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La desmovilización del 'cinturón rojo' no nacionalista, el gran temor de Ciudadanos

Arrimadas prioriza los municipios donde compite con el PSC y señala el voto a Iceta como una "vía indirecta" de prolongar el procés. 

Arrimadas prioriza los municipios donde compite con el PSC y señala el voto a Iceta como una "vía indirecta" de prolongar el procés. 
Arrimadas, en un acto este viernes | EFE

Las esperanzas y temores de Ciudadanos sobre la cita del 21-D las sintetizaba a la perfección un asesor de la cúpula del partido naranja esta semana: "Estamos muy esperanzados. Por primera vez en mucho tiempo tenemos un mensaje claro y nítido de campaña, que es lo que nos faltó en las generales de 2016. Creemos que el escenario que dibujó el CIS es factible, e incluso ir más allá. Pero me preocupa la desmovilización de una parte de los nuestros. Son gente que no suele ir a votar, y menos en autonómicas. Además nos puede perjudicar que sea en día laborable, es posible que a algunos hasta se les olvide".

Pese a todo, los datos del barómetro del CIS conocido justo antes de la campaña abonan el optimismo del cuartel general naranja, pues hablan de una participación de hasta el 84%, superior incluso a la registrada en las elecciones de septiembre de 2015, que fue considerablemente alta al superar el 77%.

No es un dato menor, y menos cuando se habla de un votante obrero, el hecho de que los comicios se celebren en un día laborable, un jueves en concreto. Las empresas tienen la obligación legal de dar permisos a sus trabajadores para que ejerzan ese derecho, pero muchos podrían optar por seguir con su rutina diaria en detrimento de su asistencia a los colegios electorales.

A vueltas con el "cinturón rojo" de Barcelona

En cuanto a la estrategia de campaña, en los primeros compases de la misma, Inés Arrimadas ha perimetrado un espacio que busca claramente la puja por el voto que también puede captar el PSC.

Los primeros actos han sido en el área metropolitana de Barcelona o en ciudades como Reus, Granollers, Mataró o Lleida, donde este viernes la candidata naranja advertía que hay quienes quieren prolongar el proceso secesionista directamente, pero que otros, en alusión al PSC, lo quieren hacer por una vía indirecta: "Hay vías directas, votando a los partidos independentistas, y hay vías indirectas, votando a algunos partidos que lo que quieren hacer es un tripartito con Junqueras y con ERC, lo digo para que a la hora de votar lo tengáis claro".

A la misma estrategia responde el énfasis que los dirigentes naranja ponen en dos aspectos de la trayectoria de Miquel Iceta. Uno actual, su pacto con los antiguos miembros de Unió Democrática de Catalunya, la que durante décadas fue la mitad de CIU, que se traduce en la inclusión del antiguo dirigente nacionalista Ramón Espadaler como número tres por Barcelona. Se trata, como suele recordar Arrimadas, del consejero de Interior cuando se produjo la consulta independentista ilegal del nueve de noviembre de 2014.

El otro aspecto es más lejano y más desconocido, pero Ciudadanos le sitúa como muñidor de los tripartitos con ERC del PSC e ICV entre 2003 y 2010, primero con Pascual Maragall y luego con José Montilla al frente.

Más cerca del PP y del liberalismo que en 2015

Lo cierto es que, según el CIS, la transferencia de voto que recibe Ciudadanos es, mayoritariamente, de antiguos votantes del PP, un 47% de los cuales optarían esta vez por Arrimadas y abandonarían a Xavier García Albiol.

En estos dos años, Ciudadanos ha eliminado la socialdemocracia como seña de identidad y ha abrazado el liberalismo. Un proceso que culminó a principios de 2017 en la IV Asamblea General de la formación celebrada en Coslada.

Además, y pese a las diferencias en materia de regeneración, la alianza de investidura con el PP se ha ido consolidando. Cambios de fondo y coyunturales que alejarían a los centristas del caladero del centro izquierda, aunque tratándose de Cataluña la oposición al nacionalismo más radical de las últimas décadas, el que ha abordado un proceso de independencia ilegal de manera unilateral, podría pesar más que la tradicional división ideológica en las preferencias del votante.

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