A fueron sustituidos por los Harrier AV-8B Plus y la sustitución de estos, cuya vida operativa acaba en una década, es uno de los grandes dilemas a los que se enfrenta ahora la Armada.

Las actuales escuadrillas

La actual flotilla de aeronaves está compuesta por siete escuadrillas. Su numeración es correlativa, aunque con algunas ausencias por cuestiones históricas. La más veterana es la Tercera Escuadrilla, compuesta por siete helicópteros Augusta Bell 212 que se incorporaron a finales de los 80 para misiones de guerra de superficie y antisubmarina. Las aeronaves están en proceso de modernización para prolongar su vida operativa.

La Cuarta Escuadrilla está compuesta por tres avionetas Cessna Cittation II y una Cessna Cittation VII, cuya misión principal es la vigilancia marítima y el apoyo logístico. De la Quinta Escuadrilla forman parte diez helicópteros Sikorsky SH-3D SeaKing que realizan misiones de transporte táctico de tropas, guerra antisubmarina y salvamento y rescate. Estas unidades llevan acumuladas más de 100.000 horas de vuelo.

La Sexta Escuadrilla está compuesta por helicópteros Hughes 500, que se incorporaron a la Armada en la década de los setenta y que son utilizados para adiestramiento aeronaval, siendo los primeros aparatos que utilizan los pilotos de la Armada en las operaciones a bordo de buques. Sufrieron una importante modernización para alargar su vida útil y para modificar su misión inicial, que era la guerra antisubmarina.

La Novena Flotilla guarda la joya de la corona aérea de la Armada: los cazas Harrier AV-8B Plus. Con más de 50.000 horas de vuelo, constituyen el principal pilar de la capacidad de proyección de la Armada a bordo del Juan Carlos I ahora, y del Príncipe Felipe durante más de 25 años. Están a una década de acabar su vida operativa y el único sustituto posible en el mercado sería el F-35B, cuyo coste económico a día de hoy es prácticamente inalcanzable para el Gobierno español.

La Décima flotilla está compuesta por una docena de helicópteros SH-60B que funcionan como un complemento indispensable de las fragatas de las clases F-80 y F-100; mientras que la más reciente de las flotillas, la Undécima, está conformada por cuatro Scan Eagle, aeronaves de ala fija no tripuladas (RPAS), que ya han realizado sus primeras misiones, concretamente en el marco de la lucha contra la piratería en el Océano Índico.

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