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Susana Díaz cabalga de nuevo hacia el liderazgo nacional del PSOE

La deriva de Pedro Sánchez parece diseñada para despeñarse nadie sabe por qué.

La lejanía política y sentimental entre Susana Díaz y Pedro Sánchez no sólo no ha disminuido desde la elección inmisericorde del segundo tras las primarias del año pasado, sino que está aumentando de forma acelerada y tendrá su culminación bélica en las próximas elecciones municipales, si todo el calendario se mantiene como debe.

Podría parecer que el problema quedó resuelto y que el PSOE es un partido unido, pero la deriva de un Pedro Sánchez, que parece diseñado para despeñarse nadie sabe por qué, hace que muchos socialistas estén deseando que Susana Díaz, o si no pudiera ser como consecuencia de un apaño sine qua non, alguien que sintonice con los viejos líderes del PSOE de la transición y con las federaciones más importantes, se haga con las riendas. Conociendo a Susana Díaz y su trayectoria, si puede conseguir la dirección del PSOE, lo hará.

Destaquemos, sin afán de exhaustividad, algunos factores a favor de este nuevo impulso hacia la cresta política nacional de la lideresa de Triana y alguno en contra.

El primero de ellos, su poder territorial en Andalucía que Pedro Sánchez no ha logrado desactivar ni con los nuevos Estatutos, ni con nada de nada. La Federación más importante del socialismo español sigue en manos de sus partidarios y pretorianos y desde ella se opera y maniobra en otras federaciones. Evidentemente, Sánchez ganó unas primarias, pero es igualmente evidente que el PSOE resultó dividido cuando menos en dos. Uno, transido de podemismo y nacionalismo y otro, el del sur, adobado con las señas tradicionales de identidad: aparato, partido español federal, moderación aparente y maniobrerismo.

El segundo, la desactivación creciente de los casos de corrupción que han afectado al PSOE andaluz. Hay que considerar que el trabajo de Susana Díaz en esta dirección, si bien confuso al principio más que nada por la presión ejercida por el propio Sánchez para hacer dimitir a los dinosaurios Manuel Chaves y José Antonio Griñán, está teniendo un éxito extraordinario gracias al silencio de Ciudadanos, la complicidad podemita, la estulticia del PP y las herramientas judiciales de sus fontaneros.

Es ya una impresión generalizada que el caso de los ERE –el de la pieza política–, está casi desactivado mediáticamente y va camino de estarlo judicialmente. Antes se habla de un euro "distraído" o ennegrecido por algún dirigente del PP, por menor que sea, que, de los casi 800 millones de euros desaparecidos de los ERE, y bien desaparecidos porque, a lo que se ve, no se recuperarán más que en una escasa medida. Del fraude de la formación, ya ni hablamos, troceado judicialmente y con la Policía arrinconada.

Cuando a los beneficiarios del irregular uso del dinero público se les considera víctimas de la Junta, cuando la Junta ni siquiera ejerce de acusación y cuando los procesados no pueden ser juzgados en las otras piezas pendientes, la consecuencia puede ser la deseada para un PSOE andaluz que ha estado solo ante el peligro y estará solo en la victoria.

El tercero es la desorientación general de Pedro Sánchez, que se alinea públicamente con su antecesor Zapatero considerado, por demasiados españoles y por sus propios compañeros, un desastre de compañía. González, Guerra, Leguina, Redondo Terreros e incluso el hasta ahora silencioso Solana, por no listarlos a todos, se suman a las federaciones críticas en señalar que el camino de Sánchez conduce al precipicio.

Sus últimas actuaciones, de la prisión permanente revisable ante los padres de las víctimas, sus declaraciones sobre el 0,25 por ciento de las pensiones y los diputados, su sostenimiento de la alcaldía de Madrid en manos de podemitas sin escrúpulos, sus posiciones en Cataluña y la "nación de naciones" y demás, parecen destinadas a la costumbre de una hemorragia paulatina de votos que, aunque el PP de Rajoy ayuda todo lo posible, no consigue detener ante la emergencia de un Ciudadanos que medra a diestra y siniestra.

La propia Susana Díaz, que ha calentado el ambiente con sus precisas y continuas desafecciones del secretario general, ha intervenido contra el espectáculo deprimente el Congreso con el cuerpo presente de Gabriel Cruz protagonizado por un ¡juez! sanchista en la tribuna de oradores. Por si fuera poco, ni siquiera va a las ceremonias de unificación diseñadas por Ferraz, como esa Escuela de "Buen Gobierno". Alea jacta est, de nuevo.

En contra de sus apetencias, Susana Diaz tiene la pésima gestión socialista en Andalucía, manifiestamente revisable, su debilidad en el directorio de Pedro Sánchez que la odia minuciosamente y la necesidad de ganar las elecciones municipales y andaluzas y sus ciudades más importantes mientras las pierda Pedro Sánchez en sus territorios, algo que se ve venir.

Si la lideresa del sur gana las próximas municipales, aun a la baja, y puede gobernar de nuevo Andalucía, aún a la baja, pero con el apoyo directo de un Ciudadanos crecido y el indirecto del PP, que parece desahuciado y presionado por su sentido del Estado, se comprobará cómo Susana cabalga de nuevo hacia la dirección definitiva de un PSOE que quiere sobrevivir al zarpazo de un Podemos que, desacreditado y desmoralizado, sólo aspira a que las calles hiervan.

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