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Hundimiento separatista: discurso autonómico de Turull, deserciones de Rovira, Forcadell y Bassa

La CUP aniquila al candidato de JxC y dimisiones de Forcadell, Rovira y Bassa, que renuncian al escaño antes de comparecer ante Llarena.

La CUP aniquila al candidato de JxC y dimisiones de Forcadell, Rovira y Bassa, que renuncian al escaño antes de comparecer ante Llarena.
Jordi Turull e Inés Arrimadas se saludan fríamente tras el debate del pleno de investidura | EFE

El separatismo se ha pegado algo más que un tiro en el pie. Comienza la cuenta atrás. El 22 de mayo es la fecha límite para investir un presidente de la Generalidad. Si no es posible, las elecciones, salvo que el Gobierno de Rajoy diga lo contrario, se tendrían que repetir el 15 de julio. La CUP ha lanzado a la trituradora de la última hora el plan C de Puigdemont y ERC, Jordi Turull. El candidato de Junts per Catalunya ha sido rechazado. Su investidura en segundo instancia sólo puede prosperar el sábado si los fugados Carles Puigdemont y Toni Comín renuncian a su acta de diputados. Y si Llarena no le mete este viernes en la cárcel.

La asamblea de la CUP se ha rebotado contra el farol de los amigos de Puigdemont y su seguro servidor, el presidente de la cámara Roger Torrent, de ERC. Para redondear el fracaso, las diputadas de ERC Carme Forcadell (expresidenta del Parlament), Dolors Bassa (exconsejera de Trabajo de ERC y exalto cargo de UGT) y Marta Rovira (número dos de ERC) han informado de que renuncian a sus escaños.

La CUP no fue consultada a la hora de acelerar los tiempos. Junts per Catalunya y ERC adelantaron el pleno de manera "unilateral" sin que la CUP fuera advertida. Fumata negra en las reuniones de las agrupaciones locales de los grupúsculos antisistema que forman la candidatura. La audacia posconvergente y republicana quedó en fiasco. La citación de Llarena no allanó ningún acuerdo separatista. Se cierne la sombra de la inhabilitación y tal vez la cárcel sobre seis diputados, cuatro exconsejeros golpistas (Turull, Rull, Romeva, Bassa), la segunda de ERC, Marta Rovira y la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell.

Tono funerario

Discurso fúnebre de Jordi Turull. Desolación en el grupo de Junts per Catalunya. El tercer aspirante a presidente de la Generalidad endosó a la cámara un texto leído de carácter administrativo, una especie de plan de gobierno autonómico. Ni una mención a la república. Tampoco a la independencia. Por momentos podía parecer que Turull comparecía ante el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena en vez de ante el pleno del "Parlament". Fuegos de artificio, oferta de "mano tendida" y "diálogo" con el Gobierno.

Media hora antes de la sesión trascendía que los cuatro diputados de la CUP se mantendrían en la abstención. El plan Turull estaba sentenciado. El juez Llarena recibirá este viernes a un diputado candidato a la investidura rechazado en primera vuelta, no a un "molt honorable" pendiente de la sanción del Rey. No coló la oferta de última hora de Junts per Catalunya de someter a Turull a una cuestión de confianza en un mes.

Ambiente decadente

Ambiente de canódromo decadente en la cámara catalana. La efervescencia separatista de la noche del miércoles mutó en decepción este jueves por la tarde. Aún así, Turull se sometió a la sesión. Recordó a los ausentes, encarcelados y "exiliados", instó a la recuperación de las instituciones, a la derogación del 155, pero renunció a toda la épica del proceso, a la grandilocuente retórica de la república. Turull no se parecía nada a aquel hombre que en septiembre del año pasado decía que en el 1-O se votaría "como siempre" a pesar de la cascada de requerimientos judiciales para que se detuviera el golpe.

Según el exconsejero Santi Vila, que se tiró del tren horas antes de la proclamación de la "simbólica" república catalana, Jordi Turull era uno de los miembros del ejecutivo de Puigdemont más fanatizados, de los que tenían que declarar la independencia para no defraudar a sus hijos. Las hijas de Turull estaban este jueves en el palco. Su padre habló de la "restauración de las instituciones", pero lo hizo en tono bajo, con el freno de mano echado

La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, reprochó a Turull su renuencia a reconocer la derrota a pesar de no apelar a la república: "Usted ha sido capaz de decepcionar a todo el mundo porque ni ha venido con la valentía de reconocer la verdad, que no hay república, que no hay independencia, que no hay la arcadia feliz; ni ha venido a pronunciar las palabras independencia o república. Nada de nada", arrancó Arrimadas. También le afeó su conducta pasada: "Después de habernos llamado súbditos ahora apela a la concordia. Usted no es creíble porque usted es el ideólogo de frases tales como que 'la España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva', según dijo en agosto de 2013".

La segunda de ERC, Marta Rovira, se abstuvo de intervenir. Lo hizo en su lugar el portavoz de ERC, Sergi Sabrià, que abogó por ampliar la base separatista: "¿Qué haremos a partir de ahora? Hemos medido nuestras fortalezas y también nuestras flaquezas, necesitamos una mayoría más amplia. Necesitamos una suma ingente, enorme, para poder superar la formidable alianza conservadora. Esta acumulación de fuerza democrática requiere inteligencia colectiva y un esfuerzo riguroso y sostenido en el tiempo". Sabrià intentó levantar el ánimo separatista, para lo que citó a Companys. "Volveremos a sufrir, luchar y vencer".

El representante socialista Miquel Iceta instó a los separatistas a renunciar a parte de su programa para construir una mayoría parlamentaria. También recomendó realismo: "No todo es posible. No es posible república sin desobediencia". Iceta también subrayó las "contradicciones entre el pacto de Junts per Catalunya y ERC y el discurso de Turull". En ese documento, la "casa de la república" consta como el órgano directo de un gobierno de apariencia autonómica pero de obediencia separatista.

El cabeza de cartel de la CUP, Carles Riera, recriminó al anterior gobierno no haber aplicado la república "que se había conquistado en la calle". Propuesta de máximos: "Defendamos el derecho a votar de Carles Puigdemont y Toni Comín. No acatemos al Estado. Nosotros damos por acabado el ciclo del proceso y las alianzas que hemos construido durante el proceso. Nosotros pasamos a la oposición y queremos volver a iniciar un ciclo de la construcción de la república desde la movilización popular. Unilateralidad y desobediencia. Y proceso constituyente vinculante y real", peroró Riera.

El presidente del grupo del PP, Xavier García Albiol, se aferró a la obsesión de arremeter contra Ciudadanos: "A pesar de haber ganado las elecciones no han tenido el valor de presentar su candidatura".

Cerró las intervenciones de los grupos Eduard Pujol, de Junts per Catalunya, que intentó elevar el tono y se puso dramático. "No nos pueden encarcelar a todos, no pueden encarcelar a todo un país", declaró el exdirector de la radio del conde de Godó.

Al filo de las diez se procedía a la melancólica votación. El separatismo sigue en el callejón sin salida. La CUP ha fulminado al tercer candidato de Junts per Catalunya. La noticia es que comienza la cuenta atrás. Entran en escena otros nombres. Quim Torra, expresidente de Òmnium y exdirector del "museo" del Borne, es el diputado independiente de Junts per Catalunya preferido por la CUP. Eduard Pujol y Elsa Artadi, los validos de Puigdemont, también suenan, pero podría salir Turull si Puigdemont y Comín renuncian a sus actas de diputado. El foco se desplaza al Tribunal Supremo.

El proyecto Turull ha salido fatal. De colofón, la renuncia a sus actas de diputadas de ERC de Marta Rovira, Carme Forcadell y Dolors Bassa para evitar el endurecimiento de su situación procesal. El independentismo se enfrenta a una crisis sin precedentes. Sus principales líderes han tirado la toalla.

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